Sunday, August 30, 2009

la Cultura de las Tarjetas de Credito

La cultura financiera de las tarjetas de crédito / Parte I. El monopolio de la banca en México

León Carballido*
Martes 7 de julio de 2009

El carácter oligopólico (sugiero poner breve definición) de la economía mexicana es un fenómeno que se presenta en todos los sectores de la actividad económica del país llámese financiero, industrial, agropecuario, alimentario, de telecomunicaciones, energético, extractivo, etc., donde la mayoría de dichas corporaciones son extranjeras, pero manteniendo estrechos vínculos con el grupo de élite que detenta el poder económico y político en el país.
Esta concentración de la riqueza en unas cuantas manos, conlleva que los bienes y servicios alcancen precios excesivos, que están muy por encima del promedio internacional; lo cual se explica gracias a los acuerdos que estas empresas practican entre ellas para no competir, fijar precio, dividirse zonas del mercado, y acordar su participación en licitaciones públicas, con el propósito de obtener una ganancia extraordinaria e ilícita.
Ejemplos de éstos precios oligopólicos en la economía nacional son múltiples, basta señalar casos como el de la telefonía fija, donde las tarifas que pagan los usuarios tienen sobreprecios que rebasan el 300% cuando se las compara con las tarifas más competitivas de los países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)[1].
Misma situación se repite en lo referente a la telefonía celular y el acceso a la banda ancha (internet), caso este último donde la diferencia fue superior a 500% al hacer la comparación con Suiza, país que registró las tarifas más bajas del mercado en 2007; pero, además, con la agravante de que en México la velocidad de acceso máximo es de apenas 4.096 megabits por segundo contra velocidades que alcanzan un promedio de 13.7 megabits en los demás países miembros de la OCDE[2].

Otro ejemplo ilustrativo, es el caso del cemento mexicano, donde la propia Comisión Federal de Competencia, señala que en 2002 la industria del cemento aplicó a sus productos precios que fueron superiores en un 243% más con respecto al promedio internacional de 19 países con el mayor consumo de cemento en el mundo[3].
Pero llama especialmente la atención lo que está sucediendo en la operación de la banca en México, particularmente en lo que se refiere al crédito al consumo, es decir, el mercado de las tarjetas de crédito, que se ha convertido en el préstamo más costoso del mundo, gracias a la complacencia de las autoridades en la materia, que no solo no regulan dicha actividad sino se han convertido en cómplices y abiertos portavoces de los banqueros, avalando los intereses de usura que cobran a los tarjetahabientes.
El mercado de tarjetas de crédito bancarias en México tiene características que indican la falta de competencia en esta industria. El tamaño del mercado es relativamente pequeño: un número reducido de emisores concentra la mayoría de las tarjetas; las tasas de interés se han mantenido elevadas y, en franco crecimiento durante los últimos 12 meses (incremento basado en el pretexto de la crisis financiera internacional), a pesar de que las tasas de referencia (TIIE, CETES y CPP) han disminuido de manera importante, por lo que dichos incrementos no tienen ninguna base sólida que la justifiquen, salvo el afán desmedido de lucro y voracidad de los banqueros.
Según articulistas como Carlos Fernández-Vega, del diario La Jornada quien afirma en una de sus notas que, “cuatro bancos grandes concentraron 83.26 por ciento de la asignación total de este crédito (dinero de plástico) en febrero de 2009; de los cuales los dos bancos dominantes, Bancomer y Banamex, concentraron más de 56.15 por ciento. Los dos bancos grandes no dominantes (Santander y HSBC) concentraron 27.11 por ciento”.
El 16.74% restante se distribuye entre los demás bancos, (alrededor de 39) que conforman el sistema financiero mexicano, aunque no todos operan tarjetas de crédito.



