Sunday, January 02, 2011

Concubinato PAN PRD

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Todo, todo, por sobrevivir.. .
Rosalía Vergara


Aun con los triunfos en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, la coalición electoral PAN-PRD recibió fuertes críticas de perredistas y analistas políticos, algunos de los cuales consideran que la izquierda se está derechizando en su afán por frenar la carrera del PRI hacia Los Pinos. Sin embargo, Jesús Ortega y Manuel Camacho se defienden y aseguran: las alianzas son válidas porque la izquierda no puede permitir que el país retroceda a los viejos tiempos del priismo. Eso, arguyen, sería un grave descalabro para la democracia.



La izquierda perredista se alió con la derecha panista para lograr dos objetivos: que el PRI no avance en su intento por recuperar la Presidencia en 2012 y evitar que el PRD se desdibuje en las preferencias del electorado y ponga en riesgo su registro en los estados donde tiene menos fuerza política.

El coordinador de Diálogo para la Reconstrucció n de México (Dia), Manuel Camacho Solís, y el dirigente nacional del PRD, Jesús Ortega Martínez, sostienen que el propósito de fondo es que el país no retroceda al viejo sistema que los priistas impusieron durante más de siete décadas.

En entrevistas por separado, ambos hablan de la importancia de las alianzas que, dicen, ensayarán de nuevo el próximo año en el Estado de México, gobernado por Enrique Peña Nieto, el más fuerte aspirante del PRI a la Presidencia de la República para 2012. Se trata, reiteran, de evitar que ese partido retorne a Los Pinos, de donde salió en 2000 tras unas elecciones en las que la ciudadanía optó por el “voto útil” y se inclinó por el panista Vicente Fox.

Sin embargo Camacho Solís y Ortega marcan sus límites y dicen que ellos no forman parte de la izquierda que “puede negociar” con Felipe Calderón; incluso niegan que se hayan reunido con él para establecer acuerdos en torno a las alianzas. El PRD, insisten, no se está derechizando.

“Nos aliamos con un sector del PAN que comparte la idea de impedir el regreso al viejo sistema. La política no debe verse sólo en negro o blanco. Tiene matices”, plantea Ortega.

–¿Se está derechizando la izquierda? –pregunta la reportera a Camacho Solís.

–¡Por favor! Ese no es el punto. El punto es si existes o no existes; si puedes ganar o no puedes ganar.

Aunque los entrevistados aseguran que la alianza no se repetirá en la elección presidencial de 2012, dicen tener claro que si la izquierda compite desunida no ganará.

El miércoles 7, el excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador anunció que en 2012 contenderá por la Presidencia. Poco antes, el PT anunció que el tabasqueño sería su candidato.

Al día siguiente el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, abordó el tema y dijo que la declaración de López Obrador es legítima porque él sólo trata de fortalecer el movimiento que encabeza; pero eso no rompe ningún acuerdo, afirmó. Su comentario desató opiniones encontradas al interior del PRD.

El presidente nacional de ese partido, Jesús Ortega, recordó que el senador Carlos Navarrete y la gobernadora de Zacatecas, Amalia García, han dicho que ellos también buscarán ser candidatos de su partido a la Presidencia de la República.

Tanto Ortega como Camacho Solís reconocen que sólo unidos podrán vencer: “Si no tenemos a las izquierdas unidas en un proyecto, estaremos entregando la Presidencia al PRI en el 2012. Si salimos divididos y presentamos dos candidatos, ¿quién nos va a hacer caso? Se van a burlar de nosotros. El PRI nos va a aplaudir porque vamos a salir con un candidato que obtendrá 10%, y otro sólo 6% de los votos”, recalca el exregente capitalino.



Pláticas entre amarillos y azules



La idea de las coaliciones electorales en el PRD se planteó en 2009. La Comisión Política de ese partido decidió, por unanimidad, impulsar una “alianza ciudadana para sacar a Guerrero del ostracismo”. Ahí comenzó el diálogo entre perredistas y panistas, recuerda Ortega.

“Platiqué con César Nava (dirigente nacional del PAN) y le dije que si no hacíamos una gran alianza con sustento ciudadano el riesgo de la regresión hacia el viejo sistema autoritario (el PRI) se convertiría en una realidad”, cuenta el dirigente perredista. En esa ocasión el PRD perdió la alcaldía de Acapulco porque se negó a impulsar a Luis Walton Aburto, de Convergencia.

Hoy, Ortega lamenta la derrota de su partido en Zacatecas, aunque se muestra satisfecho por los triunfos conjuntos en Oaxaca, Sinaloa y Puebla.

Camacho Solís coincide: la idea de aliarse con el PAN nació después de los fracasos electorales del PRD en Acapulco y en el Estado de México, así como en las diputaciones federales y en las de la Ciudad de México y las delegaciones.

“El PRD estaba en la lona. Entonces empezaron las pláticas con Nava”, dice el excoordinador para el diálogo en Chiapas por el levantamiento zapatista de 1994.

Por esas fechas, los medios publicaban encuestas cuyos resultados indicaban que el PRI era invencible y que Peña Nieto sería el próximo presidente. Además, los líderes de opinión propalaban esa versión, por lo que los representantes del PAN y del PRD se propusieron frenar las aspiraciones de los priistas.

Los panistas se convencieron de que las alianzas eran necesarias porque también ellos perdieron bastiones importantes en las elecciones de 2009, relata Camacho Solís.

Mientras eso ocurría, la intención del voto a favor del PRI iba en ascenso.

