Sunday, May 10, 2009

PANdemia Desinformadora

La epidemia desinformadora

JENARO VILLAMILDe origen indeterminado y sin vacuna que lo prevenga, la confirmación de un nuevo virus de influenza, el A (H1N1), ha concentrado el interés mundial ante la posibilidad de una nueva pandemia que, hasta el viernes 1, sólo ha causado fallecimientos en México. Incluso, la única muerte registrada hasta ese día en otro país fue la de un bebé mexicano que cruzó la frontera para ser atendido en un hospital de Estados Unidos.La paranoia se ha generalizado en el país, pero en buena medida el miedo es el resultado de un coctel: la opacidad, las inexactitudes y las contradicciones entre las cifras de contagiados y de muertos; entre las medidas adoptadas en México para enfrentar la emergencia sanitaria y las recomendaciones internacionales, y entre las declaraciones de funcionarios mexicanos de la Secretaría de Salud y la información difundida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).A pesar de la saturación mediática sobre el tema, la desinformación es la otra cara del virus. He aquí un breve recuento de los principales ingredientes que generaron esta otra epidemia:1.- El jueves 23 de abril, el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, sostuvo dos versiones frente a los indicios de una epidemia de influenza. En la mañana, al ser cuestionado sobre la información publicada días antes en el periódico Reforma (cinco personas fallecidas y 218 casos en hospitales), el funcionario afirmó que “esto no es una pandemia de influenza… Estamos viendo la prolongación de la época estacional de la influenza, que normalmente se termina en febrero”.Doce horas después, a las 23:00 horas, en cadena nacional, Córdova Villalobos confirmó que sí se trataba del brote de un nuevo tipo de influenza aeróbico que requería “medidas extremas” y ordenó la suspensión de las actividades escolares en el Distrito Federal y el Valle de México. No aclaró cuántas personas habían sido hospitalizadas ni cuántos fallecimientos estaban relacionados con la nueva cepa viral.2.- La danza de las cifras inició el domingo 26 de abril y continúa hasta ahora. La Secretaría de Salud mencionó ese día 103 muertes por influenza “atípica” y más de mil 380 personas afectadas, la mayoría, en el Distrito Federal. Se generó la alerta global ante la confirmación de 20 casos en Estados Unidos.El lunes 27 de abril, Córdova Villalobos aseguró que los muertos por “influenza porcina” eran 20, pero un día después redujo la cifra a sólo siete muertes confirmadas. El 29 de abril esta cifra se elevó a ocho y el viernes 1 de mayo informó que eran 16 fallecidos en todo el país por “influenza humana”, la denominación que le otorgó la Secretaría de Salud. De 159 expedientes de personas fallecidas, en 58 no había justificación para relacionarlos con el virus y 85 se mantenían como “sospechosos”. Al corte del 1 de mayo, de los 16 decesos 11 fueron en el Distrito Federal, tres en el Estado de México, uno en Oaxaca y uno en Tlaxcala.3.- El martes 28 se generalizó la confusión en el manejo de las cifras y el tipo de decesos. Córdova Villalobos creó un nuevo rango: “muertes sospechosas” por influenza porcina. Ese día fueron 159, al día siguiente 176 y después ya no se mencionó este concepto hasta el 1 de mayo, que se informó de 85 “muertes sospechosas”. Afirmó que están vivos 381 contagiados por el virus de influenza humana.4.- La denominación del nuevo tipo de influenza también ha ocasionado confusiones. Primero se le llamó “influenza porcina” para diferenciarla de la “influenza estacional”. El lunes 27, los científicos estadunidenses de Atlanta que lograron aislar la nueva cepa la denominaron gripe A H1N1. En Francia se le intentó denominar “gripe mexicana”, lo que generó una airada protesta de la embajada de México por considerar el término “discriminatorio”. La OMS sugirió que se le denomine influenza A (H1N1), y el 1 de mayo, la Secretaría de Salud dejó de llamarla “influenza porcina”, porque “no se contagia por los cerdos”, y la llamó “virus de influenza humana”.5.- La oficialización de las medidas adoptadas en México provocó diferencias y suspicacias. El 25 de abril en el Diario Oficial de la Federación se publicó un decreto que autoriza a la Secretaría de Salud a tomar acciones para “prevenir, controlar y combatir la existencia y transmisión del virus de influenza estacional epidémica”. No menciona “influenza porcina” ni “influenza humana” ni A H1N1 ni define qué es “influenza estacional epidémica”.Entre las medidas se ordena “el aislamiento de personas que puedan padecer la enfermedad y de los portadores de gérmenes de la misma”, así como “el ingreso a todo tipo de local o casa habitación para el cumplimiento de actividades dirigidas al control y combate a la epidemia”. También autoriza la adquisición de equipo médico, agentes de diagnóstico, material quirúrgico, productos higiénicos y medicinas “sin necesidad de agotar el procedimiento de licitación pública”.6.- Está a discusión si México adoptó o no las medidas emergentes necesarias. Funcionarios de la OMS afirmaron que el organismo supo desde el 9 de abril de casos de “influenza sospechosa” en México y el 24 de abril recibieron la confirmación de laboratorios de Estados Unidos y Canadá que identificaron que se trataba de una nueva cepa. “Nos movilizamos en cuestión de horas”, dijo el vocero de la OMS, Thomas Abraham.Sin embargo, el presidente Felipe Calderón, en su mensaje a la nación del 29 de abril, afirmó que en México “se lanzó el 16 de abril una alerta epidemiológica para que las autoridades médicas de todo el país y de los hospitales tomaran las precauciones debidas” y se enviaron a “los mejores laboratorios del mundo” las muestras tomadas a personas enfermas.Coincidentemente, el mismo 16 de abril el presidente estadunidense Barack Obama realizó su primera visita oficial a México. Para ese momento, nadie había informado a la sociedad sobre la “alerta epidemiológica” en nuestro país a la que aludió Calderón.El epidemiólogo de la Secretaría de Salud Miguel Ángel Lezana, quien ganó notoriedad por minimizar el uso del cubrebocas, aseguró el 1 de mayo a la agencia AP que fue la OMS la que tardó en atender la alerta enviada desde el 16 de abril. “Aparentemente hubo algún problema. No sé si fue en la oficina de la Organización Panamericana de la Salud (brazo regional de la OMS), en México o en Washington”, afirmó Lezana, director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica. (Jenaro Villamil).





“Ojalá que sientan el dolor…”

VERóNICA ESPINOSASAN LUIS POTOSÍ, SLP.- “Neumonía comunitaria”, dice el acta de defunción de Raymundo.Con 42 años de edad y de oficio mecánico, Raymundo murió el 10 de abril. Su nombre está en la lista de fallecimientos elaborada por la Secretaría de Salud, causados probablemente por la influenza A (H1N1).Pero ni su viuda ni nadie aquí lo sabe con certeza.Ninguno de los médicos que lo atendieron en la clínica 50 del IMSS en la capital del estado le pudo decir a Maricarmen la causa de la muerte de su esposo. De ahí el término “neumonía comunitaria”, que se utiliza en los casos en que el paciente la adquirió afuera, antes de ingresar al hospital.En el área de terapia intensiva de la clínica 50 donde estaba Raymundo, mandaron llamar a Maricarmen para que se despidiera y, posteriormente, para avisarle que su esposo ya había muerto.La doctora le dijo: “No es un consuelo, pero esto está pasando en muchos estados de la República; no sabemos de qué están muriendo. Su esposo estaba muy joven, una persona de esa edad aguanta una neumonía normal”.Diecinueve días después, Maricarmen asume plenamente que Raymundo tuvo influenza A (H1N1). Se convenció cuando cuatro empleados de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) llegaron a su casa el miércoles 29 en la tarde para hacerle preguntas sobre los hábitos de su esposo, con la única explicación de que era “para medir el impacto social de esta epidemia”.Maricarmen les contó que está preocupada porque no sabe si ella es portadora de la enfermedad; que en la clínica no le hicieron ninguna prueba ni le preguntaron nada sobre su estado de salud o el de los familiares que acudieron a ver a Raymundo en sus últimas horas; que no la han buscado de la Secretaría de Salud ni siquiera porque hay alerta de pandemia, y que en el laboratorio estatal se negaron a hacerle el cultivo faríngeo que le recomendó un amigo que es doctor, “porque no tengo los síntomas”.Los empleados de la Sedesol tampoco supieron qué decirle. Llenaron el formulario que llevaban con los datos sobre la vida de Raymundo, le pidieron que lo firmara y se fueron.Lo poco que Maricarmen sabe es que desde el lunes 6 de abril, cuando creyó que su esposo tenía una gripe severa, con fiebre de 39.5 grados, vio primero a un médico particular. Luego lo internó en la clínica 01 del IMSS, ubicada en la calle Nicolás Zapata, donde lo trataron por deshidratación.“Lo atendieron muy bien” y lo dieron de alta. Ante la reincidencia de los síntomas regresó a urgencias del IMSS, “donde vieron que ya era neumonía y lo tuvieron sentado en una silla de ruedas”. Raymundo terminó en el hospital 50, también del IMSS, en terapia intensiva, donde falleció el viernes 10 a las siete de la noche.En Urgencias del IMSS Zapata “lo pasaron a una camilla como a las 10 de la noche, y hasta las cuatro de la mañana me encontré a la doctora revisándolo. Ya estaba muy mal y corrieron a ponerle el oxígeno, luego lo tuvieron que entubar porque yo les reclamé que el nivel de oxigenación no era aceptable. La doctora ya no salió a darme información, no me decían nada, así que le hablé a una amiga, y a la una de la tarde del viernes lo cambiamos a la clínica 50, porque ahí hay internistas, hay mejor laboratorio”.Maricarmen creía que su esposo iba a mejorar. “Lo pasaron de inmediato a terapia intensiva. Pero luego la doctora ya nada más me dejó verlo para que me despidiera”.El miércoles 29, sentada ante la mesa del comedor de su casa, Maricarmen no ha podido aplacar su coraje. En la puerta sigue colgado el crespón negro de luto.La noche anterior, al salir de misa, vio de lejos al gobernador Marcelo de los Santos que inauguraba la iluminación del santuario de Guadalupe, invitado por las autoridades de la Iglesia católica local.“Sí tengo mucho coraje con el gobernador, porque quiso tapar todo. Qué bueno sería que él sintiera el dolor. Me oigo mal, pero ahorita sí se los deseo: que sientan el dolor.”PesadumbreEn el registro oficial de decesos también aparece José M., quien inicialmente ingresó a un hospital el 4 de abril y fue trasladado a la clínica del IMSS Zona 02 Cuauhtémoc, donde falleció el día 19.La fiebre le duró varios días. “Llegó a 39.8 grados; les pedimos hielo a las enfermeras, pero o no había o no estaban los de intendencia que lo traían, así que uno de nosotros tuvo que salir a comprar una bolsa. El medicamento que le ponían nunca le sirvió para bajar la temperatura”, dice su familia.Al agravarse el estado de José, los médicos informaron a sus hijas que sus pulmones estaban muy dañados, que le habían hecho varios estudios y los habían enviado a Estados Unidos. “Pero de esos estudios nunca supimos más nada”. Finalmente, una doctora les anunció la posibilidad de un desenlace fatal “en cuestión de horas”. Y pidió la autorización de la familia para practicar una autopsia, porque en la misma clínica había por lo menos otro par de casos similares “a los que podíamos ayudar”.–¿Y ya les informaron de los resultados?–No. Incluso nos habían dicho que, si su enfermedad era infecciosa, debíamos incinerarlo o velarlo a caja cerrada, pero después de la autopsia ya no nos dijeron nada.–¿Les mencionaron la influenza, les dieron seguimiento a ustedes?–De la influenza no nos han dicho nada hasta la fecha. Dijeron que nos darían seguimiento, pero apenas ayer (el martes 28) fueron a ver a algunos familiares para pedir que se hicieran unas pruebas. Y hoy fueron unos de la Sedesol a ver a mi mamá, querían tomar fotos y le hicieron preguntas sobre mi papá.Diez días después de la muerte de José, sus hijas están como al principio. “No nos dicen nada, no nos aclaran nada”.En el certificado de defunción sólo se apuntó: “Neumonía atípica, germen no determinado”. Tal vez por eso se dejó en blanco el nombre de la clínica donde murió.Los enredosLa epidemia de influenza en San Luis Potosí ha tenido una incidencia severa que lo ubicó entre las tres entidades más afectadas, junto con el Distrito Federal y el Estado de México. Hasta el viernes 1, el gobierno estatal reportaba 15 decesos.Pero prevalecen serias dudas sobre el control de la enfermedad, el número real de casos y defunciones, y la coordinación entre las instancias, debido a las contradicciones entre la información proporcionada por el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, y el gobernador Marcelo de los Santos.La confusión fue total a partir del miércoles 29, pues mientras Córdova Villalobos hablaba de siete defunciones en todo el país, confirmadas con incidencia de influenza A (H1N1), la Secretaría de Salud de San Luis Potosí emitía un reporte de 14 decesos en esta entidad.El director de Políticas de Calidad de la Secretaría de Salud del estado, el doctor Francisco Posadas, acepta que es una “situación muy compleja” y aclara que hasta el momento no se cuenta con ningún diagnóstico de laboratorio que confirme si hay casos de influenza A (H1N1) en la entidad, “porque no nos han llegado los resultados de la Ciudad de México”.Por si fuera poco, las primeras defunciones datan del 10 y 12 de abril, pero “nos las reportaron con fechas posteriores”, lo que atribuye en parte a la escasa participación de la medicina privada en las emergencias epidemiológicas, una falla que no se ha logrado subsanar.Ante los números aparentemente contradictorios, dice que si el parámetro es la confirmación en laboratorio de muertes causadas por el nuevo virus, “pues yo diría que no tengo ningún fallecimiento, porque ninguno ha sido corroborado, pero eso creo que es irresponsable. Ha habido defunciones prácticamente todos los días de la semana y yo tengo que cortar el brote, a ver cómo le hago. En eso me tengo que ocupar, y no en andarme peleando por si son 13 o 10 o 15”.Tradicionalmente, dice el funcionario durante la entrevista, en el manejo de las estadísticas estatales, nacionales y mundiales “siempre tratamos de minimizar los problemas. Lo primero que debemos tener muy claro es que la autoridad que está a cargo de esto diga la verdad y tenga muy claras las cifras. Nosotros estamos manejando la información que existe”.