La cultura financiera de las tarjetas de crédito / Parte II
El costo de las tarjetas de crédito en México

León Carballido*
Jueves 9 de julio de 2009
El estudio "Evolución de las tasas de interés activas, pasivas, y su entorno internacional" del Centro de Estudios de las Finazas Públicas[4], sostiene que la colocación de plásticos en México se elevó en 328 % el número de tarjetas de crédito expedidas en el país, al pasar de 6.1 millones a 26.1 millones de emisiones hechas entre 2001 y 2008 respectivamente.
Dicho estudio llega a resultados similares a los obtenidos en nuestro análisis en cuanto al comportamiento de las tasas de interés promedio que pasó de 46.8% en 2000 a niveles de 39.5 por ciento para 2006, pero posteriormente se incrementó a 50.7 por ciento en abril de 2009 (Gráfica I).
Mientras que en 1996, según consigna el estudio de José Luis Negrín y Pascual O’Dogherty [5], la tasa de la tarjeta se encontraba alrededor de 26 puntos por arriba de la tasa de referencia, es decir, de la Tasa de Interés Interbancario de Equilibrio (TIIE); en el 2000, según nuestras cifras la diferencia aumentó a 29.9 puntos; para 2005 esta diferencia se ubicó en 30.8 y para abril de 2009 ésta ya había alcanzado 43.9 puntos porcentuales, lo que habla de la ampliación sostenida de la brecha existente entre ambas tasas (Gráfica II).
Para darnos una idea del rango de oscilación entre la tasa más alta y la más baja que se aplicaron en el país, el Centro de Estudios de las Finazas Públicas mencionado arriba, afirma que el Costo Anual Total (CAT) en diciembre del 2008 alcanzó en el caso de tarjetas de crédito como la Spira Clásica del Banco Invex, hasta 113 por ciento. Por el contrario, los plásticos que registraron los costos más bajos por año, son la tarjeta clásica del Banco Afirme, con 47.6 por ciento; seguida de la EFE clásica de Inbursa, con 50.7 por ciento.
Asimismo, el estudio subraya que en América Latina, Chile ocupó el primer lugar en el cobro de intereses en tarjetas de crédito en enero pasado, con un registro de 50.6 por ciento; mientras que México se encuentra en el segundo sitio con 41.9 por ciento, seguido de Perú, con 38.0 y Colombia, con 28 por ciento.
Sin embargo, cuando se consideran promedios anuales los estudios revelan que México ocupó el primer sitio en la región en 2008, al oscilar sus tasas de cobro entre 32 y 66 por ciento contra 47 y 53 que se aplicó en Chile como máximo, pasando así a ocupar el segundo sitio de país más caro[6].
En contraste, las diferencias se acentúan si la comparación se lleva a cabo respecto a países con sistemas financieros desarrollados y cuyos mercados cuentan con un mayor grado de regulación de parte de sus autoridades financieras como Canadá, en donde las tasas se ubican en un rango de entre 17 y 20 por ciento, España se sitúa entre 8 y 25% y Estados Unidos que registra tasas de entre 8 y 16 por ciento.
Los datos anteriores muestran que las tasas de interés que se cobran en México son exageradamente altas y su determinación es arbitraria, pues su fijación se deja al criterio de cada institución bancaria, sin sujetarse a ninguna tasa de referencia tal como sucede en otros países. Su tendencia es contraria al comportamiento de los principales indicadores económicos y financieros del país.
Así por ejemplo, de acuerdo con cifras de INEGI, el PIB creció apenas 2.3% en promedio durante el sexenio de Vicente Fox (2001-2006), e igual promedio se registró para los dos primeros años de la presente administración (2007-2008), pero con una caída brutal de menos 8.2 por ciento en el primer trimestre de este año y, de acuerdo a cálculos más optimistas, una cifra anual que se estima sea de menos7 por ciento para el cierre de 2009.
En cuanto a la tasa de inflación, ésta fue de 8.7 en el 2000, de 3.3 en el 2005 y de 6.17 por ciento en abril de 2009. Por su parte la TIIE, tuvo un comportamiento descendente sostenido de 17.0, 9.6 y 6.7 para el mismo periodo respectivamente (Gráfica II).
En este sentido coincidimos plenamente con Patricia Rodríguez López, especialista del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, quien señala que los bancos han aumentado los costos y las tasas de interés de las tarjetas de crédito en el país, "sin una referencia clara de porqué se hace"[7], pues los indicadores que supuestamente son la base para su cálculo, muestran una tendencia totalmente contraria.
Cabe hacer mención que hasta antes de la privatización bancaria, operada a principios de la década de los años 90 (90-94), los bancos sí consideraban la tasa de referencia emitida por el Banco de México para fijar sus tasas, pero esta práctica fue dejada en el abandono para dar lugar a manos libres de los banqueros para determinar sus tasas, bajo el argumento de que en el sector debe prevalecer la “libre y sana competencia”.

