Sunday, April 08, 2007

¿Se salva Iran?

¿Pacto de defensa entre Irán y Arabia Saudita?


Pervez Musharraf, presidente de Pakistán, íntimo de los sauditas, se ha acercado a Irán para la construcción del oleoducto que llegará a India Foto: Ap
Al cinco para la medianoche del inminente bombardeo, quizá nuclear, de la dupla israelí-estadunidense (¿británica?) contra 17 de las 20 plantas atómicas de Irán ("escenario Ivachov"), no creímos haber acertado tanto en nuestra hipótesis de "acercamiento" entre Arabia Saudita e Irán (Ver: "¿Frustró el rey saudita el bombardeo contra Irán?"; Bajo la Lupa, 1/4/07).
Seguimos el invaluable consejo del general Wesley Clark, anterior comandante en jefe de la OTAN, quien sustenta que la prensa israelí constituye el mejor barómetro para seguir los tambores de guerra de Estados Unidos (¡súper sic!) -desde luego, mucho mejor que la mendaz prensa ilegible de EU, sometida a los "intereses", ya ni siquiera al "capital", de "la gente del dinero de Nueva York" (general Clark dixit).
Debka, presunto portal del Mossad israelí, no oculta su amargura: "Irán se reconcilia con los árabes, empezando por los sauditas" (1/4/07). Sobredimensiona la presencia de Manouchehr Mottaki, el canciller persa, como el "invitado de honor no árabe" en la cumbre de Ryad de la Liga Arabe.
Se equivoca: también asistió el general Pervez Musharraf, presidente de Pakistán, otro "no árabe" pero íntimo de los sauditas y quien se ha acercado a Irán para la construcción del oleoducto que llegue a India (y en un descuido hasta China). El oleoducto, que vincula los pletóricos yacimientos de gas de Irán a Pakistán e India, ambos huérfanos de "oro negro", representa otra jugada maestra de alcance geoestratégico del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad.
A Debka le falta poco para convertir al canciller iraní en héroe mítico, al haber conseguido "vender (sic) la noción de un pacto mutuo de defensa entre Irán y los árabes en las mismas líneas del pacto entre Teherán y Damasco", lo cual "tranquilizaría los temores árabes en referencia a la amenaza (sic) nuclear iraní, detendría la carrera armamentista, otorgaría a los árabes un paraguas protector contra la agresión israelí y establecería un frente árabo-islámico contra EU y otras (sic) intervenciones extranjeras en la región".
Exagera Debka en el amarre de sus navajas ponzoñosas: de parte de Arabia Saudita y Egipto no existe predisposición a crear un "frente árabo-islámico contra EU", quien ha invadido masivamente la región, y no al revés. La postura de árabes e iraníes es de legítima defensa, y hasta donde detectamos ninguno se ha desplegado militarmente en la frontera mexicana de Texas, repleto de armas nucleares. Otra exageración: Irán tiene un proyecto nuclear que inició Estados Unidos con el sha, pero todavía no detenta bombas nucleares tangibles como Israel.
A juicio de Debka, el grupo del canciller saudita Saud al-Faisal, partidario de la colaboración con Irán y el cese de la dependencia con EU, ganó la partida a la facción de Bandar bin-sultan, un íntimo de Baby Bush. Es interesante que la usualmente muy bien informada prensa árabe, en su conjunto, no reporte el supuesto "pacto de defensa" entre persas y árabes, ni siquiera la más mínima insinuación.
Va a ser muy sencillo detectar en los próximos días su existencia en los frentes múltiples de guerra entre sunitas y chiítas, donde todavía chocan los intereses directos de Arabia Saudita e Irán por conducto de sus aliados interpósitos: golfo Pérsico, Irak, Palestina, Líbano y Siria; pero, más que nada, en la cotización del "oro negro".