Los muertos del sistema

MARCELA TURATIHay domicilios que no aparecen en el registro oficial de fallecimientos, pero en los que se guarda luto por personas que murieron por enfermedades respiratorias. Proceso entrevistó a familiares y médicos; recorrió hospitales, y se topó con historias que desnudan las debilidades de un sistema de salud colapsado. Un sistema que en algunos casos terminó por darle a la gente un puntapié al abismo.La muerte por influenza en México tiene el rostro de un subdirector del ISSSTE que estuvo en lista de espera mientras se liberaba una cama, un neumólogo y unos antivirales. El de un paisano que pasó sus últimas horas en una silla, compartiendo el aire y el hombro con otros enfermos en sala de urgencias. El de una joven arquitecta recluida sin diagnóstico junto a pacientes contagiados. El de un niño de cinco años a quien le negaron la vacuna de la influenza invernal porque la enfermera consideró que ya estaba grandecito…Ellos están registrados en las bitácoras oficiales –sin análisis de laboratorio de por medio– como “muertos por influenza”. Tienen nombre, apellido, un porvenir cancelado y familias que les lloran y les rezan un novenario. Comparten entre sí un historial de diagnósticos errados o tardíos, la peregrinación previa entre clínicas (públicas, privadas o “similares”), el purgatorio en salas de espera, la falta de los fármacos que les hubieran salvado la vida. Sus muertes forman parte de las 264 registradas del 1 al 26 de abril en la Ciudad de México a causa de “insuficiencias respiratorias agudas” o “neumonías atípicas”, lo que no significa que se trate por fuerza de casos de influenza A. Hasta el 13 de abril, cuando murió en Oaxaca la primera mujer por esa variedad de influenza, habían sido registrados 108 fallecimientos por causas respiratorias en la capital. Los siguientes 13 días perecieron muchos más: 156. Llama la atención que los primeros 21 días de abril fallecieron de neumonías atípicas nueve personas menores de 40 años sin historial de enfermedades, y que del 22 al 26, en sólo cinco días, fallecieron ocho personas jóvenes y, poco antes, sanas.La estadística oficial a la que este semanario tuvo acceso se corta el domingo 26, tres días después de que fue reconocida oficialmente la epidemia. La muerte inexplicable tocó lo mismo a una empleada de mostrador de 22 años, en Ixtapaluca; a un ayudante de cocina de 26 años de la delegación Álvaro Obregón; a un empleado y un médico treintañeros, respectivamente de Iztapalapa y del Estado de México; que a una ama de casa de Neza, a una arquitecta de 26 años, y a un niño de nueve, de Tlalpan.En la delegación Iztapalapa del Distrito Federal vivía 22% de las personas que murieron por “causas respiratorias” entre el 13 y el 26 de abril, 11% en Gustavo A. Madero, 9% en Venustiano Carranza y 7% en Iztacalco, Benito Juárez y Álvaro Obregón. De los fallecidos, 87 eran hombres y 84 mujeres. El 34% tenían menos de 40 años.Trato como a cualquieraEl registro fúnebre 265 corresponde a un médico mexiquense de 32 años. La causa de su muerte quedó registrada en las bitácoras oficiales como “neumonía aguda grave: influenza”. El joven, cuyo nombre se omite, era subdirector del ISSSTE de Texcoco y atendía pacientes como médico general. Estaba casado con la joven de la que se enamoró desde que iniciaron juntos la carrera de medicina. Era hijo de otro médico y tenía dos hermanos.La segunda semana de abril sintió fiebre y dolor de huesos, y tuvo tos. Como se automedicó y no sintió mejoría, un colega le subió la dosis. Días después arrojaba flemas con sangre. Se hizo estudios que determinaron neumonía. Trató de internarse en el Hospital General de las Américas, pero no lo aceptaron: no había camas disponibles. En un laboratorio particular tuvo que sacarse placas de pulmón y tórax. El sábado 18 consiguió ingresar a terapia intensiva del Hospital del ISSSTE ubicado en la avenida Politécnico. Ya iba inconsciente.Los medicamentos que le recetaron no se encontraban en la farmacia del hospital. Sus familiares, uno de ellos médico del ISSSTE, llamaron a los directivos de Toluca para que “liberaran” los medicamentos porque, sostienen, “sí había”. La familia tuvo que contratar a un neumólogo privado, del hospital ABC, porque el ISSSTE no tenía ninguno disponible. El médico diagnosticó que le estaban dando mal servicio al paciente y dijo que necesitaba aparatos para atenderlo.Ana Lilia, la hermana del médico –con cubrebocas, desde atrás de la reja de su casa cerrada con llave– recuerda: “Mi papá y mi cuñada hablaron con el director, le dijeron que no era posible que trataran así a un funcionario de nivel subdirector del ISSSTE, que cómo lo trataban como cualquier otro paciente”. La familia padeció la cruel burocracia hospitalaria. Sin compasión, los médicos les dijeron que iba a morir y la noticia, así, de botepronto, provocó que los nervios de la mamá colapsaran.“Entró el sábado y hasta el miércoles le dieron el antiviral. Si se lo hubieran dado a tiempo la hubiera librado”, dice la hermana de ojos tristes. Desde adentro de su casa de interés social se escucha el grito de su hijo, aburrido por el encierro. El médico falleció el 25 de abril a las 10 y media de la mañana. Ese mismo día, en terapia intensiva, se encontraba hospitalizado su hermano, con los mismos síntomas.No supieron qué teníaEn las fotos, Adriana aparece sonriente, abrazando a sus perros salchicha o esquiando feliz. ¿Qué iba a preocupar a esta veinteañera recién egresada de arquitectura? No un catarro.“La verdad, mi hija no se cuidaba la gripa, se bañaba en la noche y salía luego con pijamita ralita, dejaba la ventana abierta y aquí en el Ajusco hace mucho frío. Cuando se puso mala tenía la ventana abierta, le dio neumonía, no fue la influenza. No sé si la contagiaron en el hospital, no sé que pasó.”Lo dice su mamá, Silvia Vaca, quien quiere hablar de su hija para que todos se enteren de que no murió por la epidemia, con el fin de evitar la marginación, de la que ya fue objeto por unos familiares que no quisieron velarla.Adriana aparece en el registro de muertes por males respiratorios en el Distrito Federal con una acotación: “Neumonía por virus de la influenza”. Su mamá lo niega. Dice que el martes 21 ingresó al hospital privado San José con diagnóstico de neumonía.Un día después de que el gobierno decretó la emergencia, cuando Adriana ya estaba en terapia intensiva, en el hospital les sugirieron que la cambiaran a otro lugar. “Les urgía que la sacáramos de ahí”, dice la señora Silvia. Adriana ingresó al Centro Médico de Especialidades, al quinto piso, cama 514, directo al pabellón para pacientes con influenza. Su familia ya no volvió a verla. Murió en menos de 24 horas, el sábado 25 en la mañana.“Hubo negligencia –acusa–: en el Centro Médico tenían la obligación de hacerle un estudio antes de meterla a donde había influenza. Y en el San José apenas este lunes nos entregaron los estudios que le hicieron para ver si era influenza, y salió negativo. ¿Ya para qué me lo entregan, si ya mi hija murió?” En la nebulosa del diagnóstico y la desconfianza quedó también la familia de Óscar Corona Pérez, un niño de cinco años que se asoma en la foto de su último cumpleaños, mirando su pastel, en la sala de su casa, junto a la cual reposan sus cenizas. Hasta la Semana Santa tuvo fiebre. Un doctor particular le diagnosticó gripe y lo medicó, otro le cambió la receta. El jueves 16 se quejaba tanto del dolor de garganta que sus papás lo llevaron a la clínica 11 del IMSS pero no les permitieron dejarlo porque no tenía fiebre. Lo mismo en la clínica 27.A la mañana siguiente, Óscar entró al hospital La Raza, por Urgencias, vomitaba y se convulsionaba. Le diagnosticaron neumonía, después bronconeumonía, luego que quizá tenía “un virus o una bacterita”.“Desde que lo subieron yo estaba conforme porque le dieron un cuarto solo para él, pensaba que estaba rebién atendido, hasta que después supe que estaba aislado”, dice Marisela Pérez, su mamá. Óscar murió el 24. En el hospital les ordenaron incinerarlo, “para que el virus no fuera a salirse”. Su muerte no está registrada en las estadísticas oficiales. En su acta de defunción, sin embargo, se lee como causa de fallecimiento: “Neumonía por influenza”. “Los doctores me acusaron por negligencia, me dijeron que por qué no lo había vacunado, pero yo sí lo llevé a vacunar en diciembre, pero no le pusieron la vacuna que porque era nomás hasta los dos años”, se defiende ella.“Se necesitan jabones”Otros rostros de esta peste moderna son los de los médicos y enfermeras que, a tientas, sin aviso, intuyeron que algo raro había en el ambiente, improvisaron medidas para aislar la avalancha de pacientes con neumonías atípicas y, en algunos casos, dan la pelea para exigir equipamiento especial en sus hospitales. “Pedimos insumos, gogles, cubrebocas, batas, jabón, porque no tenemos”, dijo la fisioterapeuta Adriana, una de las trabajadoras del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) que salió a manifestarse a la calle el lunes 27 a mediodía. Atrás de ella, la enfermera Maru Vargas, con 35 años de servicio, se quejó de que llevaba cubrebocas como única protección, a pesar de que atendía a los enfermos de Urgencias.“Todos los pacientes se mezclan –detalla–, desde los que tienen crisis asmática, tuberculosis o influenza. Ahí tienen que esperar hasta que se desalojen las camas.”La influenza antes llamada porcina desnudó ante el mundo las debilidades del sistema de salud mexicano, donde los pacientes tienen que mendigar un turno para una diálisis de riñón, las listas de espera para recibir tratamiento son interminables y cada paciente tiene que llevar sus gasas y bisturís para su operación. Donde los doctores se manifiestan por falta de insumos.“Los médicos sí estábamos preparados para esta contingencia pero todo se atoró en el sistema organizacional: no se dieron órdenes desde las oficinas centrales, apenas se están armando los espacios en los hospitales, no hay un seguimiento epidemiológico para los infectados y sus familias, no se ha armado al equipo de atención médica de cada hospital, no aparece el equipo esencial que teníamos”, lamenta un médico que trabaja en el IMSS y en el ISSSTE, quien está capacitado para el control de epidemias.“Lo único que han hecho bien es avisar a la población y ahora estamos en una lucha contra el tiempo”, opina.Este es el sistema de salud que tienen que enfrentar las personas contagiadas por influenza. El mismo que ganó el concurso del trámite burocrático más inútil y gana en recomendaciones por violación de derechos humanos; en el que se venden los exámenes para residencias médicas; las licitaciones las ganan los amigos de los gobernadores y los compadres ocupan secretarías de salud y direcciones de hospitales.La nacionalidad de la muerte ¿La influenza respeta la nacionalidad? Si no, ¿por qué los gringos no se mueren? ¿Si Hugo García hubiera enfermado en Estados Unidos se hubiera salvado? La duda es cruel pero real. Después de 20 años en Boston, Hugo regresó a México, se reencontró con Lourdes, su enamorada desde que eran quinceañeros, y hace cinco meses se casaron. A mediados de abril, Hugo se sintió mal: catarro, ojos llorosos, gripe, dolor de cabeza. Aunque era un moreno robusto de 39 años, con cuerpo de toro, el viernes 17 no pudo levantarse. “Seguro tengo esa pinche enfermedad”, dijo aterrado la noche del 23 de abril, cuando vio en la televisión al secretario de Salud, José Ángel Córdova, decretando la emergencia por influenza.“No la agarraste, tú eres fuerte”, intentó tranquilizarlo Lourdes.Al día siguiente, a las ocho de la mañana, él ya hacía fila en el Hospital General de las Comunidades Europeas, en Iztapalapa. A las 11:30 le diagnosticaron pulmonía y le dieron el ingreso.“Lo inyectaron, le pusieron suero, lo tuvieron en una silla porque ya no había lugar en Urgencias, no cabía. Lo sentaron junto a un niño que tenía apendicitis y un señor enfermo de las vías respiratorias”, narra su esposa en la sala donde reza el novenario.A las cuatro horas de espera consiguió una cama. Lourdes estuvo acompañándolo y estuvieron siempre rodeados por otros pacientes. Aunque el secretario había anunciado la epidemia, en el hospital no hubo escudo sanitario y no lo aislaron:“Urgencias estaba lleno, si había 30 camas eran pocas, todos estaban apretados. Había chicas que habían dado a luz y nomás los separaban a todos las cortinas”, dice ella.Los médicos le dijeron a Lourdes que se despidiera de él porque ningún paciente de influenza había sobrevivido. Ella lo abrazó, le dijo que le echara ganas, que iba a recuperase. Pero él falleció el sábado 25. “Estaba calientito mi esposo, lo abracé, lo besé todo, el doctor me dejó estar con él”, dice toda ella hecha lágrimas. Hugo no aparece en la lista de las defunciones por neumonías atípicas ocurridas en el Distrito Federal ese sábado, en el que murieron 15 personas, tres de ellas jóvenes y sin historial de enfermedades.Lourdes recibió el cuerpo del hombre que fue su chambelán de 15 años y con quien dio una fugaz probada a la vida en pareja. Iba a velarlo y enterrarlo en domingo, pero un amigo le aconsejó que lo enterrara de inmediato.El lunes le detectaron pulmonía a ella y le recetaron un antiviral inexistente en farmacias. Su familia solicitó ayuda a amigos de Puebla, Veracruz, Querétaro y Quintana Roo para pescar el medicamento, pero no hubo. Pensaban que ella también moriría, hasta que un funcionario del gobierno capitalino los orientó para que pidieran el fármaco al Seguro Social.Ella, su mamá, sus hermanos y sus sobrinos fueron sometidos a exámenes; no les hallaron rastros de influenza.“No tenemos el bicho”, dice su hermana con la convicción de quien quiere ser escuchada por los vecinos, que tratan a su familia como si estuviera apestada.“Piensan que tenemos la enfermedad. Nadie nos quiere hablar. El otro día que venía del médico me sentí como esos perros echados a perder, una vecina me cerró la puerta”, dice la abuela.Hugo sospechaba que lo había contagiado un muchacho de Texas enfermo, que les estornudó en la cara a él y a un amigo en un tianguis. Ambos compartieron agua con él y contrajeron gripe. Lourdes no alberga el virus pero tiene encapsulado el coraje: “Las autoridades hubieran avisado antes, a lo mejor no con la alarma con la que suspendieron clases, sino más tranquilo, días antes. Con que hubieran dicho que había ese riesgo hubiéramos tomado conciencia”.La foto de Hugo, bienamado, envuelto en el dibujo de un corazón, está en el altar improvisado en casa de su suegra. Él se fue suspirando por la vida que llevaba en Boston, como chofer de limusina. Ella recuerda que en el hospital de Iztapalapa, en el tumulto, él comenzó a extrañar Boston. “Me decía que la vida allá era diferente, que allá todos tienen seguridad social, que vas al hospital, te atienden, tienen máquinas y médicos. Estaba enojado. Decía: ‘pinche país, namás vine a morirme. Me arrepiento de haberme quedado’”.

Angustia, impotencia, parálisis...

