Sunday, May 10, 2009

Consecuencias de la Irresponsabilidad Oficial

http://www.proceso.com.mx/
El saldo de la inoperancia oficial

JORGE CARRASCO ARAIZAGASi bien el gobierno federal consideraba inminente una pandemia de influenza, que acarrearía severos daños a la población y a la economía del país, el brote del virus A (H1N1) dejó al descubierto la inoperancia del gobierno de Felipe Calderón para poner en marcha un plan, elaborado desde el sexenio anterior, con el que México supuestamente estaba preparado para una crisis epidemiológica.Sin tener la certeza sobre el número de fallecidos y, sobre todo, de las condiciones en que se produjo el contagio que alarmó y semiparalizó al país desde el 23 de abril, la sociedad mexicana se quedó en vilo cuando el gobierno federal anunció las medidas de emergencia previstas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para una pandemia de influenza.Desde una semana antes, el 16 de abril, debido a un inusitado incremento de los reportes de neumonía en Veracruz y Oaxaca, pero sobre todo en la Ciudad de México, el gobierno mexicano ya había emitido una alerta nacional de salud al organismo de las Naciones Unidas. Incluso, el personal médico del IMSS y del ISSSTE fue alertado entre los días 18 y 19 sobre la contingencia. El aviso a la OMS confirmó que el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza, presentado por México ante el organismo en 2005, sencillamente no se había puesto en marcha porque sólo existe en el papel. La bolita, a la OMSPor haber dado esa alerta y por tratarse de un virus nuevo –cuya letalidad es menor que la inicialmente prevista–, el gobierno de Calderón ahora achaca a la OMS la responsabilidad de la propagación del organismo contagioso en el mundo, a pesar de que su gobierno desestimó el potencial del problema incluso en el Programa Nacional de Salud 2007-2012. La doctora Carmen Soler Claudín, viróloga del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM y jefa de la Unidad de Investigación en Retrovirus Humanos que operó en el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (Indre) entre 1990 y 2000, asegura que el gobierno mexicano presenta ante la OMS los planes como si se cumplieran.“Es un engaño. Cuando sucede este tipo de cosas se les cae el teatro. ¿Por qué, si están tan bien los planes, se ha muerto tanta gente y en otros países no?”, pregunta la investigadora con 25 años de especialización en VIH, en entrevista telefónica.Según las cifras de la OMS, que tiene su sede en Ginebra y que trabaja con los datos que le dan los gobiernos, hasta el pasado viernes 1 de mayo había 367 casos confirmados de influenza en 13 países, de los cuales 156 eran de México, donde se habían registrado nueve decesos. La noche del mismo viernes 1, el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, dio a conocer que esas cifras eran en realidad más altas en el país: 397 casos positivos del virus A (H1N1) y 16 fallecidos; de los cuales 12 eran mujeres y cuatro hombres. De ellos, 11 fueron atendidos en el Distrito Federal, tres en el Estado de México, uno en Oaxaca y otro en Tlaxcala. Nueve de las víctimas tenían entre 21 y 40 años. Hasta ese momento se habían realizado 908 pruebas, con 397 casos positivos; es decir, 43.7% de las muestras. Entre ellos se registraron los 16 decesos. La cifra de contagiados empezó a fluir en México tras la llegada de dos equipos de laboratorio al Distrito Federal y a Veracruz, procedentes de Arizona y California, una semana después de que se declaró la alerta. El equipo permitió el análisis de las muestras correspondientes a las personas ingresadas en los hospitales de todo el país con cuadros de influenza. De acuerdo con testimonios recabados por Proceso en el IMSS y el ISSSTE, los médicos fueron avisados de la emergencia entre 48 y 72 horas después de que el gobierno de México emitiera la alerta a la OMS. Según el director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica, Miguel Ángel Lezana, el organismo de Naciones Unidas reaccionó tarde ante esa alerta porque no fue sino hasta el 18 de abril cuando tuvo conocimiento formal de la notificación.En declaraciones a la agencia de noticias estadunidense AP, difundida el viernes 1 de mayo, el epidemiólogo del gobierno de Calderón aseguró que “aparentemente hubo algún problema. No sé si fue en la oficina de la OPS (Organización Panamericana de la Salud) en México o en Washington (sede la OPS). Tenemos correos electrónicos para demostrar nuestros dichos. Hicimos lo que teníamos que hacer”. También a The Wall Street Journal le declaró Lezana que la alerta se notificó el 16 de abril, según la versión que publicó el diario el viernes 1. Conocido el reclamo en México, el mismo viernes Lezana se desdijo. En declaraciones al noticiario radiofónico de Joaquín López Dóriga, aseguró: “Yo no he hecho ningún reproche. Sólo tengo palabras de reconocimiento” a la OMS.La incapacidad de analizar el virus con recursos propios, resultado del desmantelamiento de la infraestructura de investigación médica en el país desde el gobierno de Ernesto Zedillo, echó abajo los planes y programas que el gobierno mexicano le ha reportado a la OMS para controlar una pandemia de influenza.Elaborado durante la gestión de Julio Frenk como secretario de Salud, el Plan Nacional de Respuesta ante una Pandemia de Influenza inició algunas acciones de capacitación, como simulacros de emergencia, que hasta ahora no han sido seguidas por su sucesor. Si ya de por sí el sexenio pasado había dejado incumplidas las metas del plan, Calderón de plano se limitó a reproducirlo. Sólo en junio de 2007 propuso una “estrategia operativa multisectorial” para mantener el funcionamiento económico y el orden social y civil en caso de una pandemia. Ese mismo año, el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Influenza elaboró un manual para la vigilancia epidemiológica. Hasta ahí su contribución, aunque la vigilancia de la influenza es obligatoria de acuerdo con la Ley General de Salud y la Norma Oficial Mexicana en la materia. El manual tampoco operó para evitar la emergencia sanitaria.Desatada la crisis, y a pesar de que desde el 16 de abril comunicó la alerta nacional de salud a la OMS, no fue sino hasta el día 25 cuando Calderón publicó el decreto por el que facultó a Córdova Villalobos para coordinar todas las acciones para prevenir, controlar y combatir el virus de lo que describió como “influenza estacional epidémica”. Entre esas medidas, prevé “el ingreso a todo tipo de local o casa habitación” para “controlar y combatir” la epidemia. Más sorprendente, y muestra de la inoperancia, fue que apenas el jueves 30 se anunció la emisión de un acuerdo por parte de Córdova Villalobos para ordenar a todas las instituciones del Sistema Nacional de Salud, públicas y privadas, que concentren la información sobre casos de influenza en un sitio de internet del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave). Antes de esa decisión, cada Secretaría de Salud estatal daba sus propias cifras de pacientes sospechosos, casos confirmados y decesos.Nula capacitaciónEl plan de Fox asumido por Calderón en ningún momento consideró la posibilidad de que la pandemia se desarrollara en México. Todos sus escenarios eran de países asiáticos. Entre sus metas, el plan previó una “reserva estratégica” de 1 millón 150 mil dosis antivirales y aumentarlas a 5 millones en tres años. También, 175 mil dosis de antibióticos para casos de complicaciones y en tres años escalar a 300 mil. En el caso de la protección para el personal de salud, anunció una dotación de 10 mil equipos de trajes, mascarillas, respiradores y lentes; mientras que para la población ofreció 10 millones de cubrebocas.Insistente el mensaje oficial para utilizar el cubrebocas, desde los primeros días de la crisis esa protección se agotó en el mercado, incluso para el personal de salud. El día 30, la dirección general del IMSS accedió a que se entregaran cubrebocas de alta