–¿En todo este proceso se reunieron con Calderón? –se le pregunta a Camacho Solís.

–No, nunca. Sólo con César Nava. A comienzos de enero pasado me entrevisté con él y empezamos a ver que la opción de aliarse era viable.

Y aunque insiste en que no tuvo ningún trato con el presidente, sus visitas a Los Pinos no pasaron inadvertidas para la clase política.

Lo que sí reconoce Camacho Solís es que durante el proceso habló con empresarios, asesores y encuestólogos para que convencieran al presidente de que las alianzas eran útiles: “Hice mi trabajo político; no fui a una reunión para que me balconearan”.

“Cuando hago cosas que ponen en riesgo la seriedad de un asunto político no lo ando divulgando, pero no tengo nada qué ocultar. Algunos creen que platiqué con Calderón pero no lo hice. Estoy dispuesto a encontrarme con él si ello redunda en un beneficio para el país”, insiste.

Los frutos



Al hablar de las alianzas en Durango y Sinaloa, Jesús Ortega relata que en ambas entidades se organizaron incluso movimientos ciudadanos. Recuerda que fue el petista Gonzalo Yáñez el que puso en contacto a Camacho Solís con el candidato a gobernador de Durango, José Rosas Aispuro, y con Mario López Valdez, de Sinaloa.

Ortega considera que la diversidad ideológica de los abanderados de la alianza que ganaron las gubernaturas no será obstáculo para que gobiernen sus entidades. Todos se comprometieron a cumplir con un programa de cinco puntos depositado en el IFE: seguridad, desarrollo económico, respeto a los derechos políticos, avance democrático y combate a la pobreza.

Con esto queda claro que, más allá de las diferencias ideológicas, “estamos de acuerdo en lo básico”, destaca el perredista; “además, tendremos gobiernos donde se respetará nuestra lucha” en temas como el aborto, el matrimonio entre homosexuales o la defensa de los movimientos sociales, dice.

–¿Se trataba de ganar por ganar? –insiste la reportera.

–No. El objetivo era acabar con los cacicazgos priistas en esos estados y ser competitivos para la elección presidencial en 2012. Parecía que ya estaba tendido un tapete rojo de Toluca a Los Pinos, y sólo restaba entregarle a alguien la llave de la residencia presidencial. Los resultados que se obtuvieron crean condiciones para una competencia plural y diversa con una izquierda recuperada, vigente y que sea una verdadera alternativa de gobierno.

Camacho Solís precisa: “En este momento no estamos forzados a conciliar los principios de cada partido para realizar las tareas de gobierno. No tenemos por qué entrar en esa discusión si coincidimos en que valió la pena luchar por la democracia; estamos defendiendo ese principio. Otro asunto es si estamos de acuerdo o no con el proyecto económico y social de la derecha. No lo estamos; yo no, por ejemplo”.

–¿Qué papel jugó Andrés Manuel López Obrador en estas alianzas? –se le pregunta a Ortega.

–Ninguno. Si el PAN y el PRD no se hubieran aliado, la derecha y la izquierda iban rumbo al desastre. Hubiéramos reproducido lo que vivimos en 2009 y todo mundo diría: “El PRI ya ganó la Presidencia”. Pero hoy, a la luz de los resultados de los comicios del domingo 4, la gente dice: “Habrá competencia en 2012”. De ese tamaño es la victoria.

Y aunque López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas criticaron las alianzas y los priistas sostienen que el PRD se puso de rodillas ante el gobierno de Calderón, Camacho Solís asegura que en realidad son los priistas los que desde 2006 se postraron ante Calderón.

Ellos, sostiene, se volvieron más derechosos que el propio PAN. “Yo creo que Ulises Ruiz es más de derecha que Santiago Creel, por ejemplo. El primero –puntualiza– está dispuesto a reprimir”.

“El gobierno federal y el PRI han tomado las decisiones de manera conjunta. El PRI no ha sido oposición y ha participado en una especie de cogobierno, aunque no existe esa figura.”

Y aunque considera que el PAN no ha sabido gobernar en los 10 años que lleva en Los Pinos, Camacho Solís destaca que las alianzas con ese partido deben aprovecharse para fortalecer la democracia.

Camacho Solís se explaya: “Pensemos que para gobernar el país debemos formar coaliciones muy amplias, porque aun ganando la Presidencia no tendremos mayoría absoluta en el Congreso. Por ello, tendremos que negociar con la derecha o con el PRI para lograr grandes cambios”.

“Se trata de un asunto político. La confrontación no es con la izquierda, sino con quien puede ganar en 2012; en este caso, el PRI. Si en vez de analizar cómo podemos ganarle al PRI nos dedicamos a profundizar las divisiones de la izquierda, ya sabemos que el resultado será el triunfo del PRI.

“El reto que tenemos no es la alianza con el PAN. La logramos. Fue útil. Valdrá la pena considerarla para el Estado de México. El punto es la alianza con la izquierda. Por eso, ahora viene el reto mayor: ver si tenemos la humildad, la disciplina personal, la capacidad organizativa, la lucidez intelectual y la responsabilidad política para construir un proyecto que pueda hacer el cambio del que hemos hablado en México y ese cambio debe ser hacia la izquierda.”

En su opinión, la democracia en México se consolidará cuando la izquierda gane la Presidencia.

–¿No cree que con esto la izquierda se pinta de azul?