GLORIA LETICIA DíAZAngustia, desesperación e impotencia, así como incertidumbre, confusión y parálisis dejó en la población en general, pero principalmente en la del Distrito Federal, la falta de oficio, sobre todo del gobierno federal, para manejar la crisis sanitaria derivada de la aparición del virus A (H1N1), asegura Ana Gladys Vargas Espínola, especialista en tanatología y manejo de crisis, y directora de Vinculación y Desarrollo de la asociación Tech Palewi.Añade que durante los primeros 10 días de la contingencia sanitaria por la presencia del virus de la influenza A (H1N1) se manoseó la información y no se proporcionaron cifras claras de los fallecimientos.Como cofundadora de la asociaciónTech Palewi, Vargas Espínola y su equipo han brindado atención psicológica y emocional a víctimas de la tragedia en la discoteca New’s Divine y del avionazo en que murió el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño.A raíz de la crisis sanitaria, Tech Palewi y otras organizaciones sociales realizaron un diagnóstico de impacto emocional en los habitantes del Distrito Federal y del manejo que se le ha dado a ésta por parte de los gobiernos federal y local.Entrevistada el viernes 1, la especialista considera que la falta de información precisa por parte del gobierno federal produjo “una hipersensibilidad en la población”. De acuerdo con su diagnóstico, la gente está oscilando entre sentimientos de desesperación e impotencia, fragilidad emocional, incertidumbre y angustia. Además de la sensación de desamparo, asegura, la gente experimenta altos niveles de estrés y de apatía que dificultarán la recuperación económica del país.La tanatóloga hace un balance del comportamiento de la población luego de que el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, anunció la suspensión de actividades académicas motivada por la emergencia epidemiológica:“Entre el 24 y el 26 –sostiene– había un desconcierto total entre la gente, pero se movilizó para conseguir tapabocas y siguió las medidas preventivas ordenadas por las autoridades. El miedo fue creciendo de manera silenciosa y el fin de semana transcurrió entre la depresión y la tristeza.“El lunes 27 el problema se salió de control. Cuando la gente tiene que trasladarse en transporte público y al llegar a sus centros de trabajo se da cuenta de que no puede tocar a la gente a la que estaba acostumbrada a besar o abrazar, experimenta sensaciones de miedo y angustia. Así mismo, las personas muestran reacciones fóbicas, caminan lejos de los demás y si alguien tose o estornuda se le estigmatiza por miedo a la infección e incluso a la muerte. Es algo que no puede controlarse, es como un virus.”Alarmismo televisivoVargas Espínola asegura que la sensación generalizada de temor fue alimentada por “el manejo alarmista que Televisa y TV Azteca dieron a la emergencia sanitaria en sus primeros mensajes, que fueron terribles. Después cambiaron el tono y se moderaron, pero el daño ya estaba hecho”.Otro elemento que acrecentó la crisis emocional, sostiene, fue la descoordinación en los mensajes del gobierno federal y el local, sobre todo cuando el 28 de abril éste anunció que los restaurantes no podían atender al público en sus locales. Sin embargo, un día después la administración federal apuntaló el ordenamiento del gobierno capitalino al ordenar la suspensión de actividades no sustantivas en las dependencias del sector público.“En una situación de crisis nos colocamos en un proceso regresivo: entre mayor es la angustia empezamos a funcionar como niños, esperando que papá gobierno nos brinde protección. Cuando papá y mamá, esto es, el gobierno federal y el local, respectivamente, no se ponen de acuerdo y no pueden dar una respuesta ante el problema que se está viendo, en este caso la pandemia, se genera mucha angustia. Al igual que ocurre en las familias, viene la división: unos hijos se van con el papá y otros con la mamá. Al final de cuentas quienes pierden son los hijos; es decir, nosotros como ciudadanos”.Al frente de su equipo de Tech Palewi, Vargas Espínola colabora en un proyecto del gobierno capitalino para la atención a víctimas de la influenza y a la población en general.En el marco de este esfuerzo, los días 30 de abril y 1 de mayo se realizó un taller auspiciado por el mismo gobierno de la ciudad y las asociaciones Kinal Antzetik y Corazonar. En él participaron trabajadores del DIF, de la Procuraduría General de Justicia y de la Secretaría de Protección Civil: 134 hombres y 112 mujeres. A todos ellos se les aplicaron varias pruebas psicológicas, una de las cuales produjo resultados que alarmaron a los especialistas: en muchos dibujos la gente se representaba sin pies, lo que a juicio de los analistas es una muestra de “falta de arraigo e inmovilidad”.Para la atención a las víctimas de la epidemia el gobierno capitalino destinó 150 millones de pesos. Estos recursos serán canalizados a la atención psicológica de las 28 familias de las personas fallecidas hasta el viernes 1, así como para las de los 115 hospitalizados hasta esa fecha, informa en entrevista Patricia Patiño, directora ejecutiva de Protección a la Niñez del DIF, quien será la encargada de coordinar los trabajos de la Comisión de Apoyo a Víctimas de la Influenza.“No hay un límite por familia en cuestión de recursos e incluso se apoyará a personas que no radican en el Distrito Federal, pero que fueron atendidos en la red hospitalaria capitalina”, dice.A ese programa, resalta, “se suma la atención a la población abierta, porque la emergencia no sólo es sanitaria. Hay situaciones de ansiedad, de incertidumbre e irritabilidad que se tienen que atender, primero para que las familias afectadas recobren la estabilidad, y luego para que a nivel psicosocial aprendamos a vivir con una realidad que antes no conocíamos: este virus para el que hasta ahora no hay vacuna”.

Una inversión que no se hizo...

JESUSA CERVANTESDesde las 8:00 de la mañana hasta las 5:00 de la tarde del 10 de octubre de 2006, el gobierno federal realizó un simulacro “para probar la capacidad de respuesta ante una pandemia de influenza”, ya que, mediante una serie de estudios, había llegado a la siguiente conclusión:“Las condiciones están dadas para que ocurra una nueva pandemia de influenza.”Advertido al respecto tras su toma de posesión como presidente, Felipe Calderón dispuso en su Presupuesto de Egresos de 2007 un gasto de 300 millones de pesos con el fin de que Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México, S.A. de C.V. (Birmex) “construyera una planta para producir vacunas contra la influenza en las instalaciones de un campus de productos farmacéuticos” del Estado de México.Sin embargo, dichos recursos nunca se utilizaron para ese fin, o por lo menos no se reportaron en los informes cuatrimestrales de 2007 dados a conocer por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.De acuerdo con el documento Avance físico y financiero de los programas y proyectos de inversión aprobados 2007, emitido por Hacienda, la Secretaría de Salud dedicó 29 millones 658 mil 362 pesos a la remodelación del Instituto Nacional de Virología, y para diciembre, cuando presentaba un subejercicio de 510 millones de pesos, ni un peso había destinado al laboratorio y las vacunas contra la influenza. Según el informe de subejercicios, esos 510 millones de pesos fueron transferidos al ISSSTE para “la compra de medicamentos”.No es todo. En su página de internet, actualizada al 12 de septiembre de 2008, el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (Indre) alertaba: “Ante la posible pandemia de influenza, es necesario que las autoridades sanitarias lleven a cabo acciones permanentes que contribuyan a limitar los daños a la salud de la población y evitar que se supere la capacidad de respuesta”. Tuvieron que pasar meses para que el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, y el presidente de la República, Felipe Calderón, decidieran tomar, con las autoridades educativas, la primera medida radical: suspender las clases de todos los niveles educativos en el Distrito Federal. Era el jueves 23 de abril de 2009, cuando ya habían muerto nueve personas en el Distrito Federal debido a “insuficiencia respiratoria aguda o neumonía atípica o por ambas causas”.Dos días después, el reportero Noé Cruz Serrano, del diario El Universal, dio a conocer un informe fechado en 2006 donde los laboratorios Birmex no sólo pronosticaban otra pandemia de influenza, sino que subrayaban que, debido a la falta de infraestructura para producir las vacunas, así como al déficit de las dosis necesarias para atender una crisis de tal naturaleza, existía el riesgo de “no tomar las medidas para atacar el problema oportunamente y dejar a la población vulnerable a este padecimiento”.Con el propósito de afrontar el problema, Birmex pidió a la Secretaría de Hacienda recursos para comprar a laboratorios Sanofi Pasteur su planta de farmacéuticos ubicada en Cuautitlán Izcalli, Estado de México, pero le fueron negados.Aunque para 2007 la Secretaria de Salud ya contaba con 300 millones de pesos para la adquisición de dicha planta generadora de vacunas contra la influenza, no se aplicaron a ese propósito. El mismo informe del gobierno federal de 2006 que da cuenta del simulacro, el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza, asienta también: “Se iniciaron desde hace tres años actividades de preparación para dicha contingencia (la pandemia)”. Pero esto no se observa en los informes presupuestales de la Secretaría de Salud. Por ejemplo, en 2004 el gobierno de Vicente Fox no presupuestó un solo centavo para Birmex, pese a que ya en ese año la gripe aviar estaba haciendo estragos en el continente asiático.A su vez, el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (Cenavece), del cual depende el Indre, recibió tan sólo 1.72% del presupuesto total autorizado para la Secretaría de Salud, y aunque las “actividades de preparación” para la pandemia pudo haberlas realizado el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), que es el centro especializado en atender los efectos de la influenza en sus distintas modalidades, no fue así, pues éste sólo consiguió 2.19% de los recursos dedicados a Salud.En 2005, del presupuesto para Salud –34 mil 24 millones 454 mil 10 pesos–, el INER captó únicamente 1.36% (465.1 millones de pesos), y el Cenavece, 1.08% (368.5 millones). El mismo año Birmex recibió 104.4 millones, aunque tales recursos estuvieron etiquetados para el Instituto Nacional de Virología.La llegada de Felipe Calderón al gobierno federal no modificó en nada la política de desatención para este tipo de contingencias de salud, a pesar de que Vicente Fox y su entonces secretario de Salud, Julio Frenk, le dejaron la tarea hecha con el simulacro de pandemia de influenza. Luego de que los documentos oficiales establecieron que el proyecto para la producción de una vacuna contra la influenza requeriría la construcción de una planta, y que tendría un costo total de 510.8 millones de pesos, se estimó que en 2007 se ejercerían 252.9 millones; en 2008, 122.7 millones, y este año 135.1 millones. Además de que nada de eso ocurrió, en el Presupuesto de Egresos para 2009 Felipe Calderón no volvió a sugerir dinero para Birmex. Sin embargo, la Cámara de Diputados modificó su propuesta y entregó a la Secretaría de Salud 233 millones de pesos para elaborar las vacunas contra la influenza y comprar los laboratorios a Sanofi Pasteurs, además de otros 135.1 millones bajo el rubro de “proyectos de infraestructura social de salud”. Por cierto que en el Programa Presupuestario con Proyectos de Inversión de 2009 por primera vez se menciona el Estado de México, lugar donde se ubican los laboratorios Sanofi Pasteurs.Con el arribo de Julio Frenk a la Secretaría de Salud en el sexenio foxista, la política de salud y sus programas se modificaron radicalmente. En 2005, Frenk puso en marcha su concepción de Seguro Popular. Con el voto en contra del PRD en la Cámara de Diputados, se autorizó que 38% del presupuesto destinado a Salud fuera dedicado a ese nuevo programa. A Salud le correspondieron 34 mil millones de pesos, y de ellos 12 mil 906 millones se fueron al Seguro Popular, mientras que el INER apenas tuvo recursos por 465.1 millones, 1.36% del total. Peor aún le fue al Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades, el cual apenas recibió 368.5 millones de pesos, 1.08%En el último presupuesto elaborado por Julio Frenk y Vicente Fox, cuando a Birmex no le correspondió un solo peso, el Seguro Popular se vio beneficiado con 49.12% del presupuesto y llegó a 20 mil 807 millones de pesos. De nuevo el Cenavece fue golpeado con tan sólo 0.89% (377 millones), en tanto que el INER logró 540.9 millones (1.27% del presupuesto global para salud).Los cambios impulsados por Julio Frenk en la Secretaría de Salud fueron la concreción de las políticas “sugeridas” por el Banco Mundial, que en su Informe sobre el desarrollo mundial de 1993 advertía en la página 7 del capítulo Invertir en salud que el modelo de salud debía cambiar. “Para muchos gobiernos –señalaba el documento–, la principal tarea es concentrar sus recursos y atención en compensar las deficiencias del mercado y financiar eficientemente servicios que beneficien en particular a los pobres”, y como ejemplo citaba el “financiamiento y prestación asegurada de un conjunto de servicios clínico-asistenciales”. Se refería a ofrecer servicios de salud en paquete, tal como opera actualmente el Seguro Popular, el cual sólo abarca a una parte de la población y ofrece atención ante 240 padecimientos, entre los cuales no se encuentran, por ejemplo, el cáncer, el sida y la leucemia.El Banco Mundial indicaba que “la amplitud y composición exacta” de este tipo de paquetes sólo pueden ser determinados por los propios países que los adopten, “tomando en cuenta las condiciones epidemiológicas, las preferencias locales y el nivel de ingreso”.Al respecto, Joel Herrera Ronquillo, asesor en materia de salud del llamado “gobierno legítimo”, manifestó que el Seguro Popular constituye una atención individual que deja a un lado la atención para la colectividad, es decir, justamente el ámbito donde se manifiestan epidemias como la influenza.Felipe Calderón siguió a pie juntillas el modelo impuesto por Julio Frenk en el sexenio foxista. Así, en su primer Presupuesto de Egresos de 2007 destinó a Salud 55 mil 583 millones 155 mil 867 pesos, de los cuales 53.39% fue para el Seguro Popular (29 mil 676 millones), en tanto que a Birmex le canalizó 0.53%; al INER, 0.97%, y al Cenavece, del que depende el Indre, 0.80%.En 2008 ocurrió lo mismo: De los 69 mil 426 millones 100 mil pesos de presupuesto, 56.62% se lo llevó el Seguro Popular; nada tuvo Birmex; el INER, 0.84%, y el Cenavece, 1.91%. Finalmente, para el año que corre, el presupuesto correspondiente alcanzó la elevada cifra de 85 mil 36 millones de pesos: para el Seguro Popular, 58.46%; para el Cenavece, 1.35%; para el INER, 0.77%, y para Birmex, 0.27%. (Esto último porque así lo ordenó la Cámara de Diputados).

Una denominación incómoda

ANNE MARIE MERGIERPARÍS.- A punto de convertirse en pandemia, entre todas las dudas planteadas por la nueva variante de influenza H1N1 que afecta mayormente a México, Estados Unidos y Canadá surge una que parece muy secundaria, comparada con las graves amenazas que pesan sobre la salud mundial: ¿cómo llamarle?El nombre mismo del nuevo virus causa cada vez más polémicas. Desde su surgimiento, la Organización Mundial de la Salud (OMS) habló de influenza porcina. Pero el término está desatando reacciones virulentas en distintos medios. Los primeros en rebelarse fueron los integristas judíos y musulmanes que tienen prohibido no sólo comer puerco, sino también pronunciar esa palabra “impura”. Una inquietud más profunda no tardó en manifestarse en el seno de la comunidad copta, integrada por cristianos ortodoxos radicados en Egipto. Muchos de sus miembros crían puercos y empiezan a ser considerados como peligrosos por los responsables musulmanes del país.La Organización Internacional de la Salud Animal (OIEA) entró en la discusión, recalcando que el patrimonio genético del nuevo virus cuenta con componentes de origen humano, aviar y porcino, y que es absurdo referirse sólo a un elemento. Propone aludir a su origen geográfico y elegir el término de Influenza de Norte de América. Semejante aclaración alivia a la industria porcina, que exige el abandono del nombre dado por la OMS, que afecta directamente su producción y siembra dudas entre los consumidores de puerco. La prensa francesa resolvió el dilema a su manera: hace una semana rebautizó la nueva influenza llamándola gripe mexicana. La réplica de la Embajada de México en Francia no se hizo esperar. El jueves 30 de abril, la sede diplomática difundió ampliamente un comunicado indignado en el que señaló:“La embajada de México en Francia se permite hacer del conocimiento público que rechaza rotundamente el uso de la denominación ‘gripe mexicana’ cuando se hace referencia al virus H1N1 que provoca la enfermedad conocida como influenza porcina, estos dos términos utilizados por la Organización Mundial de la Salud”.Si bien reconoce que México es uno de los países en los que se ha registrado el brote de esta enfermedad, la representación diplomática también recuerda que, hasta el momento, los organismos sanitarios internacionales no han determinado el origen de este virus. Y reclama:“La embajada de México estima que este término puede ser considerado como discriminatorio, además de que no corresponde con la realidad que se vive actualmente en las naciones afectadas por esta enfermedad. “El uso de este tipo de denominaciones afecta la imagen de un país que luchó de manera rápida y eficaz para evitar la propagación de este virus y cuya estrategia ha sido reconocida por diversos Estados y organismos como la OMS y la Organización Panamericana de la Salud.”Entrevistado por el matutino Libération, el profesor Jean Philippe Derenne, coautor del libro premonitorio Pandemia, la gran amenaza, y jefe del servicio de neumología de un importante hospital parisino, cuestiona el término influenza porcina.Al igual que otros numerosos virólogos y epidemiólogos, enfatiza que “quizás esa influenza pasó por el puerco, pero por el momento no existe prueba alguna al respecto. Hasta ahora el virus no ha sido aislado en el animal y sabemos que se trasmite de ser humano a ser humano (…) El término influenza porcina es un abuso de lenguaje por parte de la OMS que siembra confusión. Me parece mejor hablar de Influenza de Norte de América. Es más adecuado que gripe mexicana porque no se sabe aún si el foco de esa gripe se encuentra realmente en México”.Por su lado, el profesor Jean Francois Saluzzo, virólogo y consultor de la OMS, afirmó que “ese virus circula con una forma distinta desde 1999. Se adaptó al hombre y de repente apareció en México. ¿Por qué? No lo sabemos. Muy probablemente por casualidad. Ese virus no tiene un origen nativo determinado. Hubiera podido surgir en cualquier otra parte”.Para el especialista, es erróneo llamarle “gripe mexicana”. Es lo mismo que se hizo en 1918 con la influenza española que nació en China. “Estábamos en plena Primera Guerra Mundial. La influenza porcina causaba estragos en los ejércitos alemanes y franceses. Los gobiernos de estos dos países cuidaban no comunicar al respecto para no informar al enemigo sobre sus pérdidas humanas. En cambio España, que no participaba a la guerra, dio a conocer toda la información que tenía. Esa transparencia le valió el triste privilegio de ser identificada con esa influenza que causó más muertos que la guerra misma”.En la noche del 30 de abril, la OMS zanjó la discusión: no se llamará más influenza porcina, rechazó nombrarla “gripe mexicana” y desechó la propuesta de “gripe del Norte de América”. El organismo optó por una solución salomónica: decidió que esa nueva epidemia se llamará “Influenza A (H1N1)”.