Hoy en día, en los países donde se observan tasas bajas como Canadá, Estados Unidos y los países europeos, las tasas son fijadas con base en la tasa de referencia de sus bancos centrales y, aún así, las autoridades de dichos países se están pronunciando por endurecer las medidas de control a la banca, como las que promovió recientemente el gobierno de Obama en el Congreso de los Estados Unidos, tendientes a establecer regulaciones más estrictas a las tarjetas de crédito que favorezcan a los consumidores[8].
De esto se deduce que de haber una regulación adecuada en el sistema financiero nacional, que ordene la operación del sector bajo los parámetros de los indicadores que definen el entorno económico del país, los servicios de la banca, en general, serían mucho más baratos y accesibles para los usuarios y sin que la operación deje de ser rentable para los dueños.
Por tanto, en las condiciones actuales de la economía nacional, proponemos fijar un tope máximo de 5 puntos porcentuales por arriba de la tasa de referencia (TIIE). Lo que significa que en los niveles actuales de la TIIE de 5.0% a 28 días[9], la tasa de interés máxima debería ser de 10 por ciento anual[10] y no del 100 por ciento como cobran algunos bancos.
De acuerdo a dicha consideración, la tasa cobrada de esa manera, a la que denominaremos “tasa ética”, tendría un comportamiento acorde a los parámetros de la economía nacional, tal como se observa en la Gráfica I.






La cultura financiera de las tarjetas de crédito / Parte III
Los defensores del “libre mercado” (economía globalizada)

León Carballido*
Sábado 11 de julio de 2009
La idea de regular la operación de las tarjetas de crédito en México, imponer un tope a las tasas de interés que los bancos cobran a los usuarios, disminuir ésta a niveles de entre 5 y 10 por ciento anuales, contrasta con la postura que sostienen los panegíricos del modelo neoliberal como César Castro, analista económico del Centro de Análisis y Proyecciones Económicas para México (CAPEM), quien en entrevista con Engge Chavarría de Excélsior el día 3 de febrero de 2009, afirmó que en razón de que los bancos establecidos en México son en su mayoría extranjeros y están muy castigados por la crisis financiera, éstos podrían subir aún más sus tasas en los siguientes meses, pues detalló: “En el país la liquidez que había disponible desafortunadamente se está yendo por la mala situación financiera que están pasando sus matrices en su país de origen”.
Otro “teórico” que defiende a la banca a ultranza es Isaac Katz, académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), quien sostuvo que “la banca pugnará por tasas de interés arriba del 30 por ciento, debido a que el tarjetahabiente deja en garantía sólo su firma” [11].
Pero lo más lamentable de todo esto, es el papel vergonzoso que han venido desempeñado las propias autoridades mexicanas encargadas de la tarea regulatoria y de defensa del consumidor frente a los abusos de la banca, quienes olvidándose de su encomienda se han asumido en resueltos defensores de los banqueros.
Así, Chavarría señala que Guillermo Ortiz Martínez, gobernador del banco central, defiende los puntos de vista tanto de Castro como de Katz, al afirmar que si bien “la tasa referencial ha comenzado a disminuir en las últimas semanas, ello no implicaba ningún beneficio directo para los consumidores”.
A esta lista habría que agregar a nuestros “representantes” en el Congreso de la Unión, quienes no han tenido reparo en utilizar los mismos argumentos endebles que utilizan los banqueros para rechazar la aprobación de una legislación más estricta que ponga un tope a las tasas de interés bancarias.
Mención especial merece el tristemente célebre “economista” Luis Pazos de la Torre, titular de la CONDUSEF, funcionario que actúa totalmente a espaldas de la encomienda de defender al usuario de los servicios financieros y, en cambio, se ha convertido en uno de los defensores más firmes y vehementes de los intereses de la banca en México, al permitir que éstos operen en la más completa impunidad, violentando las leyes mexicanas y atentando contra la maltrecha economía y dignidad de quienes recurren a los servicios bancarios.
Ésta es la clase de “lideres” apóstatas a quienes Robert Lansing, Secretario de Estado del entonces presidente Woodrow Wilson, se refería en uno de sus discursos de 1924, para gobernar y dominar México a favor de los intereses de los Estados Unidos, sin necesidad de llegar a una declaratoria de guerra:
“México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta controlar a un solo hombre; el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano americano, eso llevaría otra vez a la guerra. La solución requiere de más tiempo; debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo por educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de EU. México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la presidencia. Sin necesidad de que EU gaste un centavo o dispare un tiro, ellos harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”



