Arbitro Mundial
Rusia: ¿árbitro geopolítico del orden pentapolar?
"¿Abandonan los rusos su candidez proverbial de la etapa Andropov-Gorbachov-Yeltsin, que estuvo a punto de llevarlos a su defunción?"
Los grandes geoestrategas han avanzado sus propias clasificaciones de multipolaridad. El polaco-canadiense-estadounidense Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional, quien por cierto acaba de advertir al Congreso de EU sobre la probable fabricación de un atentado para justificar el bombardeo a Irán, noticia censurada por los neototalitarios multimedia anglosajones, admite el nuevo orden pentapolar, pero excluye a Rusia en forma absurda y coloca en su lugar a Japón junto a EU, la Unión Europea (UE), India y China.
A cada quien sus gustos, pero la rusofobia de Zbigniew Brzezinski carece de sustento cuando Moscú compite con Washington tanto en el ámbito nuclear como en el rubro satelital.
Bajo la Lupa se pronunció hace mucho por el orden hexapolar (7/805) que junto a las cuatro potencias nucleares y gigantes geoeconómicos (EU, UE, India y China) omite a Japón y agrega a Brasil, lo cual nos ha sido criticado como romanticismo latinófilo.
En el contexto de la feroz arremetida del zar ruso Vladimir Putin contra el unilateralismo bushiano y su ilusión unipolar, durante la reciente reunión Wehrkunde en Munich de la elite militar occidental (que amerita un análisis especial) y en vísperas de su temerario periplo a Arabia Saudita, Qatar y Jordania, los geoestrategas rusos se pronuncian por el nuevo orden pentapolar que destierra a Brasil y donde Rusia jugaría el papel de "árbitro geopolítico".
Declaraciones fuertes de los rusos ha habido a torrentes (v.g las del canciller Sergei Lavrov a The Washington Post, 4/2/07) como reflejo de las agudas tensiones internacionales y del proyecto de despliegue unilateral de misiles de la OTAN en la república Checa y Polonia.
Los geoestrategas rusos han abierto su juego. El ex primer ministro Yevgeny Maksimovich Primakov, quien lanzó el concepto del "triángulo geoestratégico" entre Rusia, India y China para contrarrestar la fulminante avanzada anglosajona en Eurasia en 1998, no hace mucho expuso el papel indispensable de Rusia como facilitador para contribuir en la resolución de conflictos en los puntos calientes del planeta.
Ya se volvió una obsesión rusa el "nuevo orden multipolar". En su conferencia de prensa del 23 de enero pasado, realizada en el balneario Sochi, junto con el premier italiano Romano Prodi, Putin adelantó las grandes líneas de su intervención ulterior en Munich.
El canciller Lavrov aboga por una "política exterior autónoma de Rusia", que goza de una ubicación privilegiada en Eurasia, y en su artículo en Moskovskiye Novosti (19/1/07) adelanta igualmente las grandes líneas de la feroz arremetida de Putin en Munich; considera acertadamente que el mundo no se volvió más seguro después de la guerra fría y una de las razones es el "declive de la globalización", lo cual se conjuga en sintonía con nuestro teorema de la desglobalización (ver Bajo la Lupa, 11/2/07).
El general Makhmout Gareev, presidente de la Academia de Ciencias Militares de Moscú, fue entrevistado sobre la "nueva doctrina militar rusa" por Viktor Litovkine, comentarista militar de RIA Novosti (Business Day, 18/1/07).
A De Defensa (5/2/07), centro de pensamiento europeo de estrategia militar, le llamó la atención un corto pasaje muy significativo de la entrevista a Gareev, que visto en retrospectiva presagiaba también la feroz arremetida del zar ruso Putin contra la unipolaridad bushiana: "El análisis de las tendencias del desarrollo de la situación internacional muestra que la política seguida por EU conducirá inevitablemente a la confrontación con una parte importante del mundo. Y las condiciones han sido reunidas objetivamente para una intervención de Rusia en calidad de árbitro geopolítico".
Algo que nos perturba de Makhmout Gareev es su pertenencia a la escuela de la candidez estratégica del súper ingenuo mariscal Nikolai Ogarkov, quien se rindió en forma asombrosa ante Reagan y Thatcher. Pero dejando atrás nuestras reticencias, es indudable que Gareev se ostenta como el mensajero del olimpo militar ruso que se pronuncia por el orden pentapolar: "no existe alternativa (sic) al orden multipolar con EU, UE, Rusia, China e India como centros mayores de influencia". Digno de notarse es su orden taxonómico: Rusia como país intermedio y pivote euroasiático entre dos potencias occidentales (EU y UE) y dos potencias asiáticas (China e India).
Makhmout Gareev marca con nitidez el carácter "defensivo" de la nueva estrategia militar frente a la brutal ofensiva de EU que fomenta guerras para buscar recursos naturales ajenos como los hidrocarburos. Tanto Primakov como Gareev han afirmado de forma categórica que no desean confrontación alguna con EU. ¿Es posible cuando el unilateralismo y su guerra preventiva toca a las puertas de Rusia y China?