–¡Ay, por favor! ¡Para nada! La izquierda estaba a punto de perder hasta sus registros en algunos estados. Comparemos lo que tenía la izquierda en Puebla con lo que va a tener ahora. Lo que tenía en Oaxaca, en Sinaloa. En todo el país salimos ganando.

Asegura que en las elecciones del domingo 4 de julio no ganó el PAN porque perdió Tlaxcala, Aguascalientes y Baja California. El triunfo lo obtuvo una coalición diferente. “Estamos ganando espacios para el país, no para un partido”.

–¿Tampoco ganó la izquierda?

–¡Pues claro que no! No podía ganar.

Reconoce que después de 2009 la izquierda “estaba en la lona” pero hoy, con estas alianzas no se desdibujó del mapa electoral. Y advierte: “Es claro que si la izquierda se divide, va a desaparecer”. la


La disputa por el botín
Jenaro Villamil


En un análisis de las recientes elecciones, el historiador Lorenzo Meyer abre con implacable bisturí la realidad política mexicana: la élite no está dispuesta a permitir que las “clases bajas” tomen decisiones para cambiar el estado de cosas en el país, lo que ha bloqueado la verdadera transición democrática. No importan los partidos, cualesquiera que sean sus siglas, en alianzas o solitos. La alternancia entre ellos es irrelevante. Todos van sobre lo mismo: la bolsa de poder y dinero que eventualmente significa el triunfo electoral. En ese sentido, los movimientos de Independencia y Revolución pueden considerarse un fracaso.



Para el historiador Lorenzo Meyer, las elecciones de 2010 constituyeron “un ritual sin contenido”, no existieron los ciudadanos ni las propuestas distintas, y “la atmósfera fue de una lucha entre los poquitos que se disputaban la bolsa de recursos electorales”.

Irónico, asesta: “Si esta es nuestra normalidad democrática, pobre normalidad, porque es una normalidad gris, sin entusiasmo”.

Este fenómeno es producto de nuestra historia, de la naturaleza de las élites políticas en México y de la confusión entre alternancia y transición a la democracia, resume el catedrático de El Colegio de México. Enseguida explica:

“Es la naturaleza de la sociedad colonial. México fue el resultado de una colonización de explotación y no de una colonización de poblamiento, como fue el caso de Estados Unidos. Para explotar una colonia como la Nueva España, los poquitos debían ser capaces de tener el mando y todos los demás debían obedecer.

“Ni la Independencia ni la Revolución cambiaron eso. Lo que vivimos ahora son los ecos de la fundación original del país. ¿Por qué fue más conflictiva la elección de 2006 y no la de 2000? Porque en la elección de 2000 la élite del poder decidió que la alternancia no era ninguna amenaza para el statu quo (...) pero en 2006 se abre la posibilidad de que la elección sea más de contenidos que de formas. Se ofreció la identificació n entre el candidato presidencial y las clases más bajas.”

Meyer advierte que ni el proyecto de López Obrador ni el de la coalición que lo postuló para la Presidencia de la República eran radicales ni planteaban una revolución, pero “la élite del poder no quiso. Y ya se vio desde la Independencia, cuando Hidalgo quiso introducir a los pobres en los procesos políticos, esto es algo peligroso. Y la Revolución Mexicana introdujo a las clases peligrosas. No hay que hacer eso. Pero se supone que estábamos en el siglo XXI, que habíamos cruzado el Rubicón democrático”.

Con estos antecedentes, el investigador señala que los comicios de 2010 fueron “como retornar a 2000, pero ya se perdió la virginidad, ya se sabe a lo que conduce una alternancia vacía, ya no entusiasma a nadie”.

–La alternancia por la alternancia nos hizo creer desde 2000 que eso garantizaba la transición. ¿No sucedió lo mismo ahora? –se le cuestiona.

–Eso nos confundió a muchos. Me incluyo sin ninguna excusa, porque me pareció lógico que la primera etapa fuera para no darle miedo a las élites y pensábamos que Fox tenía cierto compromiso democrático. No lo veía ni lo creía tan vacío.

–Bueno, durante la campaña de 2006, ese panismo impulsó la frase del “peligro para México”…

–Eso del peligro es un discurso vergonzoso y revelador en extremo, porque alguien que es un peligro para un país tiene que ser eliminado. Es casi equiparable con el narco. Esa brutal definición de la campaña fue una demostración de que quedaba cero compromiso democrático, cero tolerancia en el PAN.

–¿Por qué los candidatos opositores de ahora están diciendo que es necesario el borrón y cuenta nueva?

–Se entiende que lo digan, pero qué estupidez querer quitar la historia. Es como querer borrar la memoria del pasado inmediato. Se entiende que lo digan, pero es un discurso vacío.

–¿Hay una asimilación del fracaso de lo sucedido en 2000? Los candidatos opositores no están ofreciendo nada.

–Es interesante este fenómeno. En un país con los problemas de fondo que tiene México, que su liderazgo político diga: “yo sólo quiero ver la superficie, no me obliguen a escarbar un poco, vamos a no complicarnos” , es tremendo. Alguien que niega la realidad, tarde que temprano se topa con ella o se vuelve loco.

“Abdicar de la responsabilidad es un camino hacia el fracaso. Un país que no enfrenta sus múltiples problemas (corrupción, fracaso educativo fantástico, injusticia rampante, pobreza) sólo administra el fracaso. Están administrando el fracaso.”

–¿Qué pasa con los partidos?

–Son partidos de cuadros, alejados de la sociedad, que encontraron su marco, que es el IFE y las reformas electorales, y ahora están blindados frente a la sociedad. Las encuestas pueden colocarlos en el último lugar de la opinión social, pero ellos ya lo saben, dicen: “desquítense, elijan lo peor de nosotros, pero los privilegios no los vamos a perder”.