Victimas de la PANdemia

Estocada mortal

CARLOS ACOSTA CORDOVALa “rápida” recuperación que supuestamente tendrá la economía nacional tras la crisis sanitaria que afecta al país es una más de las fantasías del secretario de Hacienda, Agustín Carstens, quien tuvo que rectificar. El PIB, aceptó el funcionario, podría desplomarse hasta -4% en este año debido a la contingencia. En realidad, la economía mexicana apenas necesitaba del empujoncito de la epidemia para irse al precipicio...Para el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, el efecto económico de la contingencia sanitaria que vive el país será equivalente a otro “catarrito”, pues la epidemia del virus de la influenza A (H1N1) apenas impactará la economía nacional entre 0.3% y 0.5% del Producto Interno Bruto. Y eso si la emergencia se prolonga unos tres meses.Pero además de que hay recursos de sobra para atender dicha emergencia –dijo el miércoles 29 de abril–, ésta no lastimará gran cosa las actividades productivas del país, pues no afectará la infraestructura, su impacto será de muy corto plazo y se concentrará en el sector servicios, particularmente en turismo, hotelería y restaurantes.La recuperación “será rápida”, auguró el secretario.En el mundo real, empero, la contingencia sanitaria significará que millones de mexicanos se queden sin empleo, sin el sustento diario y sin certeza alguna sobre su futuro.En contraste, el pasado viernes 1 el secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, declaró que el impacto económico de la epidemia, al menos en el sector turismo, será mayor al que han ocasionado los desastres naturales, como el que produjo el huracán Wilma, que azotó la península de Yucatán en 2005.La cancelación de vuelos internacionales al país, la salida anticipada de turistas y la cancelación de viajes y reservaciones hoteleras están causando estragos en el turismo, dijo Elizondo. Y dio datos: la ocupación hotelera, que normalmente en estas fechas es de entre 70% y 80%, anda ahorita en un rango de 10% a 15%.Pero más allá de porcentajes, expuso, el problema es que saldrán afectadas millones de personas, pues el sector da 2 millones 200 mil empleos directos. Y la propia industria está en riesgo, pues en situaciones normales genera un promedio de mil millones de dólares al mes, que podrían reducirse drásticamente.El problema no es menor. El turismo es la cuarta fuente más importante de entrada de divisas, después del petróleo, las remesas y la inversión extranjera. Según cifras oficiales, en 2008 ingresaron 13 mil 290 millones de dólares por concepto de turismo, particularmente de viajeros internacionales. Y si se atienden experiencias internacionales similares, el panorama luce desolador, por lo menos para este año. En 2003, por la epidemia de SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo), China registró un desplome del tráfico aéreo de hasta 80%, que duró seis meses.Es decir, aun cuando concluya la emergencia, la recuperación del sector turismo será lenta: recobrar la confianza del exterior, hacer que los viajeros internacionales no tengan miedo de venir al país, es un proceso que llevará tiempo.Quienes resintieron de inmediato los efectos económicos de la epidemia fueron todos aquellos que se dedican y viven de la industria restaurantera y de alimentos, sobre todo los de la capital del país. Datos de la cámara empresarial correspondiente señalan que en el Distrito Federal hay unos 35 mil restaurantes y fondas que dan empleo a 650 mil personas.Cálculos del gobierno capitalino indican que las pérdidas diarias por el cierre de establecimientos superan los mil 200 millones de pesos, pero según la Coparmex del Distrito Federal el daño es de mil 500 millones al día. La Secretaría de Desarrollo Económico local calculó en casi 15 mil millones de pesos la afectación económica si el cierre de negocios permanece hasta el 5 de mayo.Y, otra vez, las pulgas sobre el perro más flaco. Los trabajadores de esos establecimientos se quedaron sin empleo y sin ingreso. Muchos, ante la incertidumbre sobre la duración de las medidas sanitarias, lo habrán perdido de manera definitiva. Otro sector lastimado directamente es el de la porcicultura. La denominación inicial de “influenza porcina” desató una fuerte animadversión contra el cerdo y sus derivados. Varios países han prohibido las importaciones del cárnico desde México en todas sus modalidades. El consumo de carne de puerco en el país se ha desplomado 30% desde que inició la emergencia. Nadie quiere saber de las “carnitas”, otrora uno de los platillos y antojitos favoritos de los mexicanos.Organizaciones empresariales del sector emitieron un comunicado el viernes 1 en el que aseguran que “la carne de cerdo y sus derivados sigue siendo un producto totalmente inocuo y seguro, y su consumo no representa riesgo alguno para la salud de la población”. Refieren que la propia Organización Mundial de la Salud ha difundido ese concepto.Y dicen: “Llamarle erróneamente ‘influenza porcina’ ha traído consigo un impacto muy negativo, el cual está teniendo repercusiones inmediatas en sectores fundamentales de la economía del país, afectando a todas las industrias: rastros, procesadores, comercializadores, productores de cerdos, etcétera, directamente relacionados con la venta de cerdos y sus derivados”.Un día antes, la Secretaría de Agricultura hizo un insólito exhorto –boletín de por medio– a todos los medios de información para “que nos ayuden a nombrar como ‘influenza humana’, y no ‘influenza porcina’, a la epidemia que afecta a nuestro país”. Evitar el desplome del sector es el propósito.Y da la razón: “Este sector genera 350 mil empleos directos y 1.5 millones de empleos indirectos; produce 1.2 millones de toneladas de carne al año; el valor de la producción es superior a los 30 mil millones de pesos por año; el hato es de 15 millones de cabezas de ganado porcino y se sacrifican en rastros municipales y los del Tipo Inspección Federal (TIF), 14 millones de unidades animal”.Previsiones catastróficasMás allá de las afectaciones directas al turismo, la industria restaurantera y la porcicultura, la emergencia sanitaria por el virus de la influenza impactará en toda la economía. Un análisis del Grupo Financiero Ixe hace la siguiente relación de efectos:La suspensión de clases propiciará el ausentismo laboral, ante el cual las empresas deberán ajustar su oferta de bienes y servicios. Y ello traerá lógicamente una menor actividad económica.Todas las actividades comerciales, sobre todo aquellas que implican reuniones de grandes grupos de personas, se verán mermadas. De hecho, las actividades de entretenimiento, incluyendo restaurantes y negocios afines, ya resienten la situación.Otro de los efectos del brote epidémico será un menor flujo de dólares. “El temor al contagio hará que los turistas extranjeros sean muy precavidos y pospongan sus viajes a México; algunos países han decretado restricciones sobre productos de exportación de origen mexicano”.Todo ello se traducirá en un menor flujo de dólares, que ya está dañando al peso, como se vio el pasado lunes, en que el dólar se disparó por arriba de los 14 pesos por unidad. Tan sólo ese día el peso perdió 5% frente al dólar.Otra consecuencia, según el análisis de Ixe, es que habrá un mayor déficit público, pues la movilización del aparato gubernamental para enfrentar la emergencia sanitaria implica un mayor gasto público. En resumen, de acuerdo con Ixe, los efectos de la epidemia son: menor actividad económica, menor consumo, mayor desempleo, caída en ingreso de divisas, mayor déficit público. Pero, en realidad, la economía mexicana apenas necesitaba del empujoncito de la epidemia para irse al precipicio. El deterioro de los principales indicadores económicos, por ser mayor al esperado, tiene sorprendidos a propios y extraños.Apenas el martes, el Inegi informó que la economía, medida a través del Indicador Global de la Actividad Económica –IGAE, que define el rumbo que tomará la economía en el corto plazo–, registró una caída de -10.8% anual en febrero pasado. En el desglose, la actividad industrial cayó -13.2%, los servicios y el comercio -9.6% y el sector agropecuario -7.1%.Un día después, el Banco de México prendió los focos rojos: en el primer trimestre, el Producto Interno Bruto se habría contraído entre -7% y -8%. Y en todo 2009 –sin considerar aún los efectos de la emergencia sanitaria por la influenza– la actividad económica se desplomará entre -3.8% y -4.8%.En enero pasado, Banxico estimaba que este año la economía caería entre -0.8% y -1.8%. Es decir, agregó tres puntos porcentuales a su estimación de la caída del PIB.Lo mismo le pasó al Fondo Monetario Internacional: a principios de año pronosticó un crecimiento económico para México de 1.8%; luego cambió a una contracción de -0.3%, y apenas hace 10 días estimó un desplome de -3.7%.La propia Secretaría de Hacienda, que siempre se ha empeñado en matizar la gravedad de la economía, tuvo que cambiar sus siempre optimistas pronósticos: desde finales del año pasado calculó que la economía registraría un “crecimiento cero”, luego cambió a una estimación de -1.8% que mantuvo hasta hace tres semanas para decir que la baja sería de -2.8%. Apenas el jueves 30 de abril, el secretario Agustín Carstens tuvo que reconocer que el PIB podría desplomarse este año hasta en -4%.Banamex, que ya incorporó los efectos de la epidemia que vive el país, considera que la economía se derrumbará -5.2%.Ante tan variados y disímbolos pronósticos, el secretario de Hacienda explicó el jueves: “Lo que está sucediendo en nuestra economía no tiene precedente moderno. Estamos navegando por aguas no exploradas”.Y debió aceptar que en el primer trimestre la economía cayó -7%, cifra no vista desde los aciagos meses de 1995, cuando el país se convulsionó por la más grave crisis económica de su historia reciente.Los nuevos y pesimistas pronósticos para la economía en este año son resultado de que todos los indicadores de la actividad económica –en los primeros tres meses del año– se fueron cayendo, gravemente, en cascada. En general, la actividad industrial registró caídas superiores a 13%, muy similares a las de 1995; de entre ellas, la industria manufacturera se desplomó más de -16%; la construcción, -11.3%. También, la inversión fija bruta (adquisición de maquinaria y equipo para la industria y la construcción), se contrajo -8.5%.El comercio y el consumo también siguieron cayendo. En general las ventas minoristas fueron 3% menores en marzo a tasa anual; las tiendas departamentales registraron ventas por 9.3% en ese mes. La venta de ropa se contrajo -13.2%.Además, el valor de las exportaciones totales del país cae mes con mes: -31.5% en enero, -29.6% en febrero y -25.1% en marzo. Dentro de ellas, las exportaciones automotrices a Estados Unidos se han desplomado: -50% en enero, -43% en febrero y -28.6% en marzo.Por si fuera poco, apenas el jueves pasado Pemex informó que tuvo pérdidas por 27 mil millones de pesos en el primer trimestre de este año, cuando en igual período de 2008 había registrado una ganancia –pírrica, pero ganancia al fin– de 3 mil 252 millones de pesos.La causa: menores ventas y, sobre todo, menores precios de los hidrocarburos. El precio promedio ponderado en el primer trimestre de este año fue de 38.9 dólares por barril, cuando un año antes, en el mismo período, había sido de 83.6 dólares. Una baja de 53.5% en el precio.El colmo: Hacienda reportó el mismo jueves que la recaudación se desplomó -11% en el primer trimestre. En el desglose, la recaudación por el IVA cayó -21% y la del ISR y el IETU, 11%.Pero más allá de números y abstracciones, el derrumbe económico se ha traducido en históricas tasas de desempleo. En enero, la desocupación total alcanzó a 5% de la Población Económicamente Activa, la más alta en los últimos 13 años: en febrero fue peor, de 5.3%, y en marzo, de 4.76%. En este último mes la tasa de subempleados –es decir, de quienes tienen necesidad y disponibilidad de trabajar más horas u ocuparse en más empleos– se ubicó en 8% de la PEA. Es decir, muchos de los empleos que se han estado creando son de baja calidad: temporales, mal pagados y sin prestaciones.Según el Inegi, la Población Económicamente Activa es de 45 millones 200 mil personas. Entonces, hay cerca de 2 millones 200 mil en el desempleo, en el desamparo absoluto, que son 300 mil más de las que había en diciembre pasado. Y hay 3 millones 616 mil personas que tienen un empleo que no les alcanza para satisfacer sus mínimas necesidades. Y el futuro inmediato no es promisorio: El Banco de México estimó el miércoles 29 de abril que este año podrían perderse hasta 450 mil empleos formales más.Y a este año, de pesadilla, le faltan largos ocho meses para terminar.