A nuestro juicio, los geoestrategas rusos entierran la previa política de "cooperación" a todas luces inviable, mediante la cual EU les tomó el poco pelo que les quedaba. Rusia no confronta a EU, sino que más bien se libera de su complejo de inferioridad de su etapa fantasmal Andropov-Gorbachov-Yeltsin. Con el simple hecho de existir, Rusia representa un dique al irredentismo anglosajón.
El abordaje del general Gareev es multidimensional: "la defensa" constituye la intersección de los "planos económico, militar-industrial y político-moral (¡súper sic!)". Detecta adecuadamente la etiología de las guerras por venir: "los factores ambientales y energéticos constituirán en los próximos (sic) 10 o 15 años la causa principal (¡súper sic!) de conflictos políticos y militares. Ciertos estados (sic) se esforzarán en tomar el control de recursos energéticos, como sucedió en Irak, y los otros países no tendrán otra solución que resistir o perecer" (sic). ¿Cuáles serán tales "estados" que no sean los "Unidos de Norteamérica"?
¿Representa el temerario periplo del zar ruso Putin a la esfera de influencia de EU en el Medio Oriente un avance de su arbitraje geopolítico? ¿Aceptará sin chistar la banca israelí-anglosajona, sedienta de sangre para una tercera guerra mundial, la idílica propuesta de "arbitraje geopolítico"? ¿Abandonan los rusos su candidez proverbial de la etapa Andropov-Gorbachov-Yeltsin que estuvo a punto de llevarlos a su defunción de no haber sido por los errores garrafales que cometió EU en Medio Oriente, lo cual redimensionó al mundo geoenergético? Para ser estrictos, la candidez rusa, un derrotismo suicida de inexplicable descerebración conceptual, se gestó durante el estancamiento de la etapa Brejnev y se propagó durante el periodo Andropov y, sobre todo, con el mariscal Nikolai Ogarkov (ver Bajo la Lupa, 14/8/05 y 6/11/05).
Nadie está alentando a una guerra nuclear entre las dos superpotencias, menos Bajo la Lupa que simboliza una gota de agua pacifista en el océano bélico, pero no se puede llegar a tanta irresponsabilidad en los asuntos internacionales que alcanzó como nadie Boris Nikolayevich Yeltsin, quien desmanteló, más que la infraestructura estratégica, el alma grandiosa del pueblo ruso totalmente postrado y castrado frente a EU, lo cual por fortuna, para los rusos y el mundo, parece desear revertir el zar Vladimir Putin.
"¿Abandonan los rusos su candidez proverbial de la etapa Andropov-Gorbachov-Yeltsin, que estuvo a punto de llevarlos a su defunción?"
Los grandes geoestrategas han avanzado sus propias clasificaciones de multipolaridad. El polaco-canadiense-estadounidense Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad nacional, quien por cierto acaba de advertir al Congreso de EU sobre la probable fabricación de un atentado para justificar el bombardeo a Irán, noticia censurada por los neototalitarios multimedia anglosajones, admite el nuevo orden pentapolar, pero excluye a Rusia en forma absurda y coloca en su lugar a Japón junto a EU, la Unión Europea (UE), India y China.
A cada quien sus gustos, pero la rusofobia de Zbigniew Brzezinski carece de sustento cuando Moscú compite con Washington tanto en el ámbito nuclear como en el rubro satelital.
Bajo la Lupa se pronunció hace mucho por el orden hexapolar (7/805) que junto a las cuatro potencias nucleares y gigantes geoeconómicos (EU, UE, India y China) omite a Japón y agrega a Brasil, lo cual nos ha sido criticado como romanticismo latinófilo.
En el contexto de la feroz arremetida del zar ruso Vladimir Putin contra el unilateralismo bushiano y su ilusión unipolar, durante la reciente reunión Wehrkunde en Munich de la elite militar occidental (que amerita un análisis especial) y en vísperas de su temerario periplo a Arabia Saudita, Qatar y Jordania, los geoestrategas rusos se pronuncian por el nuevo orden pentapolar que destierra a Brasil y donde Rusia jugaría el papel de "árbitro geopolítico".
Declaraciones fuertes de los rusos ha habido a torrentes (v.g las del canciller Sergei Lavrov a The Washington Post, 4/2/07) como reflejo de las agudas tensiones internacionales y del proyecto de despliegue unilateral de misiles de la OTAN en la república Checa y Polonia.
Los geoestrategas rusos han abierto su juego. El ex primer ministro Yevgeny Maksimovich Primakov, quien lanzó el concepto del "triángulo geoestratégico" entre Rusia, India y China para contrarrestar la fulminante avanzada anglosajona en Eurasia en 1998, no hace mucho expuso el papel indispensable de Rusia como facilitador para contribuir en la resolución de conflictos en los puntos calientes del planeta.
Ya se volvió una obsesión rusa el "nuevo orden multipolar". En su conferencia de prensa del 23 de enero pasado, realizada en el balneario Sochi, junto con el premier italiano Romano Prodi, Putin adelantó las grandes líneas de su intervención ulterior en Munich.