eficiencia N95 a 80 médicos residentes del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional La Raza, “aunque no son necesarios para todo el personal residente”, según indicó la institución en su comunicado 138. Ante la escasez, el gobierno de China envió 3 millones de tapabocas y 240 mil protectores profesionales, como parte de un material donado que llegó en los primeros minutos del viernes y que tiene un valor de 4 millones de dólares. Además, ofreció 1 millón de dólares en efectivo y la llegada de más material para el lunes 4 de mayo. España, Japón y Alemania también ofrecieron ayuda.Ante las advertencias internacionales sobre el riesgo de una nueva pandemia, en México se creó en 2001 el Grupo Federal de Seguridad en Salud. Dos años después, se estableció el Comité Nacional para la Seguridad en Salud; en 2004, el Grupo de Trabajo de Pandemia de Influenza y en 2005 se presentó el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza. El plan está concebido para la última de las fases establecidas por la OMS en caso de una pandemia. Desde el pasado miércoles 29 de abril, el organismo mundial elevó el nivel de alerta de pandemia de gripe a la fase 5. Se trata de la penúltima de las etapas previstas, que se caracteriza por la propagación del virus de persona a persona al menos en dos países de una región de la OMS.Aunque la mayoría de los países no se ven afectados en esta fase, de acuerdo con el organismo su declaración “es un indicio claro de inminencia de una pandemia y de que queda poco tiempo para organizar, comunicar y poner en práctica las medidas de mitigación planificadas”. En la fase 6 existe ya una pandemia mundial porque hay brotes comunitarios en al menos un tercer país de una región distinta.El plan contra la pandemia de la influenza siguió a las recomendaciones de la propia OMS luego del surgimiento de la influenza aviar A (H5N1), en 1997, en Hong Kong. El virus reapareció en 2003 en otros países del sureste asiático y se diseminó por Europa y Asia entre 2005 y 2006. Hasta noviembre de ese año, se habían registrado 258 casos, 154 de ellos fatales. Además, consideró lo ocurrido con el SARS, también surgido en Hong Kong, que entre noviembre de 2002 y julio de 2003 afectó a 26 países con 8 mil 98 casos y 774 muertes.Según las estimaciones del gobierno pasado, una vez iniciada una pandemia de influenza, en México se podría infectar entre 10% y 25% de la población. Eso significa, entre 10.7 y 23.3 millones de personas, tomando en cuenta los 107 millones de habitantes del país.En un escenario extremo, llegó a calcular en 35% la población infectada (32.7 millones de personas), con cuadros graves, leves y sin síntomas; 200 mil muertos, 25 millones de consultas y medio millón de hospitalizaciones. El actual gobierno estima en 25% la población afectada, según los datos que dio la directora general adjunta del Indre, Celia Mercedes Alpuche, el 20 de septiembre del año pasado durante una reu-nión con la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados.Además, en sus supuestos para la preparación y respuesta ante una pandemia de influenza, indica que la tasa mayor de ataque, de hasta 40%, ocurriría entre los escolares; mientras que alcanzaría a cerca de 20% de adultos en edad productiva. El ausentismo laboral sería de 40%, y la duración, de seis a ocho semanas en las comunidades afectadas.Desde el sexenio pasado, también de acuerdo con los protocolos de la OMS, se establecieron las medidas para una epidemia. Entre ellas, la detección oportuna de casos a través de la vigilancia epidemiológica con una red nacional de laboratorios, coordinada por el Indre.El plan incluyó la atención médica y hospitalaria, preparando a los hospitales para hacer frente a la demanda; así como la limitación del contagio con el cierre de escuelas, cancelación de actos masivos y restricción de movimientos de personas y mercancías.También comprometió a México a capacitar al personal de salud para el manejo de los casos, a crear una reserva estratégica de los antivirales Oseltamivir y Zanamivir, así como de vacunas y reactivos.Además, previó la adquisición de equipo para protección del personal de salud, equipo de bioseguridad para laboratorio y para fortalecer la vigilancia epidemiológica; así como la elaboración de vacunas en el país y de una estrategia de comunicación de riesgos.Se comprometió así mismo a buscar la “autosuficiencia en desarrollo de conocimiento científico”, y a desarrollar nuevas técnicas de producción de una vacuna contra la influenza y tratamientos antivirales alternativos.Como parte de la capacitación, en octubre de 2006 se realizó el simulacro “Escudo Centinela”, en el que participaron simultáneamente más de 2 mil integrantes del Sector Salud en Chihuahua, el Distrito Federal, Hidalgo y Tabasco. Personal médico que formó parte del simulacro dijo a Proceso que la capacitación consistió en tres etapas para casos de emergencia: información a la población, reestructuración del sistema de salud y la realización de estudios epidemiológicos tanto a las personas contagiadas como a su entorno inmediato.“Desde entonces no se ha vuelto a hacer ningún entrenamiento de ese tipo. Además, en lo que va de la emergencia sanitaria no ha ocurrido ninguna reorganización del sistema de salud para enfrentar la emergencia; cada hospital se organizó de acuerdo con las decisiones de sus propios directivos”, asegura uno de los médicos, que pidió no ser identificado.Del abismo que se interpone entre los planes y la realidad, también da cuenta el Manual para la Vigilancia Epidemiológica de Influenza, elaborado por el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Influenza, fechado en 2007.Según ese manual, para evitar una crisis a ese sistema se sumaría una Unidad de Salud Monitora de Influenza (USMI) en las 32 entidades federativa del país. Cada unidad debería tener un médico familiar, un enfermero y un promotor de la salud. El propósito es obtener muestras humanas para el diagnóstico, aislamiento y tipificación del agente causal por parte del Indre.De acuerdo con el documento, la identificación del virus de la influenza se realiza en México desde 1957, y en el año 2000 se reforzó el sistema con una red de laboratorios para el procesamiento y diagnóstico de muestras, además de incorporarse a la red de notificación mundial de influenza Flunet. En teoría, la red tiene 34 laboratorios en todo el país. “Los planes nacionales no son malos, pero hay que revisar lo que dicen que están haciendo”, dice la doctora Soler Claudín.La especialista del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, que entre 2000 y 2006 estuvo a cargo de la coor-dinación del Programa VIH de la Ciudad de México, asegura que la crisis epidemiológica es resultado de la casi total destrucción del sistema de investigación en México.Dice que el Indre lleva muchos años en deterioro, al igual que el sistema de investigación del IMSS. “Hace más de 20 años, el sistema de salud mexicano estaba al día y tenía instituciones de fama internacional. El propio Indre, que se llamaba Instituto de Enfermedades Tropicales, era uno de los mejores en el mundo para hacer diagnóstico” de ese tipo de males, añade.Hasta enero pasado presidenta de la Asociación Farmacéutica Mexicana, Soler Claudín dice que antes de que llegara el equipo de laboratorio desde Estados Unidos, en el Indre había miles de muestras en espera de ser examinadas, pero no había reactivos. Explica que lo realizado a partir de la llegada del equipo es lo que debieron hacer antes de declarar la emergencia, para tener datos reales y saber cuántas de las infecciones eran, por qué tipo de virus y, sobre todo, para conocer su letalidad. “Ahora nos reportan también que han empezado a hacer estudios de trasmisibilidad entre los contactos de las personas. Todo esto confirma que no contaban con la información al momento de alarmar a la población, y no la tenían porque no habían hecho nada, que es lo que hacen siempre.”