Para Meyer, este es el “gran punto de acuerdo” entre las oligarquías de todos los partidos: “Son los pocos que lograron monopolizar la representació n”, “es el grupo de los pocos que cerró el círculo de hierro que los separa de los millones de mexicanos”.

Ante estas circunstancias, la alianza entre el PAN y el PRD se estableció desde que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le entregó a Jesús Ortega el control de su partido.

–¿No es paradójico que el liderazgo social más amplio que existe, como el de López Obrador, no cuente ahora con partido?

–Es certísimo. El único movimiento social ya masivo (dicen tener 2 millones y medio de afiliados) no tiene partido. Esas oligarquías partidistas tienen la legalidad, pero no la representatividad. Y a López Obrador sólo le queda el tenue punto de apoyo del PT y de Convergencia.

–¿Y qué representa el PRI?

–El PRI son los gobernadores. En algunos estados fracasaron, como en Oaxaca, Puebla y Sinaloa. El PRI desde su origen necesitó una figura fuerte que lo cohesionara, como fue Plutarco Elías Calles, quien no tenía ninguna representatividad institucional pero era el jefe; después (el partido) da el salto hacia la figura presidencial, desde Lázaro Cárdenas, y ahora vuelve a sus orígenes con Salinas, que es como una especie de Plutarco Elías Calles del siglo XXI.

“El PRI se acostumbró a tener un jefe y se fragmentó en varios señores feudales después de la derrota de 2000. Pero esos virreyes necesitan tener un emperador porque, si no, se pueden matar. Para su propia salvación necesitan un emperador, pero ese emperador de ahora no tiene ninguna institucionalidad.

“Lo paradójico es que el poder de Salinas es un reflejo de la debilidad del PRI. Si cambiaran las cosas, Salinas saldría sobrando. Hay que reconocer que Salinas, en esta transición que no cuajó, supo encontrar su lugar.”

–Pero el PRI sigue triunfando en los estados…

–Eso no refleja el triunfo del PRI, sino el fracaso del PAN como gobierno.

–¿Qué le queda al gobierno de Calderón de su origen como gobierno panista, de sus ideólogos?

–Calderón quemó lo último que quedaba de la herencia panista. Este PAN en el gobierno no tiene nada que ver con el que fundó Gómez Morín. Es un gobierno que se quedó sin energía, está a merced de lo que establezca Estados Unidos a través de la Iniciativa Mérida.

Ante este panorama, Meyer advierte que la demanda maderista de “sufragio efectivo” sigue siendo válida, a 100 años de distancia:

“Para recuperar la efectividad del sufragio, se hace una revolución social en México. ¡Cuánta resistencia habrá en las élites políticas, que a pesar de la Revolución el sufragio sigue siendo inefectivo! El voto es muy difícil de respetarlo. ¿Por qué?”

La resistencia al cambio



En su interpretació n de los resultados de los comicios recientes, Calderón afirmó que fue un voto por la paz, en contra de la violencia. Por eso se le pregunta al doctor Meyer cuánto influyó el contexto de inseguridad en el proceso electoral.

–Hay que analizar de dónde viene esa violencia. Es un fenómeno muy complejo, como en Tamaulipas, donde asesinaron al primer candidato del PRI a la gubernatura.

“Hubo una economía política del narco de los años cuarenta hasta los ochenta, con el asesinato de Enrique Camarena. En toda esta etapa hubo un Estado fuerte, centralizado, que pudo controlar al narco como no pudo hacerlo Colombia porque no tenía este tipo de Estado. Pero con el desmoronamiento de las antiguas formas priistas, el aumento del mercado y la proliferación de los corredores hacia Estados Unidos hicieron que surgiera una violencia que amenaza al Estado.

“En Tamaulipas tenemos un episodio histórico que recuerda el asesinato del gobernador de Sinaloa, Loaiza, muerto en 1944, en Mazatlán, porque los que cultivaban la amapola, el opio, consideraban que los traicionó. Entonces, da la impresión de que retornamos al origen.

“Esa economía política del narco no se introducía en las elecciones, como ahora, donde está presente en todos los municipios, como sucedió en Tamaulipas.”

–¿Cuándo empiezan las elecciones competidas en el país?

–A finales de la Colonia, en 1813 o 1814, las Cortes de Cádiz deciden abrir la posibilidad de que en la Ciudad de México todos voten. Son elecciones competidas porque no hay la seguridad de quién vaya a ganar, hay un alto nivel de incertidumbre y entran todos a participar, hasta los indios, que acuden a las iglesias.

“En las boletas, las letras se parecen mucho. Hay historiadores que dicen, como Virginia Guedea, que alguien pudo inducir o decir por quién votar. En esa época hubo una fiesta cívica. Los resultados fueron tan adversos al gobierno, que no se volvió a convocar a elecciones. Fue nuestra entrada y salida de las elecciones competidas. Ahí se perdió la virginidad.

“Vienen todas las elecciones del siglo XIX, donde no hubo ciudadanos que participaran. Hay crónicas que dicen: yo nunca vi entrar a nadie a las mesas de votación. Estas mesas se arreglaban de antemano. Había votaciones, incluso, a mano alzada.”

–¿Por eso la fuerza de la demanda de sufragio efectivo, lanzada por Madero?