Desafortunadamente esta predicción hecha por Lansing en aquellos años, se ha cumplido a cabalidad a partir de la adopción del modelo económico neoliberal en México, ocurrida a principios de los años 80, donde los artífices de su aplicación fueron precisamente ese grupo de “jóvenes mexicanos ambiciosos” educados en las más prestigiosas universidades extranjeras y que, a la postre, llegarían a convertirse en los mejores defensores de los intereses económicos de las potencias neocolonialistas que actualmente asfixian al país.
La postura de ignominia que guardan estos “gobernantes” frente a los intereses del pueblo mexicano, es difícil de comprender, pero tampoco es la primera vez que México registra este tipo de impostores a su causa, nuestra historia nos recuerda a otros muchos personajes nefastos que han dañado mucho la integridad del país y, que han estado presentes desde los mismos albores de la independencia hasta nuestros días. Pero pese a sus múltiples maquinaciones, éstos no han logrado destruir al país del todo, pues surge siempre, en los momentos más difíciles, el espíritu guerrero de los mexicanos auténticos para rescatar a su patria del agravio que le cierne; así ha sucedido en el pasado y así sucederá hoy y siempre que el país lo requiera.
A manera de conclusión, ante el costo tan alto de las tasas de interés de las tarjetas de crédito en México, así como la deficiente regulación que existe en la banca y el abandono de los deudores a su suerte por parte de las autoridades financieras, lo que se recomienda a la población es revisar sus adeudos, buscar una renegociación que les favorezca en la liquidación del mismo y saldar la deuda lo más pronto posible, aplazando el consumo no necesario, además de no utilizar el crédito bancario para cuestiones básicas como la compra de alimentos, pues esto encarece aún más el costo de la vida.
Asimismo, se invita a todos aquellos usuarios que tienen problemas con sus pagos de tarjeta de crédito o aquellos que están a punto de llegar a tenerlos con sus bancos, acudan a las sedes de la Casa del Movimiento ubicadas en las 16 delegaciones del Distrito Federal y en las 31 entidades federativas, donde con gusto se les brindará la orientación y asesoría que soliciten.
A continuación damos el vínculo de la Casa del Movimiento, donde se podrá consultar sus ubicaciones en el D.F. e interior del país:
http://casasdelmovimiento.blogspot.com/
La cultura financiera de las tarjetas de crédito / Parte IV
Solución al problema de la cartera vencida