Con el PAN, menos investigación

PATRICIA DáVILA“Durante los gobiernos panistas, México no sólo perdió la autosuficiencia en la producción de vacunas, sino que disminuyó a 0.36% el porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) destinado a la investigación”, afirma Jesús Kumate Rodríguez, secretario de Salud en el gobierno de Carlos Salinas y presidente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1995.Él es uno de los tres exsecretarios de Salud que el miércoles 29 de abril se reunieron con el presidente Felipe Calderón para “brindarle consejos y recomendaciones” y “acompañarlo” en el seguimiento de las medidas aplicadas para enfrentar la epidemia de influenza A. Los otros son Guillermo Soberón, quien encabezó la dependencia en el gobierno de Miguel de la Madrid, y Juan Ramón de la Fuente, que lo hizo en el de Ernesto Zedillo.Los tres exfuncionarios coincidieron en que las medidas para enfrentar la epidemia incomodan, generan pérdidas económicas y alteran la vida cotidiana en el país, pero que sería más costoso no tomarlas.Kumate explica: “Sobre la base de que los países deben destinar (a la investigación) 1% del PIB, México a lo más que ha llegado es a 0.4%; pero en los dos últimos años de Vicente Fox bajó a 0.36%, a pesar de que (los dos gobiernos panistas) prometieron duplicarlo. Esto no es más que el reflejo de la importancia que el gobierno le da a la investigación”.–¿Puede invertir más?–Yo creo que sí, sólo que establezca las prioridades para hacerlo, porque no únicamente se trata de invertir más, sino de que haya personal capacitado que pueda realizar la labor de investigación de manera adecuada, para aplicar bien los recursos. México invierte alrededor de 3 mil 200 millones de dólares, mientras que países como Japón o Estados Unidos canalizan 140 mil y 300 mil millones de dólares (3% de su PIB) respectivamente.Señala que el capital humano se ha “fugado” de México y para resolver el problema hay que traer investigadores de fuera o invertir en la formación endógena de este personal y garantizarle que va a tener empleo. “Esto no se remedia a mediano plazo, el tener la cultura de investigación, de formación de recursos humanos y de infraestructura, es cuestión de cuatro sexenios”, advierte.En opinión de Kumate, la capacidad del país en investigación es mínima, ya que nada más se lleva a cabo en el Cinvestav, del Instituto Politécnico Nacional; y en instalaciones de la UNAM en Cuernavaca, Guadalajara y en Monterrey; porque las de San Luis, Sonora y Puebla apenas comienzan. “No hay más”, agrega.Reprocha: “Estamos acostumbrados a usar catálogos extranjeros. ¿Producimos coches? No, sólo los ensamblamos; los aparatos de televisión los importamos; no hacemos computadoras, tenemos la licencia pero no la patente. Hay muy pocas cosas que producimos aquí, cuando nuestros ingenieros pueden fabricar las 110 mil camas eléctricas que los hospitales tienen que cambiar y además se podría cubrir el déficit de 1 millón de camas existente, pero no: en su lugar, las compramos a Estados Unidos”.También hace comparaciones: “En los noventa, cuando existía el Instituto de Higiene, éramos autosuficientes en la producción de vacunas del sarampión, la poliomielitis, el tétanos y la tuberculosis, pero las nuevas vacunas requieren mayor inversión. De América Latina, Cuba hizo un gran esfuerzo para producirlas, pero no pudo competir en el mercado internacional. Nosotros no tenemos necesidad de competir, somos 110 millones de mexicanos, nuestro mercado interno es muy grande. En buena lid, valdría la pena que se hiciera esa inversión y vender a Brasil, Venezuela y Colombia”.–¿Durante su gestión como secretario de Salud se presentaron contingencias comparables a esta de la influenza A?–Sí, fue muy seria. En 1990 el sarampión nos tomó de sorpresa, con la guardia baja, porque creímos que la vacuna era para todo la vida y resultó que no. Una vacuna es una imitación de la enfermedad: al que le da y no se muere queda inmunizado para toda la vida. Creímos que con la vacuna pasaría igual, y no: se presentó una pandemia que ocasionó una elevada mortandad (5 mil 899 defunciones). Pero nuestros investigadores detectaron que con una segunda dosis ya era suficiente: una al año y otra a los seis.En este caso, relata Kumate, a pesar de que México había dado un primer paso en la elaboración y aplicación de la vacuna, además de la pandemia, enfrentó otro problema: la falta de control, porque no se llevaba un registro nominal. A partir de entonces se aplicó el Programa de Vacunación (Provac), que contiene el nombre, dirección y el registro de las vacunas de cada mexicano.Cuando él encabezaba la Secretaría de Salud también se erradicó la poliomielitis. El último caso se registró el 18 de octubre de 1990 en Jalisco. “Cuando era secretario de Salud Guillermo Soberón, me heredó la gestión de un convenio de investigación con Francia. Yo no lo concluí porque las condiciones del contrato no eran favorables para México, pero debimos haber hecho intentos con Japón o Estados Unidos, era una forma de continuar, primero auspiciados y después por nuestra cuenta”.–El pasado 9 de marzo, durante la reu-nión del Grupo de Alto Nivel México-Francia (GANMF), el presidente Nicolas Sarkozy anunció que la empresa farmaceútica Aventis invertirá aquí 126 millones de dólares. ¿Es un inicio de lo que se pretendía entonces?–No. El convenio firmado entre los presidentes Sarkozy y Calderón es sólo una colabo-ración en investigación científica, alguna referente a vacunas, pero no para que se produzcan en México.–Usted fue convocado por Felipe Calderón, junto con Soberón y De la Fuente, a fin de aportar “opiniones y sugerencias” sobre las acciones para combatir la influenza A. ¿Qué le dijeron ustedes al presidente?–Es muy amable en decir que nos pidió consejo, porque el secretario de Salud (José Ángel Córdova Villalobos, también presente en esa reunión) sabe muy bien qué hacer. Y no es que sea una invención de él, está normado por la OMS. –¿Fue un acto inusual?–Es un acto de buenas maneras, porque los tres que fuimos no somos panistas, dos somos del PRI, aunque yo sea el único que lo reconoce públicamente, porque el doctor Soberón ya no lo menciona. (Calderón) quería que gente que no es de su partido le dijera que estaba bien lo hecho.“Le dijimos que hay una parte de la población que debería ser protegida con prioridad: el personal de salud, bomberos, transportistas, la policía, las Fuerzas Armadas. Sugerimos que se visite a los que ya se curaron para ver cómo van; que se deben tener cubrebocas de calidad porque los que existen sirven para dos horas y si estornudas, aunque estén nuevos, tienen filtración.”–¿Entonces fue una estrategia política?–El presidente tiene derecho a tener consejo con quien él quiera, pero no debió haberse enterado nadie. ¿Para qué?Los exsecretarios también le plantearon a Calderón la necesidad de incrementar los recursos a la investigación y de contar con laboratorios P3 y P4 para el control de las partículas del aire. “Él está enterado, sabe lo que hay y lo que no. Esto a todos los presidentes se lo pedimos”, comenta Jesús Kumate.Por su parte, en diversos medios de comunicación Juan Ramón de la Fuente dio su opinión sobre el confuso manejo de cifras por el actual secretario de Salud:“Hay aspectos que pueden mejorar, como ordenar las cifras porque hay cierta confusión, por ejemplo, dentro del número de fallecimientos. Hay un subgrupo al que no se le practicaron, por diversas razones, todos los estudios necesarios y no se sabe si tenían el virus o no. Hay que decir cuántos son. Hay que iniciar una investigación para deslindar responsabilidades de una posible negligencia”, concluyó.