–Es una demanda tan sencilla y a la vez tan importante, la de Madero, porque existía sufragio, pero no era efectivo. El sufragio se gana desde finales de la época colonial, pero lo efectivo no. En este país se hace una revolución por eso.

“Es irónico. La revolución bolchevique se hace porque hay que acabar el capitalismo, formar una sociedad socialista. Aquí se hace por una cosa muy menor. Sin embargo, cuánta resistencia habrá en este país a las elecciones, que se hace la Revolución y el sufragio sigue sin ser efectivo. Se destruye el antiguo Estado y, cuando se vuelve a construir, otra vez se presenta esta resistencia.”

–¿Es un síndrome histórico? ¿Por qué se da esta constante?

–Nunca se reniega en México del voto como fuente original de legitimidad. No se niega eso, pero se niega la esencia del voto: que sea libre, en condiciones de equidad, de competencia.

“Es una hipótesis la mía: es la naturaleza de la sociedad colonial la que explica este fenómeno. México, como la capitanía general de Guatemala o el Virreinato del Perú, fueron colonizaciones de explotación, que contrastan mucho con la estadunidense, que fue una colonización de poblamiento.

“Vinieron muy pocos españoles. Aquí la gran riqueza que había era el exceso de mano de obra nativa. En la Colonia hay dos tipos de seres humanos: los poquitos, que tienen el derecho a mandar, los capaces de entender las complejidades de la vida política, y el resto, que son siervos. Y la Independencia no cambia mucho el modelo original.”

–¿La Revolución Mexicana incorpora a esas clases bajas?

–Abre una puerta, pero no incorpora hasta el fondo. Estamos en el siglo XXI y todavía vivimos esos ecos de nuestra fundación original. El sufragio sigue sin ser efectivo.

Peligro: pobres votando



Meyer se explaya en las consecuencias de la elección de 2000, que marca el fin del régimen priista, y las elecciones de 2006, que reviven el miedo de las élites a incorporar en las decisiones políticas a los sectores más amplios:

“La gran insurgencia electoral de 2000, que tiene ecos de la insurgencia electoral de 1988, es posible porque la alternativa llamativa, Vicente Fox, no era en aboluto una amenaza para el statu quo. Fue gatopardismo completo: vamos a movernos para quedarnos en el mismo sitio, pero con una ventaja, que ya no será el PRI que está tan desgastado, es alguien nuevo, con un partido (el PAN) que tiene una historia democrática. Vamos a hacer que el statu quo se revitalice, sin cambio, por puras percepciones.

“El 2000 salió a pedir de boca. Todo ese lastre que fue el robo electoral de 1988, se limpia. Parece que las manchas del pasado son lavadas. En 2006 se abre la posibilidad de que la elección sea algo más que forma. No había nada radical en las propuestas de López Obrador. Ofrecía un cambio moderado, sobre todo, una identificació n del candidato presidencial con las clases bajas por su condición de tales.

“Esta élite del poder fue tan temerosa, tan mezquina, tan poquita cosa, que se espantó. Fue muy racista. El día que ganó Calderón, un periódico registró lo que dijo una señora en la sede nacional del PAN: ‘Se acabó el primero los huevones’. Ese es un resabio colonial. Es decir, los pobres son pobres por su propia culpa.

“Me parece que en 2006 se mostró el rostro, con su guerra sucia, de la voluntad de sacar los miedos seculares de esta sociedad. Por lo menos desde la Independencia, introducir a los pobres al proceso político, tal como lo hizo Hidalgo, es algo peligroso.” l



País sin gobierno... y sin partidos
Jenaro Villamil


En entrevista con Proceso, el historiador Rafael Segovia toma como pretexto los comicios del 4 de julio para pasar revista a la gestión de Calderón, de quien afirma que no está al mando en el país. Segovia fustiga también al PRI y al PRD: del primero asegura que no es un partido de oposición y al segundo lo menosprecia por ser “lambiscón del presidente”.

El resultado de los procesos electorales de 2010 es “un síntoma de que el presidente Felipe Calderón desde hace tiempo no tiene ninguna popularidad”, ya que el gobernante Partido Acción Nacional obtuvo menos de la tercera parte de los votos y, por otro lado, las alianzas electorales demostraron que se pretende desdibujar a los partidos, “cuando son necesarios para gobernar”, sentencia el historiador Rafael Segovia.

En su cubículo de investigador emérito de El Colegio de México, al cual acude ininterrumpidamente desde hace 50 años, el autor de libros como Lapidaria política, La resistencia al cambio o El gran teatro de la política advierte en entrevista con Proceso que en México “se requiere un partido fuerte con un gobierno fuerte”, pero los del PAN no han podido cumplir esta necesidad.

“Quien más gobierna es el Ejército, sobre todo sus oficiales, pero no han podido con el crimen organizado, como se observa en el caso de Ciudad Juárez”, sentencia Segovia.

Su animadversión por la forma de gobernar de Calderón no se oculta a lo largo de una entrevista plena de reflexiones y de pesimismo ante la situación del país, en vísperas de los festejos históricos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución:

“El presidente de la República es otra cosa y este señor no es un presidente. Este país no está siendo gobernado y él lo sabe perfectamente.”

La crítica de Segovia se extiende hacia el PRI y el PRD. Para el historiador “el PRI de ninguna manera ha sido un partido opositor, sobre todo en el Senado, donde han aprobado las reformas más inauditas y neoliberales” , mientras que los actuales dirigentes del PRD “se han convertido en unos lambiscones del presidente. Están perdidos y es un partido que está llamado a desaparecer”.