León Carballido*
Domingo 12 de julio de 2009
Como reflejo del deterioro económico del país, la pérdida de empleo y la menor capacidad adquisitiva de la población, la morosidad de la cartera vencida entre los usuarios de las tarjetas de crédito ha cobrado un mayor impulso durante los últimos meses, informó la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), señalando que a mayo de 2009, la cartera vencida alcanzó la cifra de 33 mil 187 millones de pesos, lo que representa un incremento de 5.17 por ciento respecto del cierre de 2008.
Esta misma institución reporta que a noviembre de 2008, los dos bancos más grandes del país, BBVA y Banamex, que concentran 57 por ciento de la cartera, tuvieron un índice de morosidad ligeramente menor que el promedio (10.32%); sin embargo, los bancos de mediana participación alcanzaron niveles de morosidad que empiezan a complicar su manejo: HSBC (15 por ciento), Banorte (12 por ciento) y Santander (11 por ciento).
De acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), el índice de morosidad, luego de que registró un mínimo de 2.7% en 2004, ha ido en aumento en los últimos años, hasta alcanzar 6.9% en 2007, 10.5 el año pasado y 12.0% en junio de este año. En su óptica, dicho problema deriva básicamente de la promoción acelerada de tarjetas de crédito sin las evaluaciones suficientes y el inadecuado manejo del pago mínimo.
Según cifras de la Asociación de Bancos de México (AMB), en el país existen alrededor de 16 millones de tarjetahabientes, con 26.5 millones de plásticos, de los cuales se estima que 2 millones de personas tienen problemas con el pago mínimo y han caído en cartera vencida. Situación que seguirá creciendo debido al entorno desfavorable de la economía nacional e internacional y el poco interés que la banca ha mostrado en ofrecer alternativas reales que ayuden a los morosos a saldar sus deudas en condiciones más favorables.
Pero, las alternativas que la banca propone como solución al problema, son simples paliativos, pues invitan al cliente a que reestructure su deuda bajo los mismos esquemas agiotistas a que están acostumbrados[12], por ejemplo, ampliando el plazo del pago, para así ajustarse a la capacidad de pago del deudor, pero aplicando la misma tasa o inclusive a una tasa mayor; o bien, ofreciendo saldar únicamente el capital, cuando dicha capital ya fue cubierto hasta dos o tres veces por el tarjetahabiente; o donde ofrecen rebajas a la tasa o el capital, cuando éste último ya está inflado de por sí, por la capitalización de los intereses moratorios y otros diversos cargos por comisiones. Al tiempo de continuar fomentando incrementos a las tasas de los tarjetahabientes normales, dizque para resarcir sus pérdidas por los que se encuentran en mora.
Todas estas medidas sólo contribuyen a potenciar aún más la problemática, dado que lo que realmente ocultan es su renuencia a disminuir sus pingües ganancias y, en empezar a hacer “méritos” para un nuevo rescate por parte del gobierno a través de un segundo FOBAPROA, a pesar de que sus pérdidas por cartera vencida están ya cubiertas por un seguro de deudas incobrables, pero que todavía tienen el descaro de negociar con los tristemente “celebres” despachos de cobranza, que solo lleva a exprimir y empobrecer aún más al deudor.
Este mecanismo de elevación artificial de la deuda, que abona a la deuda ficticia, fue precisamente lo que provocó la quiebra de la bolsa neoyorkina del Wall Street en 2008 y dio origen a la actual crisis sistémica de la economía mundial; solo que en este caso no fue con los créditos “plásticos”, sino con los hipotecarios, conocidos como “bonos chatarra”.
Por consiguiente, la solución al problema de la cartera vencida, en tanto que ya constituye una problemática social, merece un tratamiento más de fondo, con el concurso de todos los protagonistas: banca, deudores y gobierno, a fin de encontrar una solución integral al caso, como, por ejemplo, el diseño de un Programa de Rescate Emergente a Deudores, donde se plantee un esquema de pago más justo y legal, que contemple cuando menos los siguientes aspectos:
§ Las condiciones del entorno económico.
§ Eliminación del adeudo la capitalización de los intereses moratorios y comisiones diversas.
§ Reestructuración con quitas y condonaciones, tanto de capital como intereses.
§ Suspensión inmediata del acoso y amenazas de los despachos jurídicos a los deudores.
§ Trato digno al deudor (pues éste no es un delincuente, sino una víctima).
§ Imponer tope a las tasas de interés, entre otras medidas.
Se anticipa que dicho arreglo no será fácil, sobre todo cuando los principales centros para la toma de decisiones, como los órganos de gobierno y justicia, se encuentran en manos neoliberales. Desgraciadamente el pueblo mexicano seguirá atrapado en las redes de este nefasto modelo y de sus representantes, mientras no se organice y proponga un modelo económico alternativo de nación, que sea más equitativo y justo y que integre a todos los estratos sociales de la nación.


La cultura financiera de las tarjetas de crédito / Parte V
La práctica de la usura bancaria en México