Contra reloj

ANNE MARIE MERGIERLa comunidad científica internacional no hace ningún pronóstico acerca de la evolución de la influenza A (H1N1); sin embargo, está convencida de que la pandemia es ineludible. Especialistas consultados por este semanario coinciden en que aún no se cuenta con la célula cepa del virus, por lo que no es posible elaborar pruebas específicas de diagnóstico precoz, así como desarrollar a corto plazo una vacuna contra el padecimiento.PARÍS.- La comunidad médica y científica mundial está en pie de guerra: la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de reconocer que el planeta enfrenta la emergencia de una pandemia de gripe H1N1 atípica.“La situación actual nos da una gran lección de modestia a todos. Demasiada gente cree que la ciencia es todopoderosa, pero esto no es cierto. Estábamos convencidos de que iba a explotar una pandemia de gripe aviar, y de repente nos amenaza una pandemia de influenza porcina. Debemos reconocer que es imposible prever la irrupción de una pandemia”, comentó el profesor Philippe Brouqui, experto en enfermedades infecciosas y tropicales e integrante destacado del Instituto Federativo de Investigación 48, de la ciudad de Marsella.El profesor Jean-François Saluzzo, autor de varios libros sobre nuevos virus, consultor de la OMS y virólogo formado en el Instituto Pasteur, en el que trabajó varios años antes de dirigir el Departamento de Desarrollo de Vacunas contra Virus Emergentes del laboratorio Sanofi/Pasteur, expuso:“La situación es grave. La movilización es general, pero desde la amenaza de pandemia de gripe aviar todos estamos en alerta. La tensión sólo se agudizó un poco más en los últimos días.”La corresponsal entrevistó a los dos científicos vía telefónica horas antes de que la OMS decidiera elevar a 5 el nivel de alerta por la influenza A (H1N1). Ambos coincidieron en que la aplicación de esta medida era ineludible.Interrogados sobre la situación mexicana, los expertos se mostraron prudentes. Recalcaron que carecían de informaciones precisas sobre lo que ocurre en México debido a las fluctuaciones de las cifras oficiales en este país, en relación con los datos manejados por la OMS.“Los interlocutores privilegiados de las autoridades sanitarias mexicanas son el CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, por sus siglas en inglés) estadunidense y la OMS. Hasta ahora, ninguno de estos dos organismos nos comunicaron mayores detalles sobre lo que pasa en México”, dijo Brouqui.Y agrego Saluzzo: “Todavía no contamos con la célula cepa del virus que azota a México. Aparentemente la OMS se aprestaría a distribuirla. Mientras no la tengamos es imposible elaborar un test de diagnóstico precoz específico, y tampoco podemos trabajar en el desarrollo de la vacuna.“Cabe subrayar, sin embargo, que la identificación de ese virus atípico por parte de científicos estadunidenses fue sumamente rápida. No hay que olvidar que nos demoramos seis meses para identificar el virus del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo). En el caso del virus actual todo se hizo en un tiempo récord.”El especialista recordó que el H1N1 que siembra terror en el mundo es una asombrosa mezcla de ocho genes provenientes de virus que aparecieron en épocas distintas, en zonas geográficas diferentes y que se desarrolla en los organismos de puercos, aves y seres humanos.Y añadió: “Estos ocho elementos pueden de repente recombinarse entre sí. Calculamos que existen 256 posibilidades de combinaciones. La que surgió en México es tan sólo una de ellas”.Por su parte, Brouqui recalcó: “El hecho de que ese microorganismo apareció en México no significa necesariamente que se originó en ese país. Varias cepas de virus capaces de combinarse circulan en el mundo. La mayor parte de éstas se encuentra en el subcontinente indio y en China”.Ambos expertos coincidieron en que los primeros virus mutantes brotaron en granjas de la India y de China, en las que conviven cerdos y aves de corral. Tal promiscuidad permitió que los virus de las aves se adaptaran a los puercos. La contaminación hacia el humano fue entonces posible porque su sistema inmunitario se parece más al del cerdo que al de las aves.Sólo hipótesisA Brouqui y Saluzzo se les preguntó por qué la influenza A (H1N1) cobra vidas en México y no en Estados Unidos o Canadá, países donde también se ha presentado epidemia (la entrevista se efectuó antes de que se anunciara el fallecimiento de un niño mexicano de dos meses en Estados Unidos).Puntualizó Brouqui: “Por falta de informaciones precisas sólo se pueden plantear hipótesis. A menudo ocurre que el virus es muy agresivo al comienzo de la epidemia. Fue lo que pasó con el SRAS. Notamos que el virus de los primeros momentos de la epidemia no era el mismo que el de los últimos días, y que ambos eran distintos del que se podía observar en otros períodos. Estos microorganismos se adaptan al hombre. Por lo general se vuelven menos agresivos y dañinos, pero son mucho más contagiosos.“Es una explicación posible. Quizás con el tiempo el virus afectará menos a los mexicanos. Hay otra que no excluye a la primera: Tal vez la vacuna elaborada contra la gripe de temporada tenga algún efecto protector. En Estados Unidos y en Canadá hay mucho más personas que se vacunan contra esa influenza que en México. Una parte de la comunidad científica está de acuerdo con esa hipótesis y otra la rechaza. Como no hay ninguna investigación a fondo sobre el tema, no sabemos quién tiene la razón.“En esta situación interviene un tercer factor: No sabemos a ciencia cierta cuántas personas están realmente contaminadas por la influenza porcina en México.“Por el momento, en Estados Unidos sólo se han reportado 60 casos. Es probable que pronto haya muertos. En la situación actual es absurdo hacer comparaciones entre los dos países. Las cosas cambian y amenazan con deteriorarse día tras día. Hay que esperar para juzgar.”Para Saluzzo es inevitable que la situación empeore en Estados Unidos:“Al tomar en cuenta la virulencia de ese padecimiento es probable que en ese país haya casos mortales. Sus autoridades sanitarias están conscientes de ello y ya lo anunciaron. Para explicar la mortandad en el caso de México hay que descartar de antemano una falta de resistencia genética de los mexicanos. Es preciso esperar más datos sobre todos los casos.