Un tema más de campaña

JENARO VILLAMILAl gobernador del Estado de México le cuesta trabajo informar sobre las medidas de su gobierno para combatir la epidemia de influenza A; pero en lo que se refiere a su permanente campaña proselitista, esta prioridad nacional ni lo despeina: él sigue promoviéndose como un tipo talentoso, eficaz y galán.Incontenible en su afán de promover su figura al menor pretexto, el gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, no resistió la tentación de minimizar el impacto de la epidemia de influenza en su entidad, la más poblada del país con 14 millones y medio de habitantes.Tampoco se abstuvo de hacer proselitismo mediático con ese motivo como si estuviera en la campaña de sus “400 compromisos cumplidos”, a pesar de que la emergencia sanitaria lo sorprendió sin secretario de Salud hasta que, el 28 de abril, nombró a Franklin Libenson Violante, ante severas críticas de la oposición en el Congreso local.En una desafortunada conferencia de prensa, realizada en Toluca el miércoles 29, Peña Nieto salió con la novedad de que no son seis sino sólo dos las personas que “eventualmente” fallecieron a causa del virus H1N1 de la influenza A, aunque admitió que desde el 17 de abril se atendió a 204 personas con síntomas de neumonía aguda, 139 continúan hospitalizadas y 28 fallecieron “por alguna enfermedad neumológica o respiratoria”.Esas dos personas en las que se confirmó la presencia del virus H1N1, según Peña Nieto, eran originarias de Chimalhuacán y Atizapán, en tanto que de las otras cuatro “probables” una se ubica en Ecatepec, otra en Naucalpan y dos en Toluca.En esa conferencia, el mandatario y su recién estrenado secretario de Salud se enredaron al momento de dar la cifra oficial de muertos. Mientras Peña Nieto informó que eran 28, Libenson Violante sostuvo que eran 25. Colocaron una lámina con el mapa de los municipios, donde unas chinches amarillas indicaban el número de muertos. Sólo había 25. Al darse cuenta, Peña Nieto afirmó: “Son 28, y yo lo quiero precisar porque es una información última: 25 teníamos el día de ayer, solamente en el ISEM” (Instituto de Salud del Estado de México).La reportera Rosa María Olguín, de Televisa, les preguntó si podía existir una mutación en el virus de la influenza y si ya la habían identificado. Peña Nieto, entreverando sus tarjetas informativas, le cedió la palabra a Libenson. Éste afirmó:“Ahorita no sabemos bien por qué, a ciencia cierta, se produjeron estas muertes, pero una teoría puede ser que al haber desabasto de antivirales, pudo haber ocasionado que estos pacientes con influenza tipo B hayan fallecido.”Peña Nieto no pudo contener su expresión de enojo con el desliz de su nuevo titular de Salud. Los reporteros volvieron a la carga y le pidieron al gobernador que actualizara el dato de cuántas personas han sido afectadas en el Estado de México por el virus. Peña Nieto le pidió a Franklin Libenson que respondiera. “Aquí conmigo no tengo los datos”, remató el funcionario.En medio de ese naufragio informativo, el reportero José Luis Montañez, de Diario Imagen, preguntó: “¿Ya se enviaron las muestras a Canadá o a Estados Unidos para tener el resultado de los análisis de la muerte de esas personas, o todavía no tenemos los resultados?”.La respuesta fue peculiar. El secretario de Salud dijo que “en esos casos el estudio de diagnóstico es muy sofisticado; no existen protocolos para que habitualmente se estén tomando muestras y se manden allá. Cuando estos pacientes presentaron la enfermedad, el protocolo era sólo determinar influenza”.Y el mandatario priista se autopreguntó y respondió: “¿Y por qué queremos saber si se trata de influenza porcina o de otro tipo de influenza? Porque estas medidas y la gravedad que eventualmente puede tener esta epidemia, es que la influenza porcina es más agresiva, puede desencadenar, de no atenderse oportunamente, la muerte”.Libenson llegó a la Secretaría de Salud del Estado de México después de que su anterior titular, María Elena Barrera Tapia, renunció el 27 de febrero pasado para irse como candidata del PRI a la alcaldía de Toluca. Barrera es cuñada del polémico exfuncionario montielista Luis Miranda Nava, recién nombrado secretario de Gobierno mexiquense.En casi dos meses, Peña Nieto no nombró al sucesor de Barrera Tapia. Sólo estaba como “encargado de despacho” un fantasmal Roberto Martínez Poblete, quien apareció junto al secretario de Salud, José Angel Córdova Villalobos, cuando se dieron a conocer las medidas de emergencia para el Valle de México la noche del 23 de abril.Proselitismo La emergencia por la influenza no ha evitado que Peña Nieto se siga promoviendo, utilizando la epidemia como telón de fondo para su campaña. Una denuncia que el PRD interpondrá ante el Instituto Electoral del Estado de México documenta que en Ciudad Nezahualcóyotl se distribuyeron nuevas cartas con un mensaje personal de Peña Nieto, junto con el logotipo del gobierno estatal que dice: “Compromiso. Gobierno que cumple”.El volante dice: “Me da gusto saber que nuestros Técnicos de Atención Primaria a la Salud ya han visitado tu casa y han realizado un reporte de las necesidades de atención médica que tu familia requiere”. Y alaba el Programa de Desarrollo Integral de Atención Primaria a la Salud (Prodiaps). Y como remate: “Seguiremos invirtiendo más recursos en programas de salud como este, porque mi compromiso y el de mis colaboradores es hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que las familias mexiquenses tengan una digna atención médica”.La presidenta de la Junta de Coordinación Política del Congreso mexiquense, Selma Montenegro, adelantó que en una reunión programada para este miércoles 6 con Liebenson Violante, le preguntarán por qué el gobierno envió esas misivas en las que enfatiza su compromiso con la salud de los mexiquenses.En lo personal, la diputada panista define su postura sobre el mensaje: “Sí lo calificaría de oportunista”. Y opina que las cartas deben incluir sugerencias de tipo preventivo, en vez de proselitismo de Peña Nieto.La propaganda no se queda ahí. En plena emergencia por la epidemia de influenza, la oficina de Comunicación Social del gobierno estatal compró dos planas enteras en las ediciones del 27 de abril de las revistas TV y Novelas y Ok!, ambas de Editorial Televisa, para promover a Peña Nieto por sus “400 compromisos cumplidos”.Sin aclarar en ninguno de los dos casos que se trata de inserciones pagadas, en ambos espacios se despliegan fotos de Peña Nieto saludando e inaugurando obras. No se hace mención alguna a la emergencia sanitaria.El texto del publirreportaje de TV y Novelas, la segunda revista de espectáculos de mayor circulación nacional, inicia así: “Algunos se acuerdan de él por inaugurar escuelas, hospitales, carreteras o por su buena disposición para trabajar; otros, por su imagen o su voz convincente que hace vibrar a las mujeres, sin embargo, es su palabra cumplida lo que le permite ocupar un espacio en la mente de los mexiquenses”.Y en la revista Ok!, dirigida a un público adolescente, Peña Nieto vuelve a aparecer enfundado en su chamarra roja, símbolo de la estructura electoral llamada Fuerza Mexiquense. El remate del publirreportaje apenas llega a la modestia: “Ha quedado comprobado, con hechos, que los compromisos adquiridos en el Estado de México han tenido bastante ocupado a Enrique Peña Nieto, quien expresa –no sólo con palabras– sus deseos de servir a los demás y que es cuestión de tiempo ya de mostrar que obras importantes requieren de autoridades con talento y determinación para garantizar un mejor futuro para los mexicanos”.El 27 de abril, cuando están fechadas las ediciones de esas revistas, Peña Nieto condenó en una conferencia de prensa el oportunismo de “algunos partidos y actores políticos” que intentan sacar ventaja de la contingencia nacional por el nuevo brote de infuenza, ya que se trata de un asunto “muy serio que convoca a todas las autoridades y a todos los órdenes de gobierno, sin distingo del origen partidario que tengan, que convoca a todos los poderes de nuestro estado, para que asumamos nuestra responsabilidad compartida, para que realmente emprendamos acciones y medidas”.





La negra historia de Granjas Carroll

REGINA MARTíNEZLos afanes del gobierno federal por presentarse como un modelo de eficacia y de transparencia en el combate de la epidemia tienen un lado flaco: desde 1994 se permitió que se instalara en el Valle de Perote la empresa Granjas Carroll, dedicada a la producción masiva de cerdos. Las denuncias que los pobladores han presentado desde entonces por la desaforada contaminación y el incremento de enfermedades sólo han tenido dos tipos de respuesta: acoso judicial por parte de la compañía porcícola y la pétrea indiferencia de los gobiernos de Puebla, de Veracruz y de la República.VALLE DE PEROTE, VER.- El ambiente en las comunidades de esta zona ubicada en los límites de Puebla y Veracruz se caracteriza por la fetidez del aire, los enjambres de moscas, así como por la contaminación de mantos freáticos, pozos y lagunas. Además proliferan las enfermedades respiratorias, gastrointestinales y de la piel.Los problemas del Valle de Perote, una parte del cual pertenece a Puebla y la otra a Veracruz, tienen su origen en la producción masiva de cerdos de la empresa Granjas Carroll de México, S.A. de C.V., que cuenta con la protección de los gobiernos de ambas entidades y de la federación. La empresa es propiedad de la compañía estadunidense Smithfield, la mayor productora de cerdos en Estados Unidos, en sociedad con Agroindustriales Unidos de México, S.A. de C.V., que exporta productos del campo, como café. El crecimiento de Granjas Carroll ha generado protestas de comunidades en ambos estados por su efecto destructivo en el medio ambiente y en la vida cotidiana de la población. Algunos lugareños enfrentan procesos penales por denuncias de Granjas Carroll en su contra. Lo irónico es que Smithfield Company vino a México huyendo de los problemas judiciales que enfrenta en su país por contaminar el ambiente en Carolina del Norte y Virginia. Fue desde 1985 cuando un juez de la Corte de Justicia del Cuarto Circuito de Apelaciones de Estados Unidos multó a Smithfield por contaminar el río Pagan, de Virginia. La sanción fue de 285 mil 338 dólares, el mayor castigo civil por una violación del Acta del Agua Limpia. Una década después, en 1996, los directivos de Smithfield fueron sancionados por la misma Corte de Justicia por falsificar y destruir muestras registradas con la descarga intencional de agua tóxica al Pagan. Esa vez la sentencia fue de 18 meses de prisión y una multa histórica de 12.6 millones de dólares.Estos datos se incluyen en un reporte del Comité de Asuntos Gubernamentales del Senado estadunidense, fechado en marzo de 2002. El documento contiene el testimonio de Richard J. Dove, integrante de la organización civil Alianza Waterkeeper, el cual advierte del daño que la empresa provoca en el medio ambiente de Carolina del Norte. En el mismo reporte se dice que en junio de 2000, las organizaciones ambientalistas agrupadas en Riverkeeper documentaron 36 casos de demanda en la Corte Superior contra las operaciones de Smithfield. El objetivo de estos recursos legales era conseguir una orden judicial para que la industria porcícola dejara de “contaminar las corrientes de agua y aire, y reparara el daño causado a ríos y riberas de Carolina del Norte”. En tanto, el estado de Virginia acusó a Smithfield por más de 22 mil violaciones legales a causa de su actividad contaminante. Dichas infracciones se registraron desde mediados de los ochenta hasta mediados de los noventa, pero el caso fue desestimado por el juez en 2001, al considerar que la acción federal excluyó los reclamos estatales. El documento del comité senatorial subraya que un estudio de 1998 “encontró clara evidencia de que el nivel de exigencia de leyes y regulaciones ambientales, más que su castigo, tuvo una influencia directa en el crecimiento de la industria porcícola, que tiene que ubicarse en comunidades minoritarias donde la oposición es más fácilmente silenciada”. La organización ambientalista citada en el reporte subrayó desde entonces: “La presencia de esta contaminante industria es una amenaza para la salud pública debido a que puede bajar el valor de las tierras y la calidad de vida, e impedir un desarrollo económico más saludable para las comunidades que sufren de bajos ingresos y acceso médico”.La experiencia de las comunidades mayoritariamente afroamericanas de Carolina del Norte y de Virginia es la misma que enfrentan alrededor de 30 mil pobladores de ocho municipios en la región de Perote, donde Granjas Carroll se instaló en 1994. Aquí la empresa con capital de Smithfield Company creció exponencialmente en la última década: ha instalado más de 100 módulos en comunidades veracruzanas y poblanas. Sin embargo, sólo ha generado 550 empleos entre la población, pues según datos de la propia empresa sus instalaciones cuentan con avanzada tecnología. Como sucedió en Estados Unidos, los pobladores del Valle de Perote están padeciendo los cambios ambientales y el incremento de los riesgos sanitarios por las grandes cantidades de desechos químicos y microbianos que Granjas Carroll vierte al medio ambiente a consecuencia de su producción masiva de cerdos. Esta información fue documentada en la anterior legislatura local por el entonces diputado perredista Atanasio García Durán y la Comisión del Medio Ambiente, que intervinieron ante los reclamos de la población. Sin embargo, el gobierno de Fidel Herrera Beltrán y las autoridades del ramo nunca tomaron en cuenta esas denuncias. Impunidad y represiónDesde 2005, el exalcalde de Tepeyahualco, Puebla, Antonio López González, alertó al gobierno de Mario Marín sobre el “uso exagerado” de agua por Granjas Carroll, ya que el número de “los cerdos que produce la empresa es superior a la población humana de los municipios de Perote, Jalacingo y Altotonga, en Veracruz; y Guadalupe Victoria, Grajales, Tlachichuca y San Nicolás, en Puebla”. En Veracruz, los afectados por la empresa conformaron la agrupación Pueblos Unidos y, en un sinnúmero de oficios que datan desde 2004, denunciaron que los niveles de los mantos acuíferos descendieron más de un metro cúbico en una década por el uso desmedido de agua en los procesos de producción porcina. Esa asociación solicitó al gobernador Fidel Herrera “evitar la expansión de las granjas” de Carroll, debido al grave problema de contaminación ambiental y a la generación de enfermedades respiratorias, gastrointestinales y cutáneas que propician en la población. La organización civil fue integrada por habitantes de las comunidades de La Gloria, Xaltepec, Sayaleta, Guadalupe Victoria, Totalco, Jalacingo, Altotonga y Perote, en Veracruz; así como de Tepeyahualco, Guadalupe Victoria, Buenavista, Chichicuatla, La Muralla, San Pedro, El Águila, Techachalco, Alchichica, Maravilla y Quechula, en Puebla. Sus oficios recorrieron todas las instancias de gobierno en ambas entidades, igual que organismos federales como la Comisión Nacional del Agua, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Procuraduría de Protección al Ambiente, entre otras, con el fin de solicitar su intervención para que no se instalaran más granjas en sus comunidades. No hubo respuesta de ningún gobierno local ni del federal. En tanto, un recorrido por las comunidades del Valle de Perote basta para causar alarma. Los malos olores y la proliferación de moscas es ya insoportable. De hecho, familias como la del agricultor Fausto Ramírez, propietario del rancho El Riego, en Xaltepec, se ven obligadas a abandonar su casa por la noche para dormir en una camioneta. “Tenemos que buscar las corrientes de aire que no arrastren la fetidez, pero a veces el olor está muy tremendo, es desesperante, no nos deja ni comer ni dormir y tenemos que irnos a donde no nos pegue de lleno”, se queja la esposa del agricultor, Patricia Zamora.A 100 metros del rancho de esa familia está una de las Granjas Carroll. La empresa ofreció a esa familia comprarle sus tierras, dedicadas al cultivo de maíz, frijol, alfalfa y zanahoria, a 10 mil pesos por hectárea, es decir, “a peso el metro”. Fausto Ramírez se negó. Y aunque los efectos de sus actividades industriales son evidentes, en abril de 2006 los directivos de la empresa interpusieron denuncia penal contra más de una decena de inconformes de La Gloria, en Perote, y de Orilla del Monte, en Jalacingo, a los que se les dictó auto de formal prisión “por el delito de difamación”. El juez mixto de primera instancia en Jalacingo inició los juicios contra Fabiola Díaz Quintana, Margarita Hernández Burgos, Guadalupe Serrano Gaspar, Verónica Hernández Argüello y el agente municipal de La Gloria, Manuel Aguilar, así como contra Jorge Bernal Zapara, de Xaltepec, por oponerse a las granjas. Sólo por la presión del exdiputado Atanasio García Durán, quien solicitó la intervención de legisladores federales, la empresa decidió “otorgarles el perdón” y se desistió de las denuncias penales, dice la abogada de los inconformes, Dulce María Vázquez. De todas maneras, las autoridades no actuaron y la empresa siguió presionando para acallar las protestas. En enero de 2007, con apoyo de la comandancia de la Policía Federal Preventiva con sede en Zacatepec, Puebla, Granjas Carroll volvió a denunciar penalmente a un grupo de activistas, por lo que se les abrió la averiguación previa 10/2007.Indiferencia Varios campesinos de La Gloria, una comunidad marginada en las faldas del Cofre de Perote que ha sufrido los embates de Granjas Carroll, opinan que el virus de la influenza A, inicialmente llamada porcina, “surgió aquí, pues fue en nuestro pueblo donde se presentó el primer brote de enfermedades respiratorias”. En efecto, La Gloria es hoy un foco de atención internacional porque en este poblado de unos 3 mil habitantes se detectó el primer caso de infección por el virus de influenza A (H1NI), que ha causado decenas de muertes en México y en otros países.Edgar Hernández, de cinco años, fue identificado como el primer caso de la enfermedad, y medios de comunicación nacionales y extranjeros llegan hasta su humilde vivienda para obtener datos sobre el origen de la enfermedad, que ya superó, y para recoger el testimonio de sus padres. El gobernador Fidel Herrera negó al principio que La Gloria fuera el origen del virus, no obstante que, a principios de marzo pasado, un brote epidemiológico atacó a 400 habitantes y mató a dos niños.La agente municipal de La Gloria Bertha Crisóstomo Lara alertó a las autoridades sanitarias sobre la “extraña enfermedad” que padecían sus vecinos, muchos de los cuales fueron internados en estado grave en hospitales de Perote y de Xalapa. La funcionaria consideró que ese mal era consecuencia de la contaminación generada por los desechos de Granjas Carroll de México. A finales de marzo, el Sector Salud envió una tonelada de cal para esparcirla en La Gloria y así evitar nuevos brotes de la enfermedad que se caracterizó por la fiebre alta, dolor intenso de huesos, tos seca, flemas y náuseas, pero sigue minimizando el problema, denuncia Crisóstomo Lara. En esas fechas el jefe de la Jurisdicción Sanitaria número cinco, Orlando Uscanga Muñoz, reconoció que alrededor de 30% de la población de esa comunidad presentaba síntomas de bronconeumonía. También admitió los fallecimientos de los menores, uno ocurrido a finales de febrero y otro a principios de marzo. Sólo el 26 de abril, después de que se tomaron muestras durante el cerco sanitario de tres días, el gobernador reconoció en un mensaje difundido por Radiotelevisión de Veracruz que el primer caso de influenza “porcina” se había registrado en La Gloria. Eso no dio ninguna esperanza a quienes se oponen a las actividades contaminantes de Granjas Carroll, ya que Herrera Beltrán deslindó a la empresa de ser la principal causante de la insalubridad en la región. La gente sigue enfermándose y no hay medicinas, como denunció la subagente municipal Blanca Roldán Tencle, quien desde finales de abril padece síntomas parecidos a los de la influenza, al igual que su hija de seis años. Pero en La Gloria, si se padecen una fiebre de 38 grados, dolor de huesos y de pulmones, con tos seca y flemas, es mejor callarse: “Aquí no puede uno hablar, decir la realidad, porque de inmediato empiezan a hostigarnos o a actuar penalmente”, dice la subagente.