León Carballido*
Lunes 13 de julio de 2009
En un artículo anterior, “El costo de las tarjetas de crédito en México”, hicimos mención de que los tarjetahabientes mexicanos pagamos tasas que en promedio superan 341 por ciento a su costo real, lo cual nos habla de una ganancia extraordinaria, producto de las condiciones de privilegio que gozan las instituciones que operan este tipo de instrumentos en el país[13].
Exceso que se manifiesta en las altas utilidades que los bancos exhiben en la operación de las tarjetas de crédito, representando el 40% del total de sus ganancias en 2007 (52 mil millones de pesos) y 20% el año pasado (57 mil millones), de acuerdo con datos de la propia Asociación de Bancos de México (AMB) y de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF).
Lo mismo sucede con los márgenes de intermediación donde existe un diferencial de 10 a 15 veces (40 a 70 puntos porcentuales) entre lo que se paga a los ahorradores (tasa pasiva) y la que se cobra a los tarjetahabientes (tasa activa).
A este respecto, Juan Ramón Jiménez de León sostiene, en su artículo “Dinero Plástico”, que “Las tasas de interés que cobra la banca (interés activo) son de las mas caras del mundo. En un país en donde el ingreso per capita es 50 veces menor que en los EUA y en donde las tasas activas son 5 veces mayores que en los mismos EUA, se considera como un crimen económico masivo”.
Vale decir que la ganancia que se obtiene en condiciones de excepción o de franca ventaja frente a los principales indicadores cuantitativos que sirven de marco de referencia a la actividad económica, se le llama anormal o extraordinaria y se considera como un fraude que está tipificado en el Código Penal Federal como delito de usura (artículo 387, fracción VIII).
Pero los banqueros se defienden diciendo que las altas tasas que cobran, se debe a múltiples factores, entre los que destacan: los altos costos operativos que tiene la banca (de personal, fondeo, insumos, etc.), a la falta de seguridad jurídica para hacer valer las garantías de embargo, al avance de la cartera vencida, a la inflación, a la crisis económica, al mal uso del crédito por parte del cliente o al mayor riesgo país que existe en México[14], entre otras argucias.
Sin embargo, a nuestro entender, el principal causante del problema de la cartera vencida de las tarjetas de crédito, que hoy padecen millones de mexicanos, es la práctica de la usura y, en un segundo plano, a la mala situación económica por la que atraviesa el país; por lo que resulta urgente la necesidad de regular y controlar el mercado de las tarjetas de crédito, imponiendo techos máximos a las tasas de interés, si se quiere evitar que el problema empeore y se salga de control.
Afortunadamente, la gente está empezando a entender que lo que realmente encubre este tipo de afirmaciones es la voracidad desmedida de lucro que tienen estos banqueros, que actúan sin ningún escrúpulo ético o moral, pues para ellos lo único que cuenta es el estímulo de la ganancia por la ganancia misma o, lo que es lo mismo, el imperio del utilitarismo por encima de las necesidades básicas del ser humano.
Preceptos propios en que se fundamenta la economía especulativa y depredadora del modelo neoliberal o de “libre mercado”, al que rinden culto estos perversos personajes, dueños del gran capital, así como los gobernantes en turno, pues la usura bancaria solo es posible entenderla con el concurso de las autoridades, que incuban su desarrollo y solapan su práctica, ya sea por ignorancia, colusión o ineficiencia, al eludir la aplicación de las medidas regulatorias y de control que por mandato constitucional la ciudadanía les hemos encomendado.
Por consiguiente, y tal como hemos venido sosteniendo en otros artículos, las tasas no deben sobrepasar a un tope máximo de 5 puntos porcentuales por arriba de la tasa de referencia (TIIE); lo que quiere decir que, en las condiciones actuales de la economía nacional, las tasas aplicables a las tarjetas de crédito, como máximo, deberían estar fluctuando en un rango de entre 5 y 10 por ciento anuales.













La cultura financiera de las tarjetas de crédito / Parte VI
Guía básica de los deudores con problemas de pago