“En cualquier país del mundo cuando irrumpe un virus nuevo y particularmente agresivo se requiere tiempo para entender que se trata de una epidemia. Estas primeras víctimas mexicanas fueron las que lanzaron la alarma a nivel internacional. No debe olvidarse que el SRAS causó muchísimas muertes en Canadá, país desarrollado que cuenta con una infraestructura de vigilancia epidemiológica muy sofisticada.”Finalmente agregó:“El pánico que provoca ese nuevo virus nos hace olvidar que en Francia cada invierno mueren entre 5 y 6 mil personas por influenza de temporada. A escala mundial se habla de un promedio de 500 mil fallecimientos anuales por este mal.”–¿Cómo luchar contra la influenza A (H1N1)? –se les preguntó–El problema es un poco distinto en el norte de América que en el resto del mundo, coincidieron los dos especialistas. En México, Estados Unidos y Canadá se busca enfrentar la epidemia, mientras que en los demás países se realizan acciones para limitar al máximo la pandemia. En ambos casos la tarea es sumamente difícil, pues implica una carrera contra reloj, y aún quedan muchas incógnitas por resolver.Sin vacunasDe acuerdo con cálculos se requiere más o menos de seis meses para elaborar una vacuna contra la influenza A (H1N1). El método convencional consiste en cultivar los antígenos en huevos de gallinas, pero este procedimiento tarda demasiado. El laboratorio británico GlaxoSmithKline pretende acelerar el proceso para producir una vacuna en sólo tres meses. De acuerdo con sus informes cultiva los genes en tinas y les agrega un aditivo.Brouqui y Saluzzo manifestaron inquietud ante el hecho de que sólo se cuenta con una panoplia profiláctica muy reducida para enfrentar la influenza A (H1N1).En el mercado internacional existen dos medicamentos eficaces contra los distintos tipos de influenzas de temporada: el Tamiflu u Oseltamivir según su DCI (denominación común internacional), y el Relenza o Zanamivir.El Tamiflu administrado en tratamiento preventivo contra la gripe aviar dio resultados positivos en 89% de los casos. ¿Funcionará también contra el nuevo virus?“Hay una sola certeza –precisó Brouqui–. Ese virus se mostró sensible al Tamiflu in vitro, es decir, en las pruebas de laboratorio. Ello no implica que surta efectos clínicos satisfactorios. No tenemos todavía los resultados de la eficacia de este antiviral en México, pero aun si contáramos con éstos es muy temprano para sacar conclusiones definitivas. Por otra parte, todo parece indicar que el H1N1 tiene un poder de mutación bastante fuerte y puede desarrollar resistencia a los antivirales. Si esa hipótesis se confirma, enfrentaremos situaciones graves.“Hay que ser honestos con la gente. Nuestra preparación ante este nuevo virus es aún embrionaria, y falta mucho qué hacer y aprender.”Por su parte, Saluzzo matiza:“Hasta el momento constatamos que si se administra Tamiflu dentro de las 48 horas posteriores a la primera sintomatología, hay buenas posibilidades de tener resultados positivos. Pensamos también que el Relenza-Zanamivir podría ser eficaz para eliminar cepas de virus resistentes. El problema es que su uso es complejo, pues se debe inhalar y no puede prescribirse a niños menores de 5 años.”Y puntualizó: “Es nuestro deber avisar a la gente que si bien el Oseltamivir y el Zanamivir permiten luchar contra esa nueva influenza, no garantizan que se acabará de una vez por todas con ese virus”.De acuerdo con este especialista, miles de personas pueden ser portadoras del H1N1 sin enfermarse. Se transforman entonces, sin saberlo y sin que nadie pueda detectarlo, en vectores de transmisión. De esta manera es factible que persista la epidemia. Más grave aún es el hecho de que el virus H1N1 puede jugar a la bella durmiente. Es posible que permanezca latente por varios meses, y que de pronto despierte provocando una nueva epidemia.La página web de la OMS es muy clara al respecto:“Las pandemias anteriores se caracterizaron por actividades del virus que se dieron esporádicamente a lo largo de varios meses. Cuando comience a descender el nivel de actividad de la enfermedad, resultará imprescindible matizar esa buena noticia tomando en cuenta la eventualidad de otra ola.”–¿Cómo evolucionará la influenza A (H1N1) en México y en el mundo en caso de que se confirme la pandemia? –se les preguntó a los expertos“No somos Nostradamus –dijo Brouqui–. Nadie puede contestar esa pregunta.”Aunque integrantes de la comunidad científica internacional se han negado a realizar pronósticos acerca de la evolución del padecimiento, un grupo de investigadores franceses, italianos y estadunidenses realizó simulacros de propagación de la epidemia.El ejercicio consideró varios factores entre los que destacan datos sobre transporte aéreo, la estructura de la población mundial, características biológicas del virus y estrategias de lucha implementadas por las distintas autoridades sanitarias del planeta.Entrevistado por el vespertino Le Monde, uno de estos investigadores reveló:“Simulamos la propagación de una enfermedad de tipo influenza transmisible entre humanos y probamos dos estrategias de utilización de las reservas de medicinas antivirales disponibles actualmente en el mundo.“En la primera, cada país utiliza sus reservas en forma egoísta guardándolas exclusivamente para su propia población. En la segunda, los países más ricos envían una pequeña parte –10 a 20%– de sus reservas a los primeros países afectados por la epidemia.“En nuestros simulacros la administración ‘altruista’ o ‘solidaria’ de las reservas de antivirales reduce el impacto de la pandemia. Si se comparan sus resultados con los de la egoísta uno se da cuenta que el número de casos mundiales de influenza porcina puede ser dividido por 10 o inclusive por 1000 según el país y la temporada en la que brota la epidemia.“Además, gracias al modo de administración ‘altruista’ el pico epidémico puede ser retrasado un año. Ese lapso puede resultar crucial para desarrollar y producir una vacuna contra el nuevo virus.”