El canciller Lavrov aboga por una "política exterior autónoma de Rusia", que goza de una ubicación privilegiada en Eurasia, y en su artículo en Moskovskiye Novosti (19/1/07) adelanta igualmente las grandes líneas de la feroz arremetida de Putin en Munich; considera acertadamente que el mundo no se volvió más seguro después de la guerra fría y una de las razones es el "declive de la globalización", lo cual se conjuga en sintonía con nuestro teorema de la desglobalización (ver Bajo la Lupa, 11/2/07).
El general Makhmout Gareev, presidente de la Academia de Ciencias Militares de Moscú, fue entrevistado sobre la "nueva doctrina militar rusa" por Viktor Litovkine, comentarista militar de RIA Novosti (Business Day, 18/1/07).
A De Defensa (5/2/07), centro de pensamiento europeo de estrategia militar, le llamó la atención un corto pasaje muy significativo de la entrevista a Gareev, que visto en retrospectiva presagiaba también la feroz arremetida del zar ruso Putin contra la unipolaridad bushiana: "El análisis de las tendencias del desarrollo de la situación internacional muestra que la política seguida por EU conducirá inevitablemente a la confrontación con una parte importante del mundo. Y las condiciones han sido reunidas objetivamente para una intervención de Rusia en calidad de árbitro geopolítico".
Algo que nos perturba de Makhmout Gareev es su pertenencia a la escuela de la candidez estratégica del súper ingenuo mariscal Nikolai Ogarkov, quien se rindió en forma asombrosa ante Reagan y Thatcher. Pero dejando atrás nuestras reticencias, es indudable que Gareev se ostenta como el mensajero del olimpo militar ruso que se pronuncia por el orden pentapolar: "no existe alternativa (sic) al orden multipolar con EU, UE, Rusia, China e India como centros mayores de influencia". Digno de notarse es su orden taxonómico: Rusia como país intermedio y pivote euroasiático entre dos potencias occidentales (EU y UE) y dos potencias asiáticas (China e India).
Makhmout Gareev marca con nitidez el carácter "defensivo" de la nueva estrategia militar frente a la brutal ofensiva de EU que fomenta guerras para buscar recursos naturales ajenos como los hidrocarburos. Tanto Primakov como Gareev han afirmado de forma categórica que no desean confrontación alguna con EU. ¿Es posible cuando el unilateralismo y su guerra preventiva toca a las puertas de Rusia y China?
A nuestro juicio, los geoestrategas rusos entierran la previa política de "cooperación" a todas luces inviable, mediante la cual EU les tomó el poco pelo que les quedaba. Rusia no confronta a EU, sino que más bien se libera de su complejo de inferioridad de su etapa fantasmal Andropov-Gorbachov-Yeltsin. Con el simple hecho de existir, Rusia representa un dique al irredentismo anglosajón.
El abordaje del general Gareev es multidimensional: "la defensa" constituye la intersección de los "planos económico, militar-industrial y político-moral (¡súper sic!)". Detecta adecuadamente la etiología de las guerras por venir: "los factores ambientales y energéticos constituirán en los próximos (sic) 10 o 15 años la causa principal (¡súper sic!) de conflictos políticos y militares. Ciertos estados (sic) se esforzarán en tomar el control de recursos energéticos, como sucedió en Irak, y los otros países no tendrán otra solución que resistir o perecer" (sic). ¿Cuáles serán tales "estados" que no sean los "Unidos de Norteamérica"?
¿Representa el temerario periplo del zar ruso Putin a la esfera de influencia de EU en el Medio Oriente un avance de su arbitraje geopolítico? ¿Aceptará sin chistar la banca israelí-anglosajona, sedienta de sangre para una tercera guerra mundial, la idílica propuesta de "arbitraje geopolítico"? ¿Abandonan los rusos su candidez proverbial de la etapa Andropov-Gorbachov-Yeltsin que estuvo a punto de llevarlos a su defunción de no haber sido por los errores garrafales que cometió EU en Medio Oriente, lo cual redimensionó al mundo geoenergético? Para ser estrictos, la candidez rusa, un derrotismo suicida de inexplicable descerebración conceptual, se gestó durante el estancamiento de la etapa Brejnev y se propagó durante el periodo Andropov y, sobre todo, con el mariscal Nikolai Ogarkov (ver Bajo la Lupa, 14/8/05 y 6/11/05).
Nadie está alentando a una guerra nuclear entre las dos superpotencias, menos Bajo la Lupa que simboliza una gota de agua pacifista en el océano bélico, pero no se puede llegar a tanta irresponsabilidad en los asuntos internacionales que alcanzó como nadie Boris Nikolayevich Yeltsin, quien desmanteló, más que la infraestructura estratégica, el alma grandiosa del pueblo ruso totalmente postrado y castrado frente a EU, lo cual por fortuna, para los rusos y el mundo, parece desear revertir el zar Vladimir Putin.
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