León Carballido*
Martes 14 de julio de 2009
Un ama de casa me comentó que un día fueron de compras al “super” ella y su pequeña hija de escasos 5 años de edad, a comprar la despensa del mes, ya de salida de la tienda la pequeña insistía en que la madre le comprase la muñeca que le tenía prometido, ella le contestó que ya no llevaba más dinero más que para el pasaje de regreso a casa, a lo que la niña replicó diciendo que por qué no pagaba la muñeca con la tarjeta de crédito, con eso no necesitaba tener dinero.
La lógica de esta niña ejemplifica bien nuestra actitud de comprar hoy y posponer el pago para mañana, utilizando la tarjeta de crédito; lo cual no es malo, el problema empieza cuando decidimos abonar sólo el pago mínimo y continuamos financiándonos de esta forma hasta que un día los pagos llegan a ser superiores a nuestros ingresos, entonces empieza el calvario, porque ya no podemos ni siquiera cubrir el mínimo, cuyo manejo se complica con las altas tasas que fija el banco y la difícil situación económica del país, dando como resultado el quedarnos atrapados en la “trampa” de una deuda impagable.
Joan Lanzagorta, resume bien este problema es su artículo “Reglas básicas de seguridad que nos alejan de los problemas financieros” y nos dice lo siguiente:
“Si no nos alcanza hoy, no podremos pagarlo mañana” […] “El problema es que el destino nos alcanza. Estamos acostumbrados ya a gastar más de lo que ganamos, ya que todo lo financiamos”.
Y bueno, sucede que ese destino nos ha alcanzado y hemos dejado de pagar al banco, se apodera de nosotros el temor y la angustia, y no sabemos cómo enfrentar la situación sin eludir nuestra responsabilidad, exponer a la familia al descrédito o quebrantar nuestra salud. A continuación algunos puntos básicos que deberemos observar:
Primero.- Tomemos unos minutos para reflexionar y, darnos cuenta que no somos delincuentes, ni unos irresponsables como nos han hecho creer; sino más bien, una víctima más de la impunidad e injusticia de la banca agiotista. Recordemos que los contratos que rigen entre bancos y clientes para otorgar una tarjeta de crédito, son de carácter civil, que se fundamenta en la buena fe de las partes, por lo que el incumplimiento en su pago, no amerita prisión, tal como lo establece el artículo 17 de nuestra Carta Magna.
Segundo.- Debemos estar conscientes que el problema no lo generamos solo nosotros, sino también son corresponsables la banca y las autoridades encargadas de su regulación. Por lo que habremos de prepararnos conociendo nuestros derechos como consumidores, las leyes que nos amparan[15], así como los excesos de que hemos sido objetos, evitando así que saquen ventaja nuestros acreedores al momento de entablar la negociación para el pago de la deuda.
Tercero.- Estar preparados para sortear el acoso del banco que, durante los dos primeros meses, nos van a estar llamando a diario para que les paguemos, a partir del tercer mes hablarán para negociar el pago y ofrecerán reducir la deuda. No recomiendo que les paguemos, porque eso equivaldría a regalarles nuestro dinero, es mejor resistir las presiones. El cuarto mes (a veces desde el tercero) pasan la deuda a una agencia de cobranza quienes nos harán llegar citatorios intimidatorios de embargos, cobros, etc.; pero es preciso no hacerles caso, ya que este tipo de empresas operan en forma ilegal.
Los acosos y amenazas a través de llamadas telefónicas, visitas domiciliarias, citatorios, etc. deben ser denunciados ante la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), cuyo sitio es http://www.condusef.gob.mx/
Cuarto.- Mientras tanto, en lo que llegamos a entablar una negociación con el banco, a fin de hallar las mejores condiciones de pago, es preciso seguir ahorrando (por ejemplo lo que pagábamos del mínimo, depositarlo en una cuenta de ahorro), integrar nuestro expediente del monto que debemos, es decir, a partir de los estados de cuenta que el banco nos envía, calcular cuánto dinero nos prestó y cuánto le hemos pagado, excluyendo los intereses moratorios y comisiones extraordinarias. De esta forma, sabremos con exactitud, a cuánto asciende el importe de nuestra deuda, mismo que servirá de base en la negociación que llevaremos a cabo más adelante y no la cantidad que el banco nos señale.
¡Advertencia!, una vez que se tomó la decisión de suspender pagos, se debe tener cuidado con las cuentas de débito que se tengan en el banco, ya que en los últimos contratos están incorporando una cláusula que autoriza al banco el cobro de los pagos atrasados o, aquellos que fueron omitidos por el tarjetahabiente, de dichas cuentas.