Para el historiador y filósofo los partidos seguirán siendo necesarios para gobernar, aun cuando se quieran desdibujar sus diferencias o “tengan miles de defectos”. El problema, advierte, es que Calderón “no ha gobernado con los partidos” y tanto el PRI como el PAN y el PRD carecen de liderazgos fuertes.

Confiesa que siente “simpatía personal” por Beatriz Paredes, presidenta nacional priista, pero acota: “No se puede dirigir el PRI y aliarse con el PAN”.

–¿Tiene líderes la derecha, el PAN?

–No tiene. El más líder que tuvo fue el expresidente del PAN Luis Felipe Bravo Mena, el actual secretario privado del presidente.

–¿Y los liderazgos de la izquierda?

–La izquierda ha tenido buenos líderes, como Vicente Lombardo, Lázaro Cárdenas, Heberto Castillo.

–¿López Obrador es un líder?

–A pesar de que le han dado hasta con la cubeta y de que ha cometido errores personales, López Obrador es un líder y se puede volver a levantar. En los últimos 20 años es el que más ha movido a la gente. Ahora no tiene partido porque los personajes menores se han encargado de deshacerlo, pero hay un hombre inteligente en el PRD: Alejandro Encinas.

–¿El PRI no tiene un líder? ¿Peña Nieto? –se le pregunta.

–Peña Nieto no es un líder. Se van a encargar los propios líderes secundarios del PRI de hacer todo para que no llegue.

–¿A pesar del apoyo de las televisoras, en especial de Televisa?

–Televisa que se cuide. La gente ya está harta de ella. Televisa ha dado un bajón en sus noticiarios. Nadie cree en ellos.

Segovia revisa los resultados más recientes de los comicios publicados en la prensa. Le llama la atención el alto nivel de abstencionismo, superior a 60% en entidades como Tamaulipas o Chihuahua. Si ha votado 34% del padrón, calcula, el PAN tendrá alrededor de 10% de los sufragios.

También considera “rarísimo” que Calderón diga en su discurso, acompañado por el gobernador poblano Mario Marín, que es necesario “olvidarse de los partidos” para gobernar.

Segovia advierte en este discurso un claro interés por promover la segunda vuelta electoral para los comicios de 2012.

–¿Hay alguna relación entre la propuesta de la segunda vuelta electoral y las alianzas de este año entre el PAN y el PRD?

–Puede tenerla, pero yo creo que no es eso. Se pretende desde ahora que un presidente tenga la mayoría. Y en estos cuatro años el PAN no lo ha logrado. Con un mínimo de votos Calderón pretende cambiar todo. Lo que me escandaliza es que quiera hacerlo.

–Pero si no ha gobernado con los partidos políticos, como el suyo, ¿con quién ha gobernado Calderón?

–No ha gobernado. Este país no está gobernado y él lo sabe perfectamente. Desgraciadamente, en México se requiere de un partido fuerte con un gobierno fuerte. Cárdenas fue un presidente fuerte y terminó aborrecido por la población.

–Fue la clase media, ¿no? ¿No es la misma clase media que fundó el PAN?

–Lo lógico es que ahora la clase media fuera la de Calderón, pero ya vimos que esa clase media no ha estado con el presidente. Es una clase media que pide orden, pero no el tipo de orden de ahora.

“Calderón cree que tiene el monopolio legítimo de la arbitrariedad” , sentencia.

Para abundar en su pesimismo hacia el gobierno panista, el historiador califica de “tontería” la declaración de César Nava, presidente nacional del blanquiazul, quien afirmó que el PAN ya está tranquilo para los comicios de 2012 con las alianzas y los resultados de este 2010.

“Estas elecciones no pueden dejar tranquilo a nadie. Ni al PAN ni al PRD ni al PRI”, afirma.

–¿Por qué no al PRI?

–¿Cómo puede el presidente de un partido opositor aliarse con el partido en el gobierno, de derecha? Han votado todo lo que les han puesto delante.

–Sin embargo, Beatriz Paredes, a raíz del crimen político en Tamaulipas, pronunció un discurso muy duro, amenazó con romper...

–No han roto nada. El verdadero problema de fondo en este país es el desempleo y ellos no han modificado nada para resolverlo. l



Oaxaca y la mezcolanza: PAN, PRD, Calderón, López Obrador...
José Gil Olmos y Pedro Matías


Mientras el gobernador priista de Oaxaca, Ulises Ruiz, busca convertir su rabia en engallamiento tras la derrota sufrida el domingo 4 –“vamos a seguir con güevos… vamos a prepararnos para la guerra, para ganar la Presidencia de México”–, el aliancista Gabino Cué advierte: “no va a haber impunidad en nuestro gobierno”, y rechaza asimismo la posibilidad de un pacto con Ulises. Cumpla o no su promesa, el expriista Cué está sitiado por un insólito muégano de compromisos políticos que abarca desde Andrés Manuel López Obrador hasta Felipe Calderón... Pero ataja: “La gente eligió a Gabino, no eligió a grupos de poder”.



OAXACA, OAX.- Era media tarde. Mientras la jornada electoral del domingo 4 trascurría, Ulises Ruiz se paseaba por el zócalo de esta ciudad. Había poca gente y sólo algunos se le acercaron para saludarlo. Sonriente, el mandatario preguntó a uno de sus acompañantes, entre los cuales iba el diputado Héctor Pablo Ramírez Puga:

–¿Cómo va la votación?

–Vamos abajo y la gente sigue votando –le contestaron.