Consecuencias de la Irresponsabilidad Oficial

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El saldo de la inoperancia oficial

JORGE CARRASCO ARAIZAGASi bien el gobierno federal consideraba inminente una pandemia de influenza, que acarrearía severos daños a la población y a la economía del país, el brote del virus A (H1N1) dejó al descubierto la inoperancia del gobierno de Felipe Calderón para poner en marcha un plan, elaborado desde el sexenio anterior, con el que México supuestamente estaba preparado para una crisis epidemiológica.Sin tener la certeza sobre el número de fallecidos y, sobre todo, de las condiciones en que se produjo el contagio que alarmó y semiparalizó al país desde el 23 de abril, la sociedad mexicana se quedó en vilo cuando el gobierno federal anunció las medidas de emergencia previstas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para una pandemia de influenza.Desde una semana antes, el 16 de abril, debido a un inusitado incremento de los reportes de neumonía en Veracruz y Oaxaca, pero sobre todo en la Ciudad de México, el gobierno mexicano ya había emitido una alerta nacional de salud al organismo de las Naciones Unidas. Incluso, el personal médico del IMSS y del ISSSTE fue alertado entre los días 18 y 19 sobre la contingencia. El aviso a la OMS confirmó que el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza, presentado por México ante el organismo en 2005, sencillamente no se había puesto en marcha porque sólo existe en el papel. La bolita, a la OMSPor haber dado esa alerta y por tratarse de un virus nuevo –cuya letalidad es menor que la inicialmente prevista–, el gobierno de Calderón ahora achaca a la OMS la responsabilidad de la propagación del organismo contagioso en el mundo, a pesar de que su gobierno desestimó el potencial del problema incluso en el Programa Nacional de Salud 2007-2012. La doctora Carmen Soler Claudín, viróloga del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM y jefa de la Unidad de Investigación en Retrovirus Humanos que operó en el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (Indre) entre 1990 y 2000, asegura que el gobierno mexicano presenta ante la OMS los planes como si se cumplieran.“Es un engaño. Cuando sucede este tipo de cosas se les cae el teatro. ¿Por qué, si están tan bien los planes, se ha muerto tanta gente y en otros países no?”, pregunta la investigadora con 25 años de especialización en VIH, en entrevista telefónica.Según las cifras de la OMS, que tiene su sede en Ginebra y que trabaja con los datos que le dan los gobiernos, hasta el pasado viernes 1 de mayo había 367 casos confirmados de influenza en 13 países, de los cuales 156 eran de México, donde se habían registrado nueve decesos. La noche del mismo viernes 1, el secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, dio a conocer que esas cifras eran en realidad más altas en el país: 397 casos positivos del virus A (H1N1) y 16 fallecidos; de los cuales 12 eran mujeres y cuatro hombres. De ellos, 11 fueron atendidos en el Distrito Federal, tres en el Estado de México, uno en Oaxaca y otro en Tlaxcala. Nueve de las víctimas tenían entre 21 y 40 años. Hasta ese momento se habían realizado 908 pruebas, con 397 casos positivos; es decir, 43.7% de las muestras. Entre ellos se registraron los 16 decesos. La cifra de contagiados empezó a fluir en México tras la llegada de dos equipos de laboratorio al Distrito Federal y a Veracruz, procedentes de Arizona y California, una semana después de que se declaró la alerta. El equipo permitió el análisis de las muestras correspondientes a las personas ingresadas en los hospitales de todo el país con cuadros de influenza. De acuerdo con testimonios recabados por Proceso en el IMSS y el ISSSTE, los médicos fueron avisados de la emergencia entre 48 y 72 horas después de que el gobierno de México emitiera la alerta a la OMS. Según el director del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica, Miguel Ángel Lezana, el organismo de Naciones Unidas reaccionó tarde ante esa alerta porque no fue sino hasta el 18 de abril cuando tuvo conocimiento formal de la notificación.En declaraciones a la agencia de noticias estadunidense AP, difundida el viernes 1 de mayo, el epidemiólogo del gobierno de Calderón aseguró que “aparentemente hubo algún problema. No sé si fue en la oficina de la OPS (Organización Panamericana de la Salud) en México o en Washington (sede la OPS). Tenemos correos electrónicos para demostrar nuestros dichos. Hicimos lo que teníamos que hacer”. También a The Wall Street Journal le declaró Lezana que la alerta se notificó el 16 de abril, según la versión que publicó el diario el viernes 1. Conocido el reclamo en México, el mismo viernes Lezana se desdijo. En declaraciones al noticiario radiofónico de Joaquín López Dóriga, aseguró: “Yo no he hecho ningún reproche. Sólo tengo palabras de reconocimiento” a la OMS.La incapacidad de analizar el virus con recursos propios, resultado del desmantelamiento de la infraestructura de investigación médica en el país desde el gobierno de Ernesto Zedillo, echó abajo los planes y programas que el gobierno mexicano le ha reportado a la OMS para controlar una pandemia de influenza.Elaborado durante la gestión de Julio Frenk como secretario de Salud, el Plan Nacional de Respuesta ante una Pandemia de Influenza inició algunas acciones de capacitación, como simulacros de emergencia, que hasta ahora no han sido seguidas por su sucesor. Si ya de por sí el sexenio pasado había dejado incumplidas las metas del plan, Calderón de plano se limitó a reproducirlo. Sólo en junio de 2007 propuso una “estrategia operativa multisectorial” para mantener el funcionamiento económico y el orden social y civil en caso de una pandemia. Ese mismo año, el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Influenza elaboró un manual para la vigilancia epidemiológica. Hasta ahí su contribución, aunque la vigilancia de la influenza es obligatoria de acuerdo con la Ley General de Salud y la Norma Oficial Mexicana en la materia. El manual tampoco operó para evitar la emergencia sanitaria.Desatada la crisis, y a pesar de que desde el 16 de abril comunicó la alerta nacional de salud a la OMS, no fue sino hasta el día 25 cuando Calderón publicó el decreto por el que facultó a Córdova Villalobos para coordinar todas las acciones para prevenir, controlar y combatir el virus de lo que describió como “influenza estacional epidémica”. Entre esas medidas, prevé “el ingreso a todo tipo de local o casa habitación” para “controlar y combatir” la epidemia. Más sorprendente, y muestra de la inoperancia, fue que apenas el jueves 30 se anunció la emisión de un acuerdo por parte de Córdova Villalobos para ordenar a todas las instituciones del Sistema Nacional de Salud, públicas y privadas, que concentren la información sobre casos de influenza en un sitio de internet del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave). Antes de esa decisión, cada Secretaría de Salud estatal daba sus propias cifras de pacientes sospechosos, casos confirmados y decesos.Nula capacitaciónEl plan de Fox asumido por Calderón en ningún momento consideró la posibilidad de que la pandemia se desarrollara en México. Todos sus escenarios eran de países asiáticos. Entre sus metas, el plan previó una “reserva estratégica” de 1 millón 150 mil dosis antivirales y aumentarlas a 5 millones en tres años. También, 175 mil dosis de antibióticos para casos de complicaciones y en tres años escalar a 300 mil. En el caso de la protección para el personal de salud, anunció una dotación de 10 mil equipos de trajes, mascarillas, respiradores y lentes; mientras que para la población ofreció 10 millones de cubrebocas.Insistente el mensaje oficial para utilizar el cubrebocas, desde los primeros días de la crisis esa protección se agotó en el mercado, incluso para el personal de salud. El día 30, la dirección general del IMSS accedió a que se entregaran cubrebocas de alta eficiencia N95 a 80 médicos residentes del Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional La Raza, “aunque no son necesarios para todo el personal residente”, según indicó la institución en su comunicado 138. Ante la escasez, el gobierno de China envió 3 millones de tapabocas y 240 mil protectores profesionales, como parte de un material donado que llegó en los primeros minutos del viernes y que tiene un valor de 4 millones de dólares. Además, ofreció 1 millón de dólares en efectivo y la llegada de más material para el lunes 4 de mayo. España, Japón y Alemania también ofrecieron ayuda.Ante las advertencias internacionales sobre el riesgo de una nueva pandemia, en México se creó en 2001 el Grupo Federal de Seguridad en Salud. Dos años después, se estableció el Comité Nacional para la Seguridad en Salud; en 2004, el Grupo de Trabajo de Pandemia de Influenza y en 2005 se presentó el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza. El plan está concebido para la última de las fases establecidas por la OMS en caso de una pandemia. Desde el pasado miércoles 29 de abril, el organismo mundial elevó el nivel de alerta de pandemia de gripe a la fase 5. Se trata de la penúltima de las etapas previstas, que se caracteriza por la propagación del virus de persona a persona al menos en dos países de una región de la OMS.Aunque la mayoría de los países no se ven afectados en esta fase, de acuerdo con el organismo su declaración “es un indicio claro de inminencia de una pandemia y de que queda poco tiempo para organizar, comunicar y poner en práctica las medidas de mitigación planificadas”. En la fase 6 existe ya una pandemia mundial porque hay brotes comunitarios en al menos un tercer país de una región distinta.El plan contra la pandemia de la influenza siguió a las recomendaciones de la propia OMS luego del surgimiento de la influenza aviar A (H5N1), en 1997, en Hong Kong. El virus reapareció en 2003 en otros países del sureste asiático y se diseminó por Europa y Asia entre 2005 y 2006. Hasta noviembre de ese año, se habían registrado 258 casos, 154 de ellos fatales. Además, consideró lo ocurrido con el SARS, también surgido en Hong Kong, que entre noviembre de 2002 y julio de 2003 afectó a 26 países con 8 mil 98 casos y 774 muertes.Según las estimaciones del gobierno pasado, una vez iniciada una pandemia de influenza, en México se podría infectar entre 10% y 25% de la población. Eso significa, entre 10.7 y 23.3 millones de personas, tomando en cuenta los 107 millones de habitantes del país.En un escenario extremo, llegó a calcular en 35% la población infectada (32.7 millones de personas), con cuadros graves, leves y sin síntomas; 200 mil muertos, 25 millones de consultas y medio millón de hospitalizaciones. El actual gobierno estima en 25% la población afectada, según los datos que dio la directora general adjunta del Indre, Celia Mercedes Alpuche, el 20 de septiembre del año pasado durante una reu-nión con la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados.Además, en sus supuestos para la preparación y respuesta ante una pandemia de influenza, indica que la tasa mayor de ataque, de hasta 40%, ocurriría entre los escolares; mientras que alcanzaría a cerca de 20% de adultos en edad productiva. El ausentismo laboral sería de 40%, y la duración, de seis a ocho semanas en las comunidades afectadas.Desde el sexenio pasado, también de acuerdo con los protocolos de la OMS, se establecieron las medidas para una epidemia. Entre ellas, la detección oportuna de casos a través de la vigilancia epidemiológica con una red nacional de laboratorios, coordinada por el Indre.El plan incluyó la atención médica y hospitalaria, preparando a los hospitales para hacer frente a la demanda; así como la limitación del contagio con el cierre de escuelas, cancelación de actos masivos y restricción de movimientos de personas y mercancías.También comprometió a México a capacitar al personal de salud para el manejo de los casos, a crear una reserva estratégica de los antivirales Oseltamivir y Zanamivir, así como de vacunas y reactivos.Además, previó la adquisición de equipo para protección del personal de salud, equipo de bioseguridad para laboratorio y para fortalecer la vigilancia epidemiológica; así como la elaboración de vacunas en el país y de una estrategia de comunicación de riesgos.Se comprometió así mismo a buscar la “autosuficiencia en desarrollo de conocimiento científico”, y a desarrollar nuevas técnicas de producción de una vacuna contra la influenza y tratamientos antivirales alternativos.Como parte de la capacitación, en octubre de 2006 se realizó el simulacro “Escudo Centinela”, en el que participaron simultáneamente más de 2 mil integrantes del Sector Salud en Chihuahua, el Distrito Federal, Hidalgo y Tabasco. Personal médico que formó parte del simulacro dijo a Proceso que la capacitación consistió en tres etapas para casos de emergencia: información a la población, reestructuración del sistema de salud y la realización de estudios epidemiológicos tanto a las personas contagiadas como a su entorno inmediato.“Desde entonces no se ha vuelto a hacer ningún entrenamiento de ese tipo. Además, en lo que va de la emergencia sanitaria no ha ocurrido ninguna reorganización del sistema de salud para enfrentar la emergencia; cada hospital se organizó de acuerdo con las decisiones de sus propios directivos”, asegura uno de los médicos, que pidió no ser identificado.Del abismo que se interpone entre los planes y la realidad, también da cuenta el Manual para la Vigilancia Epidemiológica de Influenza, elaborado por el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Influenza, fechado en 2007.Según ese manual, para evitar una crisis a ese sistema se sumaría una Unidad de Salud Monitora de Influenza (USMI) en las 32 entidades federativa del país. Cada unidad debería tener un médico familiar, un enfermero y un promotor de la salud. El propósito es obtener muestras humanas para el diagnóstico, aislamiento y tipificación del agente causal por parte del Indre.De acuerdo con el documento, la identificación del virus de la influenza se realiza en México desde 1957, y en el año 2000 se reforzó el sistema con una red de laboratorios para el procesamiento y diagnóstico de muestras, además de incorporarse a la red de notificación mundial de influenza Flunet. En teoría, la red tiene 34 laboratorios en todo el país. “Los planes nacionales no son malos, pero hay que revisar lo que dicen que están haciendo”, dice la doctora Soler Claudín.La especialista del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, que entre 2000 y 2006 estuvo a cargo de la coor-dinación del Programa VIH de la Ciudad de México, asegura que la crisis epidemiológica es resultado de la casi total destrucción del sistema de investigación en México.Dice que el Indre lleva muchos años en deterioro, al igual que el sistema de investigación del IMSS. “Hace más de 20 años, el sistema de salud mexicano estaba al día y tenía instituciones de fama internacional. El propio Indre, que se llamaba Instituto de Enfermedades Tropicales, era uno de los mejores en el mundo para hacer diagnóstico” de ese tipo de males, añade.Hasta enero pasado presidenta de la Asociación Farmacéutica Mexicana, Soler Claudín dice que antes de que llegara el equipo de laboratorio desde Estados Unidos, en el Indre había miles de muestras en espera de ser examinadas, pero no había reactivos. Explica que lo realizado a partir de la llegada del equipo es lo que debieron hacer antes de declarar la emergencia, para tener datos reales y saber cuántas de las infecciones eran, por qué tipo de virus y, sobre todo, para conocer su letalidad. “Ahora nos reportan también que han empezado a hacer estudios de trasmisibilidad entre los contactos de las personas. Todo esto confirma que no contaban con la información al momento de alarmar a la población, y no la tenían porque no habían hecho nada, que es lo que hacen siempre.”