Quinto.- Presentar por escrito nuestra queja o denuncia a la CONDUSEF y al Ombudsman del banco acreedor, a fin de exponerles los motivos de suspensión del pago, el monto que reconocemos como adeudo, el desconocimiento de la cantidad que reclama el banco. También deberemos especificar en la carta nuestra capacidad de pago y la clase de solución que estamos buscando. En caso de que podamos demostrar ante un juez que somos insolventes económicamente, entonces se puede solicitar un juicio de Concurso Civil Voluntario[16] para que el banco haga uso del seguro de deudas incobrables, con lo cual el deudor quedará liberado a través de una orden de condonación de pagos, emitida por el juez.
Sexto.- Sin embargo, es probable que el deudor al momento de efectuar el cálculo de su adeudo, se percate de que éste ya fue cubierto con creces, en cuyo caso lo que procede es solicitar al banco la cancelación de dicha deuda, ya que si el banco nos prestó dinero con intereses muy altos y ya le hemos pagado más de lo que nos prestó, dicho banco incurre en un fraude, que está tipificado como delito de usura en el Código Penal Federal, artículo 387, fracción VIII.
Séptimo.- Recomendamos a la gente no negarse a pagar su adeudo o, declararse en moratoria de pagos, porque esto resultará bastante molesto para el deudor, ya que el Buró de Crédito lo boletinará durante 7 años y, el banco o los despachos de cobranza extrajudiciales, continuarán con el acoso y la amenaza durante mucho tiempo. De darse el caso, existe la posibilidad de que el banco demande al deudor. Un juicio por embargo puede llevar hasta 3 años, pero mientras no neguemos la deuda, dicha demanda no prospera, por lo que nuestro lema deberá ser “debo no niego, pago lo justo”. Aquí no incitamos a la gente a la cultura del no pago, sino a defender sus derechos contra el abuso y atraco cometido por los banqueros.
Octavo.- Debemos tener cuidado en no firmar ninguna reestructuración si no estamos seguros de poder efectuar los pagos, porque esta vez sí nos pueden embargar o meter a la cárcel, de acuerdo a las nuevas cláusulas que hayan incluido en el contrato. Además, es muy importante saber que al estampar nuestra firma estamos renovando adeudos que tal vez ya expiraron, pues los pagarés o vouchers prescriben a los tres años, según establece la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito en su artículo 228 v.
Noveno.- No firmar ningún acuerdo con despachos de cobranza o administradoras de carteras, ya que como quedó asentado arriba, éstas empresas operan en la ilegalidad[17], son verdaderos “coyotes financieros” que se escudan en la falta de cultura financiera y jurídica de la gente, para acosar al cliente con amenazas de embargo de sus bienes o meterlo a la cárcel, a fin de obligarlo a firmar un nuevo contrato bajo nuevas condiciones y con garantías de por medio como la factura del carro, los enseres domésticos o, inclusive, la escritura de la casa. Todos estos métodos intimidatorios no tienen ningún sustento jurídico y, en el caso de una orden de embargo o encarcelamiento, ésta sólo puede provenir de la sentencia de un juez, como resultado de una demanda interpuesta por el banco. Por lo que hay que denunciar, de inmediato, la suplantación de funciones en que incurren este tipo de empresas.
¡Cuidado!, una vez que el deudor ha firmado un nuevo contrato, con el banco o algún despacho de cobranza, bajo las condiciones que ellos establecen, en caso de un nuevo incumplimiento de parte del deudor, ahora sí pueden proceder al embargo de sus bienes conforme a la ley.
Décimo.- Se recomienda a la gente solicitar asesoría legal antes de acceder a reestructurar cualquier adeudo bancario. Pero se debe tener cuidado en no caer en manos de despachos de dudosa reputación, quienes terminarán por exprimir al deudor, cobrándole grandes cantidades de dinero por llevar su caso y, en muchas ocasiones con resultados inciertos. Antes de eligir, es necesario indagar primero sobre la seriedad del despacho y pedir referencias del mismo. Lamentablemente hay muy pocas instancias serias que prestan orientación y asesoría al deudor, pero les sugiero recurrir a las siguientes ligas:
www.defensadeldeudor.org
www.proteccionaltarjetahabiente.org.mx/
http://www.fundacionvidadigna.org/index-principal.php
http://www.ifdp.cjf.gob.mx/
http://casasdelmovimiento.blogspot.com/
Sitios en donde se podrán consultar los números telefónicos, horarios y ubicación de sus oficinas en el Distrito Federal y en el interior de la República, en donde con gusto serán escuchados y atendidos. Algunos de éstos piden cuotas de suscripción para brindar la asesoría, pero otros proporcionan el servicio en forma gratuita, como es el caso de los dos últimos.
Espero que esta guía les permita salir del infierno de la zozobra, que muchos están vivenciando por problemas de adeudo con los bancos y, contribuir así a recuperar su libertad y tranquilidad.

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