La respuesta congeló su sonrisa.

–¿Cómo? Me dijeron que ya había bajado la votación… A ver, llama al instituto para ver qué está pasando.

Faltaban dos horas para que cerraran las casillas y tanto Ruiz como sus correligionarios que lo acompañaban –Hugo Olivares, Carlos Jiménez Macías, César Augusto Santiago y el mexiquense Manuel Cadena, enviado por Enrique Peña Nieto a apoyar al candidato del PRI, Eviel Pérez Magaña– quisieron reaccionar.

Ya era tarde. En varias casillas de la capital algunos grupos comenzaban a corear: “¡Ya cayó, ya cayó, Ulises ya cayó!”.

Víctor Leonel Juan Martínez, quien ha realizado trabajos de observación electoral en Oaxaca los últimos 10 años, enumera los factores que, dice, le costaron la gubernatura al PRI: el trabajo de precampaña del candidato de la alianza PRD-PAN-PT y Convergencia, Gabino Cué, en todos los municipios de la entidad en los que estuvo acompañado por Andrés Manuel López Obrador, así como el apoyo del gobierno de Felipe Calderón y el PAN.

Para el investigador de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), los recorridos que hicieron el candidato y López Obrador por los 418 municipios que se rigen por usos y costumbres, y por los 152 que tienen autoridades emanadas de los partidos políticos, fueron determinantes para la victoria de Cué.

“Por supuesto que el capital político que López Obrador abonó a la figura de Gabino Cué fue fundamental, así como que el candidato se haya mantenido en el centro, capitalizando los votos del PAN. De esta manera –dice– se conjugó el voto urbano y clasemediero con el capital de López Obrador.”

Otro acierto es haber conformado una alianza para impulsar a Cué porque, insiste, por sí solos el PAN o el PRD no hubieran vencido al PRI. Un tercer elemento que actuó a favor del candidato opositor fue la alta participación –56% de los ciudadanos empadronados para la elección de gobernador–; a ello se debió que el voto duro en el que confiaba el PRI le haya resultado insuficiente.

Otro de los factores que incidió en la votación y en la victoria de Cué fue la polarización entre dos fuerzas políticas y la concurrencia de las elecciones municipales. Eso provocó que los indecisos emitieran un voto de castigo a Ulises Ruiz y a su grupo, comenta el académico de la UABJO.

–¿Felipe Calderón también incidió en la victoria de Cué?

–Creo que el gobierno de la República y directamente Felipe Calderón incidieron, aunque también funcionó la visita de legisladores (federales de los partidos que formaban la alianza) y de personajes como Margarita Zavala para fortalecer la imagen de Gabino Cué.

Dice que la elección muestra que las alianzas son viables en Oaxaca: “Para Andrés Manuel, el resultado es un aliento; para Calderón, una ganancia redonda. Lo que aún no sabemos es qué fuerza va a predominar en el próximo gobierno”, dice el investigador.



Luces y sombras



Durante el proceso, la calle Reforma de esta ciudad se convirtió en el centro político del estado. Sobre esa arteria instalaron sus casas de campaña el priista Eviel Pérez Magaña y el aliancista Gabino Cué.

El día de los comicios, los seguidores de Cué colocaron un templete afuera de las instalaciones, y alrededor de las seis de la tarde, cuando una encuesta de salida del Grupo Milenio dio las primeras cifras, que indicaban que Cué iba adelante, sus seguidores comenzaron a arremolinarse. Los priistas guardaron silencio, atrincherados en su cuarto de guerra.

En la glorieta de las Siete Regiones las luces de colores iluminaron el cielo y los mariachis cantaron la victoria de Cué; poco les importó que no hubiera aún datos del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP). Eviel Pérez Magaña ya no apareció esa noche.

Ante la algarabía de los aliancistas, los priistas, encabezados por Carlos Jiménez Macías, amenazaron con demandar al Grupo Milenio por divulgar encuestas antes de las ocho de la noche. Sin embargo, en la sala de prensa del PRI el senador Adolfo Toledo declaró que la encuesta del Grupo Milenio era “fuego amigo”, en alusión a Liébano Sáenz y Federico Berrueto, dueños de Gabinete de Comunicación Estratégica, la empresa que aplicó la encuesta.

Al mismo tiempo, en el Instituto Estatal Electoral (IEE), seguidores de la alianza opositora y observadores electorales acusaban al presidente de ese organismo, José Luis Echeverría, de trabajar para el gobernador Ulises Ruiz. El consejero se limitó a decir que la jornada había trascurrido sin incidentes mayores y comentó que no se explicaba por qué el PREP, que había costado 12 millones de pesos, había fallado.

Al mediodía, la procuradora María de la Luz Candelaria Chiñas presentó a 38 jóvenes que, dijo, fueron contratados por Cué para violentar la elección; se les aseguraron, dijo, bombas molotov y navajas. Lo curioso es que los adolescentes eran del Distrito Federal y fueron detenidos en un hotel de la candidata del PRI a la presidencia municipal de Oaxaca, Beatriz Rodríguez Casasnovas, una de las personas más allegadas a Ulises Ruiz.

Doce horas después, el gobernador se comunicó con los consejeros del IEE allegados al PRI y les pidió detener el PREP; incluso amenazó con cortar la luz del área donde estaban sesionando si no lo apoyaban. Pero uno de ellos le contestó: “No se puede, los de la alianza pidieron una planta de luz extra”, comenta a los reporteros uno de los asistentes a esa reunión.