Con el PAN, menos investigación

PATRICIA DáVILA“Durante los gobiernos panistas, México no sólo perdió la autosuficiencia en la producción de vacunas, sino que disminuyó a 0.36% el porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) destinado a la investigación”, afirma Jesús Kumate Rodríguez, secretario de Salud en el gobierno de Carlos Salinas y presidente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1995.Él es uno de los tres exsecretarios de Salud que el miércoles 29 de abril se reunieron con el presidente Felipe Calderón para “brindarle consejos y recomendaciones” y “acompañarlo” en el seguimiento de las medidas aplicadas para enfrentar la epidemia de influenza A. Los otros son Guillermo Soberón, quien encabezó la dependencia en el gobierno de Miguel de la Madrid, y Juan Ramón de la Fuente, que lo hizo en el de Ernesto Zedillo.Los tres exfuncionarios coincidieron en que las medidas para enfrentar la epidemia incomodan, generan pérdidas económicas y alteran la vida cotidiana en el país, pero que sería más costoso no tomarlas.Kumate explica: “Sobre la base de que los países deben destinar (a la investigación) 1% del PIB, México a lo más que ha llegado es a 0.4%; pero en los dos últimos años de Vicente Fox bajó a 0.36%, a pesar de que (los dos gobiernos panistas) prometieron duplicarlo. Esto no es más que el reflejo de la importancia que el gobierno le da a la investigación”.–¿Puede invertir más?–Yo creo que sí, sólo que establezca las prioridades para hacerlo, porque no únicamente se trata de invertir más, sino de que haya personal capacitado que pueda realizar la labor de investigación de manera adecuada, para aplicar bien los recursos. México invierte alrededor de 3 mil 200 millones de dólares, mientras que países como Japón o Estados Unidos canalizan 140 mil y 300 mil millones de dólares (3% de su PIB) respectivamente.Señala que el capital humano se ha “fugado” de México y para resolver el problema hay que traer investigadores de fuera o invertir en la formación endógena de este personal y garantizarle que va a tener empleo. “Esto no se remedia a mediano plazo, el tener la cultura de investigación, de formación de recursos humanos y de infraestructura, es cuestión de cuatro sexenios”, advierte.En opinión de Kumate, la capacidad del país en investigación es mínima, ya que nada más se lleva a cabo en el Cinvestav, del Instituto Politécnico Nacional; y en instalaciones de la UNAM en Cuernavaca, Guadalajara y en Monterrey; porque las de San Luis, Sonora y Puebla apenas comienzan. “No hay más”, agrega.Reprocha: “Estamos acostumbrados a usar catálogos extranjeros. ¿Producimos coches? No, sólo los ensamblamos; los aparatos de televisión los importamos; no hacemos computadoras, tenemos la licencia pero no la patente. Hay muy pocas cosas que producimos aquí, cuando nuestros ingenieros pueden fabricar las 110 mil camas eléctricas que los hospitales tienen que cambiar y además se podría cubrir el déficit de 1 millón de camas existente, pero no: en su lugar, las compramos a Estados Unidos”.También hace comparaciones: “En los noventa, cuando existía el Instituto de Higiene, éramos autosuficientes en la producción de vacunas del sarampión, la poliomielitis, el tétanos y la tuberculosis, pero las nuevas vacunas requieren mayor inversión. De América Latina, Cuba hizo un gran esfuerzo para producirlas, pero no pudo competir en el mercado internacional. Nosotros no tenemos necesidad de competir, somos 110 millones de mexicanos, nuestro mercado interno es muy grande. En buena lid, valdría la pena que se hiciera esa inversión y vender a Brasil, Venezuela y Colombia”.–¿Durante su gestión como secretario de Salud se presentaron contingencias comparables a esta de la influenza A?–Sí, fue muy seria. En 1990 el sarampión nos tomó de sorpresa, con la guardia baja, porque creímos que la vacuna era para todo la vida y resultó que no. Una vacuna es una imitación de la enfermedad: al que le da y no se muere queda inmunizado para toda la vida. Creímos que con la vacuna pasaría igual, y no: se presentó una pandemia que ocasionó una elevada mortandad (5 mil 899 defunciones). Pero nuestros investigadores detectaron que con una segunda dosis ya era suficiente: una al año y otra a los seis.En este caso, relata Kumate, a pesar de que México había dado un primer paso en la elaboración y aplicación de la vacuna, además de la pandemia, enfrentó otro problema: la falta de control, porque no se llevaba un registro nominal. A partir de entonces se aplicó el Programa de Vacunación (Provac), que contiene el nombre, dirección y el registro de las vacunas de cada mexicano.Cuando él encabezaba la Secretaría de Salud también se erradicó la poliomielitis. El último caso se registró el 18 de octubre de 1990 en Jalisco. “Cuando era secretario de Salud Guillermo Soberón, me heredó la gestión de un convenio de investigación con Francia. Yo no lo concluí porque las condiciones del contrato no eran favorables para México, pero debimos haber hecho intentos con Japón o Estados Unidos, era una forma de continuar, primero auspiciados y después por nuestra cuenta”.–El pasado 9 de marzo, durante la reu-nión del Grupo de Alto Nivel México-Francia (GANMF), el presidente Nicolas Sarkozy anunció que la empresa farmaceútica Aventis invertirá aquí 126 millones de dólares. ¿Es un inicio de lo que se pretendía entonces?–No. El convenio firmado entre los presidentes Sarkozy y Calderón es sólo una colabo-ración en investigación científica, alguna referente a vacunas, pero no para que se produzcan en México.–Usted fue convocado por Felipe Calderón, junto con Soberón y De la Fuente, a fin de aportar “opiniones y sugerencias” sobre las acciones para combatir la influenza A. ¿Qué le dijeron ustedes al presidente?–Es muy amable en decir que nos pidió consejo, porque el secretario de Salud (José Ángel Córdova Villalobos, también presente en esa reunión) sabe muy bien qué hacer. Y no es que sea una invención de él, está normado por la OMS. –¿Fue un acto inusual?–Es un acto de buenas maneras, porque los tres que fuimos no somos panistas, dos somos del PRI, aunque yo sea el único que lo reconoce públicamente, porque el doctor Soberón ya no lo menciona. (Calderón) quería que gente que no es de su partido le dijera que estaba bien lo hecho.“Le dijimos que hay una parte de la población que debería ser protegida con prioridad: el personal de salud, bomberos, transportistas, la policía, las Fuerzas Armadas. Sugerimos que se visite a los que ya se curaron para ver cómo van; que se deben tener cubrebocas de calidad porque los que existen sirven para dos horas y si estornudas, aunque estén nuevos, tienen filtración.”–¿Entonces fue una estrategia política?–El presidente tiene derecho a tener consejo con quien él quiera, pero no debió haberse enterado nadie. ¿Para qué?Los exsecretarios también le plantearon a Calderón la necesidad de incrementar los recursos a la investigación y de contar con laboratorios P3 y P4 para el control de las partículas del aire. “Él está enterado, sabe lo que hay y lo que no. Esto a todos los presidentes se lo pedimos”, comenta Jesús Kumate.Por su parte, en diversos medios de comunicación Juan Ramón de la Fuente dio su opinión sobre el confuso manejo de cifras por el actual secretario de Salud:“Hay aspectos que pueden mejorar, como ordenar las cifras porque hay cierta confusión, por ejemplo, dentro del número de fallecimientos. Hay un subgrupo al que no se le practicaron, por diversas razones, todos los estudios necesarios y no se sabe si tenían el virus o no. Hay que decir cuántos son. Hay que iniciar una investigación para deslindar responsabilidades de una posible negligencia”, concluyó.





Contra reloj

ANNE MARIE MERGIERLa comunidad científica internacional no hace ningún pronóstico acerca de la evolución de la influenza A (H1N1); sin embargo, está convencida de que la pandemia es ineludible. Especialistas consultados por este semanario coinciden en que aún no se cuenta con la célula cepa del virus, por lo que no es posible elaborar pruebas específicas de diagnóstico precoz, así como desarrollar a corto plazo una vacuna contra el padecimiento.PARÍS.- La comunidad médica y científica mundial está en pie de guerra: la Organización Mundial de la Salud (OMS) acaba de reconocer que el planeta enfrenta la emergencia de una pandemia de gripe H1N1 atípica.“La situación actual nos da una gran lección de modestia a todos. Demasiada gente cree que la ciencia es todopoderosa, pero esto no es cierto. Estábamos convencidos de que iba a explotar una pandemia de gripe aviar, y de repente nos amenaza una pandemia de influenza porcina. Debemos reconocer que es imposible prever la irrupción de una pandemia”, comentó el profesor Philippe Brouqui, experto en enfermedades infecciosas y tropicales e integrante destacado del Instituto Federativo de Investigación 48, de la ciudad de Marsella.El profesor Jean-François Saluzzo, autor de varios libros sobre nuevos virus, consultor de la OMS y virólogo formado en el Instituto Pasteur, en el que trabajó varios años antes de dirigir el Departamento de Desarrollo de Vacunas contra Virus Emergentes del laboratorio Sanofi/Pasteur, expuso:“La situación es grave. La movilización es general, pero desde la amenaza de pandemia de gripe aviar todos estamos en alerta. La tensión sólo se agudizó un poco más en los últimos días.”La corresponsal entrevistó a los dos científicos vía telefónica horas antes de que la OMS decidiera elevar a 5 el nivel de alerta por la influenza A (H1N1). Ambos coincidieron en que la aplicación de esta medida era ineludible.Interrogados sobre la situación mexicana, los expertos se mostraron prudentes. Recalcaron que carecían de informaciones precisas sobre lo que ocurre en México debido a las fluctuaciones de las cifras oficiales en este país, en relación con los datos manejados por la OMS.“Los interlocutores privilegiados de las autoridades sanitarias mexicanas son el CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, por sus siglas en inglés) estadunidense y la OMS. Hasta ahora, ninguno de estos dos organismos nos comunicaron mayores detalles sobre lo que pasa en México”, dijo Brouqui.Y agrego Saluzzo: “Todavía no contamos con la célula cepa del virus que azota a México. Aparentemente la OMS se aprestaría a distribuirla. Mientras no la tengamos es imposible elaborar un test de diagnóstico precoz específico, y tampoco podemos trabajar en el desarrollo de la vacuna.“Cabe subrayar, sin embargo, que la identificación de ese virus atípico por parte de científicos estadunidenses fue sumamente rápida. No hay que olvidar que nos demoramos seis meses para identificar el virus del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo). En el caso del virus actual todo se hizo en un tiempo récord.”El especialista recordó que el H1N1 que siembra terror en el mundo es una asombrosa mezcla de ocho genes provenientes de virus que aparecieron en épocas distintas, en zonas geográficas diferentes y que se desarrolla en los organismos de puercos, aves y seres humanos.Y añadió: “Estos ocho elementos pueden de repente recombinarse entre sí. Calculamos que existen 256 posibilidades de combinaciones. La que surgió en México es tan sólo una de ellas”.Por su parte, Brouqui recalcó: “El hecho de que ese microorganismo apareció en México no significa necesariamente que se originó en ese país. Varias cepas de virus capaces de combinarse circulan en el mundo. La mayor parte de éstas se encuentra en el subcontinente indio y en China”.Ambos expertos coincidieron en que los primeros virus mutantes brotaron en granjas de la India y de China, en las que conviven cerdos y aves de corral. Tal promiscuidad permitió que los virus de las aves se adaptaran a los puercos. La contaminación hacia el humano fue entonces posible porque su sistema inmunitario se parece más al del cerdo que al de las aves.Sólo hipótesisA Brouqui y Saluzzo se les preguntó por qué la influenza A (H1N1) cobra vidas en México y no en Estados Unidos o Canadá, países donde también se ha presentado epidemia (la entrevista se efectuó antes de que se anunciara el fallecimiento de un niño mexicano de dos meses en Estados Unidos).Puntualizó Brouqui: “Por falta de informaciones precisas sólo se pueden plantear hipótesis. A menudo ocurre que el virus es muy agresivo al comienzo de la epidemia. Fue lo que pasó con el SRAS. Notamos que el virus de los primeros momentos de la epidemia no era el mismo que el de los últimos días, y que ambos eran distintos del que se podía observar en otros períodos. Estos microorganismos se adaptan al hombre. Por lo general se vuelven menos agresivos y dañinos, pero son mucho más contagiosos.“Es una explicación posible. Quizás con el tiempo el virus afectará menos a los mexicanos. Hay otra que no excluye a la primera: Tal vez la vacuna elaborada contra la gripe de temporada tenga algún efecto protector. En Estados Unidos y en Canadá hay mucho más personas que se vacunan contra esa influenza que en México. Una parte de la comunidad científica está de acuerdo con esa hipótesis y otra la rechaza. Como no hay ninguna investigación a fondo sobre el tema, no sabemos quién tiene la razón.“En esta situación interviene un tercer factor: No sabemos a ciencia cierta cuántas personas están realmente contaminadas por la influenza porcina en México.“Por el momento, en Estados Unidos sólo se han reportado 60 casos. Es probable que pronto haya muertos. En la situación actual es absurdo hacer comparaciones entre los dos países. Las cosas cambian y amenazan con deteriorarse día tras día. Hay que esperar para juzgar.”Para Saluzzo es inevitable que la situación empeore en Estados Unidos:“Al tomar en cuenta la virulencia de ese padecimiento es probable que en ese país haya casos mortales. Sus autoridades sanitarias están conscientes de ello y ya lo anunciaron. Para explicar la mortandad en el caso de México hay que descartar de antemano una falta de resistencia genética de los mexicanos. Es preciso esperar más datos sobre todos los casos.“En cualquier país del mundo cuando irrumpe un virus nuevo y particularmente agresivo se requiere tiempo para entender que se trata de una epidemia. Estas primeras víctimas mexicanas fueron las que lanzaron la alarma a nivel internacional. No debe olvidarse que el SRAS causó muchísimas muertes en Canadá, país desarrollado que cuenta con una infraestructura de vigilancia epidemiológica muy sofisticada.”Finalmente agregó:“El pánico que provoca ese nuevo virus nos hace olvidar que en Francia cada invierno mueren entre 5 y 6 mil personas por influenza de temporada. A escala mundial se habla de un promedio de 500 mil fallecimientos anuales por este mal.”–¿Cómo luchar contra la influenza A (H1N1)? –se les preguntó–El problema es un poco distinto en el norte de América que en el resto del mundo, coincidieron los dos especialistas. En México, Estados Unidos y Canadá se busca enfrentar la epidemia, mientras que en los demás países se realizan acciones para limitar al máximo la pandemia. En ambos casos la tarea es sumamente difícil, pues implica una carrera contra reloj, y aún quedan muchas incógnitas por resolver.Sin vacunasDe acuerdo con cálculos se requiere más o menos de seis meses para elaborar una vacuna contra la influenza A (H1N1). El método convencional consiste en cultivar los antígenos en huevos de gallinas, pero este procedimiento tarda demasiado. El laboratorio británico GlaxoSmithKline pretende acelerar el proceso para producir una vacuna en sólo tres meses. De acuerdo con sus informes cultiva los genes en tinas y les agrega un aditivo.Brouqui y Saluzzo manifestaron inquietud ante el hecho de que sólo se cuenta con una panoplia profiláctica muy reducida para enfrentar la influenza A (H1N1).En el mercado internacional existen dos medicamentos eficaces contra los distintos tipos de influenzas de temporada: el Tamiflu u Oseltamivir según su DCI (denominación común internacional), y el Relenza o Zanamivir.El Tamiflu administrado en tratamiento preventivo contra la gripe aviar dio resultados positivos en 89% de los casos. ¿Funcionará también contra el nuevo virus?“Hay una sola certeza –precisó Brouqui–. Ese virus se mostró sensible al Tamiflu in vitro, es decir, en las pruebas de laboratorio. Ello no implica que surta efectos clínicos satisfactorios. No tenemos todavía los resultados de la eficacia de este antiviral en México, pero aun si contáramos con éstos es muy temprano para sacar conclusiones definitivas. Por otra parte, todo parece indicar que el H1N1 tiene un poder de mutación bastante fuerte y puede desarrollar resistencia a los antivirales. Si esa hipótesis se confirma, enfrentaremos situaciones graves.“Hay que ser honestos con la gente. Nuestra preparación ante este nuevo virus es aún embrionaria, y falta mucho qué hacer y aprender.”Por su parte, Saluzzo matiza:“Hasta el momento constatamos que si se administra Tamiflu dentro de las 48 horas posteriores a la primera sintomatología, hay buenas posibilidades de tener resultados positivos. Pensamos también que el Relenza-Zanamivir podría ser eficaz para eliminar cepas de virus resistentes. El problema es que su uso es complejo, pues se debe inhalar y no puede prescribirse a niños menores de 5 años.”Y puntualizó: “Es nuestro deber avisar a la gente que si bien el Oseltamivir y el Zanamivir permiten luchar contra esa nueva influenza, no garantizan que se acabará de una vez por todas con ese virus”.De acuerdo con este especialista, miles de personas pueden ser portadoras del H1N1 sin enfermarse. Se transforman entonces, sin saberlo y sin que nadie pueda detectarlo, en vectores de transmisión. De esta manera es factible que persista la epidemia. Más grave aún es el hecho de que el virus H1N1 puede jugar a la bella durmiente. Es posible que permanezca latente por varios meses, y que de pronto despierte provocando una nueva epidemia.La página web de la OMS es muy clara al respecto:“Las pandemias anteriores se caracterizaron por actividades del virus que se dieron esporádicamente a lo largo de varios meses. Cuando comience a descender el nivel de actividad de la enfermedad, resultará imprescindible matizar esa buena noticia tomando en cuenta la eventualidad de otra ola.”–¿Cómo evolucionará la influenza A (H1N1) en México y en el mundo en caso de que se confirme la pandemia? –se les preguntó a los expertos“No somos Nostradamus –dijo Brouqui–. Nadie puede contestar esa pregunta.”Aunque integrantes de la comunidad científica internacional se han negado a realizar pronósticos acerca de la evolución del padecimiento, un grupo de investigadores franceses, italianos y estadunidenses realizó simulacros de propagación de la epidemia.El ejercicio consideró varios factores entre los que destacan datos sobre transporte aéreo, la estructura de la población mundial, características biológicas del virus y estrategias de lucha implementadas por las distintas autoridades sanitarias del planeta.Entrevistado por el vespertino Le Monde, uno de estos investigadores reveló:“Simulamos la propagación de una enfermedad de tipo influenza transmisible entre humanos y probamos dos estrategias de utilización de las reservas de medicinas antivirales disponibles actualmente en el mundo.“En la primera, cada país utiliza sus reservas en forma egoísta guardándolas exclusivamente para su propia población. En la segunda, los países más ricos envían una pequeña parte –10 a 20%– de sus reservas a los primeros países afectados por la epidemia.“En nuestros simulacros la administración ‘altruista’ o ‘solidaria’ de las reservas de antivirales reduce el impacto de la pandemia. Si se comparan sus resultados con los de la egoísta uno se da cuenta que el número de casos mundiales de influenza porcina puede ser dividido por 10 o inclusive por 1000 según el país y la temporada en la que brota la epidemia.“Además, gracias al modo de administración ‘altruista’ el pico epidémico puede ser retrasado un año. Ese lapso puede resultar crucial para desarrollar y producir una vacuna contra el nuevo virus.”