Diario de la plaga

FABRIZIO MEJíAMadridViernes, 1:03 de la tardeLo primero que pensé fue: “¿Pues qué hoy es Día de los Inocentes?”. La lista de actualizaciones de la noticia en internet era tan larga que creí que me había dormido durante una semana. ¿Un nuevo virus mexicano que viene del cerdo? ¿Cómo no me enteré ayer en la noche? Porque el gobierno tampoco lo hizo hasta que se enfermó un canadiense y le avisaron. Luego pensé como un patriota: “Claro, un turista. Vienen a hacer sus barbaridades. Seguro un springbreaker acabó besando a una puerca en la playa”. Otra mala fama para el país: a partir de ahora las playas se llamarían todas “Puerco Escondido”. Y el gobierno mexicano, con la seriedad que lo caracteriza, seguro le respondió a Canadá: “Su turista ha de haber comido mucho chicharrón con gordo”. Hasta que fue demasiado tarde, es decir, la medianoche de hoy y ya había casi 70 muertos, mil infectados. Demasiado tarde cerraron las escuelas, se extinguieron los conciertos –el PSD decidió no llevar a cabo su concierto en el Zócalo y, al suspenderlo, nos enteró de que existían, el Partido y el concierto– y los gringos –Besser, se llama el doctor en jefe del vecino (no les digo lo del springbreaker)– ya daban una conferencia de prensa en Washington. Claro, Obama acaba de estar aquí y me lo contagiaron con el vino de honor que los meseros rebajaron con agua de colonia Sanborns. Mejor me tomo un café y me echo agua en la cara. O me echo el café en la cara y me tomo el agua. ¿Es segura el agua? ¿No está ya contaminada? Trago saliva. Leo los síntomas: tos seca, dolor de ojos, de músculos, fiebre. ¿Cómo diferenciar al virus de una simple cruda? Ayer fue Día Mundial del Libro y, primero, se brinda bastante; luego, se fuma para hacerse el interesante. “No saludar de mano ni de beso”, dicen las indicaciones de la alerta viral. Me tapo la boca con la mano para no gritar como niña: ayer besé y saludé hasta a unas secretarias de la universidad. Ahora no podría diferenciarlas de un tocino. Autografié un solo libro en tres horas de feria literaria pero me recuerdo mordiendo la pluma pensando en qué ponerle a la lectora. Y su sonrisa cuando se lo entregué. ¿Era mi pluma o la de la lectora? ¿Se burlaba de mi instantáneo contagio? Y hasta le agradecí su interés. Qué vanos somos. Me llama una amiga. Su teoría es que todo es para distraer la atención pública de lo que realmente importa. “Si nos quisieran distraer –le digo– lanzarían un cohete a Marte con un mariachi”. Me cuelga. Aquí estamos, de nuevo promocionando al país: “Venga a ver rodar cabezas, tiroteos en vivo y, ahora, un virus nuevo”. Es el México global que contagia con narcoviolencia, telenovelas sobreactuadas e inmigrantes. Ahora, humildemente, y como en las películas del Santo, le obsequiamos al mundo un virus mutante. Sábado, 2:43 de la tardeLas versiones por internet –el ejército gringo transportaba armas bacteriológicas y se le cayó un frasco en San Luis Potosí; no existe la epidemia, sino una conjura para beneficiar a las farmacéuticas; El Chapo amenazó con bombardear escuelas y éste es un pretexto para cerrarlas– dejan algo en claro: casi nadie cree en lo que dice el gobierno. La gente prefiere el rumor, la sospecha, y decide abandonar las calles. Por primera vez en décadas, Insurgentes es transitable y en los restaurantes hay mesa. Somos una sociedad que habita el desierto de Serengeti: asumimos la estampida como método de supervivencia. Es una fuga que termina entre cuatro paredes. La propia casa está fuera del mundo, a salvo de los gérmenes. El otro no es el infierno, sino la guerra. Contacto es contagio. Al cara a cara preferimos el mensaje de texto. No me gusta la sociedad del iphone, extraño la agorafobia. Pero, ¿vale la pena salir de la casa como una protesta contra el Estado higiénico? Me topo con el único otro comensal –de los cinco que somos– que no lleva tapabocas. Es un doctor en filosofía política cuya esposa es bióloga. –La vergüenza es que el gobierno reaccionó tarde y no tiene los antivirales –dice ella. –Crearon un pánico. El panismo quiere gobernar a ciudadanos aterrorizados –dice él.Y me despido de ellos convencido de que somos los ciudadanos mejor informados en varios kilómetros a la redonda. Y me pongo crítico: ¿por qué nadie entrevista a los enfermos? ¿Por qué aquí hay muertos y no en EU y Canadá? ¿Dónde están los enfermos? ¿No serán a los que les cortan el agua cada vez que Conagua quiere pelearse con el gobierno de la ciudad? ¿No será que las calles de la ciudad han estado tanto tiempo en obras que ya hasta los virus tienen segundos pisos? ¿No será que necesitamos algo que hacer –ponernos un tapabocas y dejar de sonreír a las chicas en la calle– en el país de Calderón que parece en manos de sólo dos contendientes –Ejército y narcos– con una población en medio? ¿Qué nos pasó como país? ¿No éramos el de Zapata, Frida Kahlo y Agustín Lara? Ahora, en lugar de producir revoluciones, engendramos mutaciones genéticas. Fuimos de lo épico a lo molecular. De la creación al accidente. La nano patria. Me siento a la mesa, y la del bar me mira con recelo porque no traigo tapabocas. Me toma la orden desde un metro de distancia. Todo lo que puedo ver es su mirada entre el pánico y la indignación: soy un peligro. Estornudarle sería como dispararle. A ella y al planeta entero. Y mi reacción es tan instintiva como idiota: me aguanto la respiración. Domingo, 10:45 de la nocheMis síntomas comenzaron con sudor en las manos: la cabeza ligera, calor detrás de los párpados. Había seguido todas las indicaciones sanitarias con recelo: lavarte las manos cada vez que tocabas algo, aunque fuera tu propio brazo, el cubrebocas –tapabocas se dice sólo en la dictadura clínica; Foucault estaría encantado–, el no contacto con los demás ahora que las normas sanitarias sustituyeron a las de la cortesía, pero me dijeron por teléfono: “¿Te acuerdas que el director del Museo de Antropología se murió después de que cenaron ahí con Obama? Fue de