Lo real es que si los iraníes consiguen congelar el letal dumping petrolero de los sauditas, que desea la dupla anglosajona, pues habrán ganado con creces la partida. A final de cuentas, la "gran estrategia", para citar el pensamiento moderno chino, versa sobre el petróleo. El portal israelí se luce con lujo de detalles de alto espionaje y afirma que la "cada vez más creciente cooperación diplomática" entre Arabia Saudita e Irán en la región "se extenderá al ámbito militar".
Pronto, Egipto, principal potencia militar de los árabes, también sin armas nucleares, restablecerá las relaciones diplomáticas rotas con el ayatola Jomeini. Sin duda, se trataría de una prístina señal. No pasó inadvertido el desayuno en El Cairo entre el presidente egipcio Hosni Mubarak con el anterior presidente iraní, Mohamed Jatami, quien dirige el Centro del Diálogo de las Civilizaciones.
Inmediatamente después de la cumbre de Ryad, tanto Irán como Israel juraron que el otro estaba listo para invadir a los vecinos árabes en el próximo verano ardiente. Tiene más sustento la acusación iraní que la inventiva israelí, que va perdiendo en todos los frentes.
Si algún efecto benéfico tuvo el hipotético "pacto de defensa" persa-árabe fue ablandar la necia oposición israelí del vapuleado, en el exterior como en el interior, primer ministro Ehud Olmert, quien ahora se resigna a negociar con sus exorcizados de ayer las bondades del plan de paz del rey saudita Abdalá, que lleva años en el cajón de sastre y desastre de la banca israelí-anglosajona.
En una nota extraña -debido a la procedencia, el mensaje y el mensajero-, Pakistan Times (1/4/07), desde su corresponsalía en Washington (¡ojo), pone en relieve las supuestas "advertencias" del rey saudita Abdalá al presidente Ahmadinejad de "no subestimar las amenazas militares estadunidenses", por lo que no "debía jugar con fuego", ya que las "amenazas son palpables". El rey habría proferido varias admoniciones al presidente iraní: cesar el enriquecimiento de uranio y demorar hasta cinco años su reanudación en mejores circunstancias; detener su interferencia en los "asuntos árabes", de lo que se quejan árabes e islámicos por igual, y liberar a los 15 marinos británicos. Como que suena más al bélico estilo perentorio de Dick Cheney que al rey saudita Abdalá.
Zbigniew Brzezinski, ex asesor de seguridad con Carter y a quien tocó lidiar con el secuestro de los estadunidenses en Teherán, ha estado muy prolijo en advertir en diversas columnas y foros sobre una nueva aventura militar de su país, que desembocaría en un "desastre". En forma insólita fue censurado en su comparecencia ante el Congreso, donde expuso el ominoso escenario de un atentado mayúsculo en suelo estadunidense endosado a Irán para disponer de una coartada bélica. Aduce juiciosamente que en los 20 meses que le quedan a Bush, habría que evitar una "combustión espontánea".
No somos nadie para propinar consejos, menos cuando no han sido solicitados, pero recomendamos a nuestros amigos iraníes escuchar la voz de la sapiencia prudente del rey saudita, que algo ha de saber. ¿Cuál es la prisa obsesiva de enriquecer uranio cuando los putrefactos regímenes de Estados Unidos, Israel y Gran Bretaña se desintegran a pasos acelerados?
Arabia Saudita e Irán -quizá estemos soñando- deben colaborar de manera estrecha, con o sin "pacto de defensa", para remediar el caos generado por la ilegal invasión anglosajona a Irak, que puso de cabeza a la región entera y al mundo. Son 20 meses los que le faltan a Baby Bush de designios paleobíblicos que tienen que padecer el mundo y, en particular, Medio Oriente. En ese lapso puede ser defenestrado por el Congreso. Lo peor sería que los iraníes le procurasen a la banca israelí-anglosajona la coartada bélica que anhelan para (en)cubrir sus catástrofes militares y financieras.

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