Las siguientes horas, según algunos de sus allegados consultados por Proceso, Ulises trató de ahogar sus penas y comenzó a beber. Dicen que responsabilizó a todos de la caída del PRI en Oaxaca tras 80 años de gobierno ininterrumpido.

A todos, dice, los llamó traidores y los amenazó de muerte. Juan Díaz Pimentel, exdirigente del PRI local, asegura que “gente confiable” del partido le comentó que Ulises profirió esas amenazas contra él y otros militantes, entre los que destacan Jorge Franco, exsecretario de Gobierno y actual diputado; Raúl Bolaños Cacho, expresidente del Tribunal Superior de Justicia; Aurora López Acevedo, exsecretaria de Transporte; Carlos Velasco, vocero del gobierno de José Murat, y Sergio Santibáñez, exprocurador del estado, entre otros.

Todos los mencionados colaboraron en gobiernos anteriores y recriminaron a Ulises la imposición de candidatos. “Es posible que presentemos una denuncia ante la Procuraduría General de la República para que haya constancia de las amenazas de Ulises y para responsabilizarlo de lo que pueda pasarnos”, expone Díaz Pimentel.

Dice que “la derrota es multicausal. Sería una soberbia decir que fuimos nosotros los que hicimos que perdiera (el PRI). Sólo contribuimos deslindándonos de Ulises Ruiz y su burbuja, denunciando sus prácticas fraudulentas. En realidad el triunfo fue de la ciudadanía”.

El martes 6 por la mañana, los priistas fueron citados en la casa de campaña de Eviel Pérez Magaña para hacer una evaluación de la derrota sufrida dos días antes, que incluye la gubernatura, la mayoría en el Congreso y las principales presidencias municipales.

Ahí, Carlos Jiménez Macías, el propio Eviel y Adolfo Toledo insistieron en que en el PRI hubo traidores y justificaron su fracaso porque, dijeron, se enfrentaron al gobierno federal.

Ulises Ruiz habló de los supuestos logros de su administració n: “Somos el segundo estado en recaudación; en disminución de pobreza superamos a Chiapas, Guerrero e incluso Puebla; hemos dado pasos importantes en la transformació n de Oaxaca y tenemos que cerrar intensamente en estos cinco meses”.

Y sus correligionarios aplaudieron. En reciprocidad, él les dijo que debían sentirse orgullosos de ser priistas, porque “estamos cumpliendo con el mandato que nos dio el pueblo oaxaqueño hace seis años; a nosotros no nos doblan las circunstancias adversas, hemos vivido una y otra vez y hemos asumido con responsabilidad el gobierno del estado”.

Los aplausos seguían y él, entusiasmado, continuó: “Hemos vivido cosas inéditas para un gobierno, y lo vamos a seguir haciendo. Vamos a seguir con temple, con güevos… Esta es una batalla, vamos a prepararnos para la guerra, para ganar la Presidencia de México; Oaxaca tiene mucho qué aportar a la nación”.

Seis minutos duró el discurso de Ulises. Anunció que Eviel será el nuevo dirigente estatal del PRI y les pidió continuar trabajando en el estado para las elecciones de 2012.



“No pactaremos”



En entrevista efectuada el lunes 5, Gabino Cué señala que él no ha acordado, ni lo hará, un pacto de gobernabilidad con Ulises Ruiz; también aclara que no entregará a los priistas ninguna posición en su gobierno.

–La gente que votó por usted espera que se acabe la impunidad.

–Sí, claro. Y no va a haber impunidad en nuestro gobierno. Yo creo que la gente votó por el cambio, por la alternancia, por que no haya más corrupción ni impunidad.

–Entonces, ¿no va a pactar con Ulises?

–No. Yo no estoy acostumbrado a pactar. Sí sé que en la política hay que tener la capacidad de hacer acuerdos, pero hay cosas que no se pueden acordar ni pactar… Nuestro compromiso solamente es con la gente que votó por nosotros.

Cué aclara que, aun cuando tiene una relación política con los partidos que lo impulsaron, hay acuerdos para que entre sus cuadros se elija a los militantes que puedan ser buenos funcionarios. Pero eso no significa, dice, que vaya a haber repartición de cuotas en su administració n.

–¿Qué va a pasar con los grupos que se sumaron a su campaña y van a querer cuotas de poder?

–Nada de cuotas de poder. Estamos ganando con la legitimidad del pueblo, con una diferencia de más de 100 mil votos. Los más de 600 mil votos obtenidos se deben a los partidos de la alianza, pero también al candidato y al proyecto. Yo no me siento atado. Creo que los que constituimos la alianza tenemos la suficiente libertad para responderle al pueblo de Oaxaca.

Cué remata: “No se trata de ser mal agradecido ni mucho menos. Prueba de ello es que mantengo mis relaciones con todos. Siempre hay trato respetuoso, justo de mi parte, pero a fin de cuentas la gente eligió a Gabino, no eligió a grupos de poder”.

Adelfo Regino, dirigente de los Servicios del Pueblo Mixe (Ser), comenta a Proceso que ninguno de los crímenes de Estado cometidos en los últimos años ha sido investigado, por lo que se pronunció por la creación de una Comisión de la Verdad.

“Hay viudas, huérfanos, personas que fueron privadas de su libertad. Otras fueron desaparecidas y las violaciones a los derechos humanos son constantes, como lo han admitido la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Organización de las Naciones Unidas. Por eso decimos que debe haber justicia. No puede haber democracia sin justicia y dignidad”, expone el dirigente mixe. l

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