influenza”. Solté el teléfono –“espérame tantito, están tocando a la puerta”– y fui a escupir al lavabo. Se me cerró la garganta con las arcadas: había alguien reconocible que ya estaba muerto. Eso le dio a todo un aire de verosimilitud. Me subió la temperatura. Me puse el termómetro bajo la lengua, pero, al tratar de leerlo, jamás encontré la línea de mercurio. Un escalofrío me rodó por las vértebras. Me imaginé tomando un taxi a las 11:00 de la noche hasta la clínica del barrio, alegando con los médicos, internado, analizado, acostado con temblores fríos, medicado con antivirales, mis parientes y amigos alrededor de la cama, sollozando o explicando: “Le dije que dejara de fumar”. Mi madre: “Nunca se toma nada en serio, todo se le va en el jijijí y ya ves…”. Traté de resignarme: “Al menos daría para una crónica”. Encendí un cigarro. Me volvieron las náuseas. Tomé de nuevo el teléfono. Logré fingir que no me sentía mal. Entre “ahas”, empecé a escupir como fuente. Abrí la puerta para tomar aire. El clima malsano del vientecillo polvoriento que hace que se vaya la luz cada dos horas. La fiebre se adentraba en los párpados. Una pierna empezó a doler. Le pregunto a mi interlocutor al teléfono si se ha sentido mal en estos días: “El sábado pensé que tenía el virus”, asegura sin que se le quiebre la voz. “¿Y qué hiciste?”, pregunto tratando de educarme. “Me tomé tres mezcales”. Sigo el consejo. Lo último que logré garabatear en la libreta dice: “hasta los hipocondriacos nos enfermamos”. Lunes, 11:46 de la mañanaMe despierta un temblor. Las paredes crujen y salgo en las únicas pantuflas que tengo: las que mordió el perro. Los aterrorizados vecinos del Hospital de la Ceguera parecen preparados para la guerra bacteriológica: todos con tapabocas, y los pacientes, con parches en los ojos. Alguien habla del Apocalipsis. “Pues qué Poca Lipsis”, responde otro. Del terremoto de 1985 a la plaga de 2009, las cosas se han invertido: de la solidaridad a la soledad. Hemos vuelto al tapabocas de 1985, tras un breve paso por el pasamontañas, pero ya no es el “nosotros contra la placa tectónica y su Plan Deme Tres (con todo)”, aquella épica civil, ni el sacrificial “para nosotros, nada”, sino el “yo, todo yo”. Se siente un hartazgo: ¿por qué nos pasa todo al mismo tiempo? Virus, temblor, y sólo nos falta el perro. Lo digo en voz alta. –No es un perro –dice una doctora con acento sudamericano que mira con sus anteojos oscuros cómo se terminan de balancear los edificios. Es la Osa Mayor la que nos está orinando. –Espero que, después, tenga la precaución de lavarse las manos.Horas más tarde el orgullo chilango surgirá de la grieta del blog: “¿Qué le dijo México a la influenza? Le dijo: Mira cómo tiemblo”. Lo cósmico, lo astrológico parecen a la mano como explicación: ¿por qué a nosotros? ¿Qué no era más factible en Etiopía? ¿O son tan pobres que sus virus no tienen ya energías ni para mutar? Somos el país del contagio para el obsesivo-compulsivo Occidente. La décima economía mundial es engañosa: no se lava las manos, escupe en la calle, vende medicinas sin receta. Es miembro de la OCDE pero no hay ni gasas en sus clínicas públicas. Dicen los blogs: Al anfitrión de Obama en el Museo de Antropología no lo recibieron en un hospital privado por falta de cobertura de su seguro y murió en una clínica pública. Con toda razón la OMS nos eleva el nivel de la alerta: cuatro de seis. Diría el secretario de Hacienda –fuente de la influencia porcina–: cuatro de seis, un segundo lugar para nuestra primera epidemia global, no está nada mal. Por la noche corre otro rumor: se decretará la cuarentena. El supermercado enloquece como si tuviera ofertas. La estampida quiere latas, embutidos, desinfectantes, cubrebocas. Me encuentro a un amigo que emerge de la masa con una botella de vino en la mano como si fuera la bandera en la Luna: “Ni lo intentes, master. En limpieza del hogar, la gente se está matando”. En la madrugada enjuago mi tapabocas en el lavabo. Con suerte se seca para mañana.Martes, 3:00 de la madrugadaNuestros secretarios de Salud parecen sacados de una larga noche en Garibaldi: bigotones, amarillentos de insomnio, ojerosos, sólo les falta el tololoche para cantar una canción sanitaria: “Tus besos se llegaron a recrear aquí en mi boca”. Con la gente encerrada en sus casas, la ciudad cambiará para siempre. Nadie volverá a abrazarse o a besarse como fórmula amistosa –las televisoras prohíben las escenas de besos en las telenovelas para no dar a desear– y lo que quedará serán las pérdidas económicas por paralizarnos. Si a la imagen del otro como criminal le aumentamos la del contagio, saldremos de esta alerta gruñéndonos. A los servicios privados de salud se les mira como para los ricos e influyentes. Para los demás quedan los hospitales públicos, el desabasto, la desconfianza. Miércoles, 11:00 de la nocheLa historia de la epidemia parece cerrarse en sí misma. No resta más que esperar. Al asombro inicial, sigue la repetición. La alerta sube a nivel 5 y pienso que si llegamos a 6 estará prohibido hablar con uno mismo a menos de un metro y medio de distancia. Un Calderón sonriente sale a dar por celebrada la pronta reacción de su gobierno y a seguirnos convocando a la inmovilidad del parentesco: “yo quiero exhortarlos a todos, a todos sin excepción, que en estos días de asueto que vamos a tener, en este puente que irá del 1 al 5 de mayo, te quedes en tu casa con tu familia. Es momento también de convivir con los hijos, con los hermanos, con los padres; el de arreglar las cosas que están pendientes en la casa y desarrollar una integración en la familia, ahora que tendremos que estar en la casa en los próximos días”. Y sonríe porque logra pintar un cuadro que confunde convivencia con estar encerrados entre cuatro paredes. Nos jubila como ciudadanos para forzarnos a hablar con una familia que, hace décadas, sólo existe en el cine de los cincuenta. Habíamos aceptado, a regañadientes, el cambio de las libertades por Libertad Lamarque.





Como apestados

HOMERO CAMPA“Los ilegales están trayendo este nuevo tipo de virus asesino a nuestro país, que no les quepa duda.”Frente al micrófono de la cabina de la estación Talk Radio, con sede en San Francisco, California, Michael Alan Weiner endurece el tono de su voz. Está indignado y no lo oculta. Se dice convencido de que, una vez más, los mexicanos amenazan la seguridad de Estados Unidos.“Si viviéramos en tiempos sensatos, la frontera (con México) debería cerrarse inmediatamente”, suelta el conductor del programa The Savage Nation, que se transmite por 240 estaciones de radio de ese país.Es la tarde del viernes 24 de abril. Un día antes el gobierno de México reconoció públicamente la existencia en su territorio de la epidemia de influenza por el virus A (H1N1) y anunció medidas extremas para contenerla.Conductores ultraconservadores de cadenas de radio y televisión estadunidenses tuvieron en ello un nuevo motivo para atacar a los inmigrantes de México. Sugirieron incluso que detrás de la epidemia habría un maquiavélico plan terrorista.“¿Existe una mejor manera de propagar un virus dentro de este país (Estados Unidos) que darlo a los mexicanos?”, preguntó el conductor Neal Boortz el miércoles 27 durante su programa que se transmite en las estaciones de la Jones Radio Network.“Es decir –continuó Boortz–, actualmente una de cada 10 personas nacidas en México viven aquí y el resto está tratando de venir para acá. Así, dales el virus y deja que se propague en México, donde no tienen un CDC (Centro de Control y Prevención de Enfermedades).”A pesar de que el gobierno del presidente Barack Obama rechazó el cierre de su frontera sur, la paranoia sobre una epidemia “importada” de México se acrecentó con la muerte de un niño mexicano de dos años en Houston, Texas, y con el anuncio de que un agente de seguridad de la comitiva que acompañó a Obama a México enfermó al volver a casa y contagió a su familia.Dos ejemplos de esa paranoia:Los organizadores del campeonato internacional de Robótica (VEX-Robotic) –que inició el jueves 30 en Dallas, Texas– desinvitaron a los estudiantes de varias universidades mexicanas que ya habían confirmado su asistencia. “Sentimos que esta es la única acción prudente para proteger a todos los participantes”, justifica una carta enviada por los promotores del evento.Ese mismo día, la dirección de la Slippery Rock University, de la ciudad de Pittsburg, anunció que los 22 estudiantes de esta institución que realizaron un viaje reciente a México no podrán asistir a la ceremonia de graduación de su generación debido a la sospecha que alguno de ellos esté infectado con el virus. Se les organizará “una ceremonia aparte”.Fuentes diplomáticas comentaron a Jesús Esquivel, corresponsal de Proceso en Washington, que consulados de México en Estados Unidos “han recibido reportes de incidentes menores de trato discriminatorio hacia los mexicanos, pero sin ser sistemáticos”.Comentaron el tipo de casos: conductores de autobuses y aeromozas que “ponen mala cara” a pasajeros mexicanos; directivos y maestros de escuelas que piden a madres de familia de origen latino no llevar a sus hijos al colegio; restaurantes que se quedan sin clientes debido a que los comensales se enteraron que los cocineros son mexicanos, a pesar de que éstos llevan ya varios años sin viajar a su país.NinguneadosLa semana pasada, media docena de naciones cancelaron o restringieron sus vuelos a México. Fueron los casos de Argentina, Cuba, Perú, Francia y Japón. Otras más, como España, Italia, Alemania, Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos, recomendaron a sus ciudadanos no visitar el país.Otrora bien vistos y recibidos, los mexicanos provocan ahora recelo cuando pisan territorio de una “nación amiga”. De entrada son objeto de interrogatorios y registros en aeropuertos de Argentina, Ecuador, España, Colombia, Panamá, Brasil y Cuba.En esta última nación, por ejemplo, las aeronaves procedentes de México son desviadas a una terminal distinta a la habitual: la terminal 2 del aeropuerto internacional José Martí, hasta la semana pasada reservada para vuelos de Miami y Gran Caimán.Personal médico interroga a los pasajeros acerca de su estado de salud y sobre la ciudad mexicana en la que residen o han estado en las últimas semanas. Les entregan además una tarjeta impresa en el que se les informa que quedan “bajo vigilancia epidemiológica” durante su estancia en la isla, y en la que deben informar dónde estarán hospedados.“Nos trataron como si fuéramos bichos raros”, se quejó Norma Angélica Gómez, miembro del Sindicato Mexicano de Electricistas, quien viajó a Cuba para participar en la tradicional marcha del 1 de mayo, según publicó La Jornada el martes 28.Armando Ponce, coordinador de Cultura de Proceso, quien estuvo en La Habana la semana pasada, comentó que el martes 28 los mexicanos que se encontraban en la isla fueron notificados en sus hoteles que dos días después serían cancelados los vuelos hacia y desde México, por lo cual se les “rogaba comunicarse con su línea aérea para apuntarse en la lista de salidas” del día siguiente.El día 30, los pasajeros del vuelo de Aeroméxico que aterrizó en el aeropuerto internacional de Pudong, en Beijing, no pudieron bajar del avión hasta que seis inspectores de salubridad –ataviados con trajes de seguridad que los aislaban de cualquier contacto– los interrogaron y revisaron. El gobierno de China –que en 2003 sufrió una epidemia de Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS)– donó a México equipo e insumo médico por 4 millones de dólares, según informó el viernes 1 a El Universal el embajador chino Hengmin Yin. Sin embargo, apenas cuatro días antes –27 de abril– el gigante asiático suspendió la importación de carne de puerco de México. Una medida similar adoptaron los gobiernos de Nicaragua, Rusia y Corea del Sur.Al llegar a España, los amigos del torero aguascalentense Joselito Adame le preguntaron entre bromas “¿No vais a traer la fiebre esa de los puercos?”; en Gran Bretaña al futbolista mexicano Carlos Vela le pidieron no presentarse a un entrenamiento de su equipo Arsenal “porque tuvo visitas de amigos mexicanos”, según declaró a la agencia de noticias AP el entrenador Arsene Wenger. En las calles de Viña del Mar, Chile, a los jugadores del equipo de futbol Chivas de Guadalajara les decían “ahí vienen los mexicanos, nos van a infectar”, comentó al diario Reforma el entrenador del equipo, Francisco Ramírez.Se dijo que ese fue el origen de la situación en la que se vio envuelto el defensa tapatío Héctor Reynoso, quien durante el juego contra el equipo chileno Everton agredió a un rival escupiéndolo y vaciando sobre su rostro una fosa nasal. De hecho, ante la epidemia de influenza A (H1N1) que azota a México, la Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol) pidió que los partidos por los octavos de final de la Copa Libertadores que Chivas y San Luis iban a disputar como locales, se realizaran fuera de México. Esa confederación informó que se efectuarían en Bogotá, Colombia, país que no tiene ya equipo alguno en esta fase eliminatoria.Sin embargo, el secretario de Salud de Bogota, Héctor Zambrano, dijo que le daba mucha pena, pero que el gobierno de la ciudad no prestaría ningún estadio para realizar esos encuentros. “No es falta de solidaridad con el futbol. Nos encanta el deporte, el espectáculo, pero debemos tomar prevenciones con los equipos que vienen de México, donde hay un alto riesgo por personas infectadas”, declaró Zambrano el viernes 1 a la agencia DPA.Ese mismo día, la Conmebol acordó posponer una semana los encuentros de Chivas y San Luis, para ver si evoluciona favorablemente la situación de sanidad en México o encuentra sedes alternas.Y en Japón, la empresa de lucha libre New Japan ProWrestling canceló la participación de los gladiadores mexicanos Místico, Misterioso y Okumura en dos eventos que se realizarán el 5 y 6 de mayo. “Me hablaron y me dijeron que por la influenza ya no podíamos viajar (…) y nos quedamos con las ganas de ir”, declaró Okumura el 30 de abril.A mediados de abril, el gobierno de Jordania hizo una invitación, con gastos pagados, a un grupo de periodistas de Estados Unidos, México, Brasil y Perú, para que dieran cobertura al viaje del Papa Benedicto XVI a Tierra Santa, programado para mediados de mayo.De última hora, el jueves 30, a los siete periodistas que integraban la “delegación mexicana”, el gobierno de Jordania les informó –a través de sus representaciones diplomáticas en México y Washington– que quedaban excluidos del viaje debido a los “recientes reportes” de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. El gobierno jordano lamentaba esta “difícil decisión” y reiteraba su “amistad con México”.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home