Diario de la plaga

FABRIZIO MEJíAMadridViernes, 1:03 de la tardeLo primero que pensé fue: “¿Pues qué hoy es Día de los Inocentes?”. La lista de actualizaciones de la noticia en internet era tan larga que creí que me había dormido durante una semana. ¿Un nuevo virus mexicano que viene del cerdo? ¿Cómo no me enteré ayer en la noche? Porque el gobierno tampoco lo hizo hasta que se enfermó un canadiense y le avisaron. Luego pensé como un patriota: “Claro, un turista. Vienen a hacer sus barbaridades. Seguro un springbreaker acabó besando a una puerca en la playa”. Otra mala fama para el país: a partir de ahora las playas se llamarían todas “Puerco Escondido”. Y el gobierno mexicano, con la seriedad que lo caracteriza, seguro le respondió a Canadá: “Su turista ha de haber comido mucho chicharrón con gordo”. Hasta que fue demasiado tarde, es decir, la medianoche de hoy y ya había casi 70 muertos, mil infectados. Demasiado tarde cerraron las escuelas, se extinguieron los conciertos –el PSD decidió no llevar a cabo su concierto en el Zócalo y, al suspenderlo, nos enteró de que existían, el Partido y el concierto– y los gringos –Besser, se llama el doctor en jefe del vecino (no les digo lo del springbreaker)– ya daban una conferencia de prensa en Washington. Claro, Obama acaba de estar aquí y me lo contagiaron con el vino de honor que los meseros rebajaron con agua de colonia Sanborns. Mejor me tomo un café y me echo agua en la cara. O me echo el café en la cara y me tomo el agua. ¿Es segura el agua? ¿No está ya contaminada? Trago saliva. Leo los síntomas: tos seca, dolor de ojos, de músculos, fiebre. ¿Cómo diferenciar al virus de una simple cruda? Ayer fue Día Mundial del Libro y, primero, se brinda bastante; luego, se fuma para hacerse el interesante. “No saludar de mano ni de beso”, dicen las indicaciones de la alerta viral. Me tapo la boca con la mano para no gritar como niña: ayer besé y saludé hasta a unas secretarias de la universidad. Ahora no podría diferenciarlas de un tocino. Autografié un solo libro en tres horas de feria literaria pero me recuerdo mordiendo la pluma pensando en qué ponerle a la lectora. Y su sonrisa cuando se lo entregué. ¿Era mi pluma o la de la lectora? ¿Se burlaba de mi instantáneo contagio? Y hasta le agradecí su interés. Qué vanos somos. Me llama una amiga. Su teoría es que todo es para distraer la atención pública de lo que realmente importa. “Si nos quisieran distraer –le digo– lanzarían un cohete a Marte con un mariachi”. Me cuelga. Aquí estamos, de nuevo promocionando al país: “Venga a ver rodar cabezas, tiroteos en vivo y, ahora, un virus nuevo”. Es el México global que contagia con narcoviolencia, telenovelas sobreactuadas e inmigrantes. Ahora, humildemente, y como en las películas del Santo, le obsequiamos al mundo un virus mutante. Sábado, 2:43 de la tardeLas versiones por internet –el ejército gringo transportaba armas bacteriológicas y se le cayó un frasco en San Luis Potosí; no existe la epidemia, sino una conjura para beneficiar a las farmacéuticas; El Chapo amenazó con bombardear escuelas y éste es un pretexto para cerrarlas– dejan algo en claro: casi nadie cree en lo que dice el gobierno. La gente prefiere el rumor, la sospecha, y decide abandonar las calles. Por primera vez en décadas, Insurgentes es transitable y en los restaurantes hay mesa. Somos una sociedad que habita el desierto de Serengeti: asumimos la estampida como método de supervivencia. Es una fuga que termina entre cuatro paredes. La propia casa está fuera del mundo, a salvo de los gérmenes. El otro no es el infierno, sino la guerra. Contacto es contagio. Al cara a cara preferimos el mensaje de texto. No me gusta la sociedad del iphone, extraño la agorafobia. Pero, ¿vale la pena salir de la casa como una protesta contra el Estado higiénico? Me topo con el único otro comensal –de los cinco que somos– que no lleva tapabocas. Es un doctor en filosofía política cuya esposa es bióloga. –La vergüenza es que el gobierno reaccionó tarde y no tiene los antivirales –dice ella. –Crearon un pánico. El panismo quiere gobernar a ciudadanos aterrorizados –dice él.Y me despido de ellos convencido de que somos los ciudadanos mejor informados en varios kilómetros a la redonda. Y me pongo crítico: ¿por qué nadie entrevista a los enfermos? ¿Por qué aquí hay muertos y no en EU y Canadá? ¿Dónde están los enfermos? ¿No serán a los que les cortan el agua cada vez que Conagua quiere pelearse con el gobierno de la ciudad? ¿No será que las calles de la ciudad han estado tanto tiempo en obras que ya hasta los virus tienen segundos pisos? ¿No será que necesitamos algo que hacer –ponernos un tapabocas y dejar de sonreír a las chicas en la calle– en el país de Calderón que parece en manos de sólo dos contendientes –Ejército y narcos– con una población en medio? ¿Qué nos pasó como país? ¿No éramos el de Zapata, Frida Kahlo y Agustín Lara? Ahora, en lugar de producir revoluciones, engendramos mutaciones genéticas. Fuimos de lo épico a lo molecular. De la creación al accidente. La nano patria. Me siento a la mesa, y la del bar me mira con recelo porque no traigo tapabocas. Me toma la orden desde un metro de distancia. Todo lo que puedo ver es su mirada entre el pánico y la indignación: soy un peligro. Estornudarle sería como dispararle. A ella y al planeta entero. Y mi reacción es tan instintiva como idiota: me aguanto la respiración. Domingo, 10:45 de la nocheMis síntomas comenzaron con sudor en las manos: la cabeza ligera, calor detrás de los párpados. Había seguido todas las indicaciones sanitarias con recelo: lavarte las manos cada vez que tocabas algo, aunque fuera tu propio brazo, el cubrebocas –tapabocas se dice sólo en la dictadura clínica; Foucault estaría encantado–, el no contacto con los demás ahora que las normas sanitarias sustituyeron a las de la cortesía, pero me dijeron por teléfono: “¿Te acuerdas que el director del Museo de Antropología se murió después de que cenaron ahí con Obama? Fue de influenza”. Solté el teléfono –“espérame tantito, están tocando a la puerta”– y fui a escupir al lavabo. Se me cerró la garganta con las arcadas: había alguien reconocible que ya estaba muerto. Eso le dio a todo un aire de verosimilitud. Me subió la temperatura. Me puse el termómetro bajo la lengua, pero, al tratar de leerlo, jamás encontré la línea de mercurio. Un escalofrío me rodó por las vértebras. Me imaginé tomando un taxi a las 11:00 de la noche hasta la clínica del barrio, alegando con los médicos, internado, analizado, acostado con temblores fríos, medicado con antivirales, mis parientes y amigos alrededor de la cama, sollozando o explicando: “Le dije que dejara de fumar”. Mi madre: “Nunca se toma nada en serio, todo se le va en el jijijí y ya ves…”. Traté de resignarme: “Al menos daría para una crónica”. Encendí un cigarro. Me volvieron las náuseas. Tomé de nuevo el teléfono. Logré fingir que no me sentía mal. Entre “ahas”, empecé a escupir como fuente. Abrí la puerta para tomar aire. El clima malsano del vientecillo polvoriento que hace que se vaya la luz cada dos horas. La fiebre se adentraba en los párpados. Una pierna empezó a doler. Le pregunto a mi interlocutor al teléfono si se ha sentido mal en estos días: “El sábado pensé que tenía el virus”, asegura sin que se le quiebre la voz. “¿Y qué hiciste?”, pregunto tratando de educarme. “Me tomé tres mezcales”. Sigo el consejo. Lo último que logré garabatear en la libreta dice: “hasta los hipocondriacos nos enfermamos”. Lunes, 11:46 de la mañanaMe despierta un temblor. Las paredes crujen y salgo en las únicas pantuflas que tengo: las que mordió el perro. Los aterrorizados vecinos del Hospital de la Ceguera parecen preparados para la guerra bacteriológica: todos con tapabocas, y los pacientes, con parches en los ojos. Alguien habla del Apocalipsis. “Pues qué Poca Lipsis”, responde otro. Del terremoto de 1985 a la plaga de 2009, las cosas se han invertido: de la solidaridad a la soledad. Hemos vuelto al tapabocas de 1985, tras un breve paso por el pasamontañas, pero ya no es el “nosotros contra la placa tectónica y su Plan Deme Tres (con todo)”, aquella épica civil, ni el sacrificial “para nosotros, nada”, sino el “yo, todo yo”. Se siente un hartazgo: ¿por qué nos pasa todo al mismo tiempo? Virus, temblor, y sólo nos falta el perro. Lo digo en voz alta. –No es un perro –dice una doctora con acento sudamericano que mira con sus anteojos oscuros cómo se terminan de balancear los edificios. Es la Osa Mayor la que nos está orinando. –Espero que, después, tenga la precaución de lavarse las manos.Horas más tarde el orgullo chilango surgirá de la grieta del blog: “¿Qué le dijo México a la influenza? Le dijo: Mira cómo tiemblo”. Lo cósmico, lo astrológico parecen a la mano como explicación: ¿por qué a nosotros? ¿Qué no era más factible en Etiopía? ¿O son tan pobres que sus virus no tienen ya energías ni para mutar? Somos el país del contagio para el obsesivo-compulsivo Occidente. La décima economía mundial es engañosa: no se lava las manos, escupe en la calle, vende medicinas sin receta. Es miembro de la OCDE pero no hay ni gasas en sus clínicas públicas. Dicen los blogs: Al anfitrión de Obama en el Museo de Antropología no lo recibieron en un hospital privado por falta de cobertura de su seguro y murió en una clínica pública. Con toda razón la OMS nos eleva el nivel de la alerta: cuatro de seis. Diría el secretario de Hacienda –fuente de la influencia porcina–: cuatro de seis, un segundo lugar para nuestra primera epidemia global, no está nada mal. Por la noche corre otro rumor: se decretará la cuarentena. El supermercado enloquece como si tuviera ofertas. La estampida quiere latas, embutidos, desinfectantes, cubrebocas. Me encuentro a un amigo que emerge de la masa con una botella de vino en la mano como si fuera la bandera en la Luna: “Ni lo intentes, master. En limpieza del hogar, la gente se está matando”. En la madrugada enjuago mi tapabocas en el lavabo. Con suerte se seca para mañana.Martes, 3:00 de la madrugadaNuestros secretarios de Salud parecen sacados de una larga noche en Garibaldi: bigotones, amarillentos de insomnio, ojerosos, sólo les falta el tololoche para cantar una canción sanitaria: “Tus besos se llegaron a recrear aquí en mi boca”. Con la gente encerrada en sus casas, la ciudad cambiará para siempre. Nadie volverá a abrazarse o a besarse como fórmula amistosa –las televisoras prohíben las escenas de besos en las telenovelas para no dar a desear– y lo que quedará serán las pérdidas económicas por paralizarnos. Si a la imagen del otro como criminal le aumentamos la del contagio, saldremos de esta alerta gruñéndonos. A los servicios privados de salud se les mira como para los ricos e influyentes. Para los demás quedan los hospitales públicos, el desabasto, la desconfianza. Miércoles, 11:00 de la nocheLa historia de la epidemia parece cerrarse en sí misma. No resta más que esperar. Al asombro inicial, sigue la repetición. La alerta sube a nivel 5 y pienso que si llegamos a 6 estará prohibido hablar con uno mismo a menos de un metro y medio de distancia. Un Calderón sonriente sale a dar por celebrada la pronta reacción de su gobierno y a seguirnos convocando a la inmovilidad del parentesco: “yo quiero exhortarlos a todos, a todos sin excepción, que en estos días de asueto que vamos a tener, en este puente que irá del 1 al 5 de mayo, te quedes en tu casa con tu familia. Es momento también de convivir con los hijos, con los hermanos, con los padres; el de arreglar las cosas que están pendientes en la casa y desarrollar una integración en la familia, ahora que tendremos que estar en la casa en los próximos días”. Y sonríe porque logra pintar un cuadro que confunde convivencia con estar encerrados entre cuatro paredes. Nos jubila como ciudadanos para forzarnos a hablar con una familia que, hace décadas, sólo existe en el cine de los cincuenta. Habíamos aceptado, a regañadientes, el cambio de las libertades por Libertad Lamarque.





Como apestados

HOMERO CAMPA“Los ilegales están trayendo este nuevo tipo de virus asesino a nuestro país, que no les quepa duda.”Frente al micrófono de la cabina de la estación Talk Radio, con sede en San Francisco, California, Michael Alan Weiner endurece el tono de su voz. Está indignado y no lo oculta. Se dice convencido de que, una vez más, los mexicanos amenazan la seguridad de Estados Unidos.“Si viviéramos en tiempos sensatos, la frontera (con México) debería cerrarse inmediatamente”, suelta el conductor del programa The Savage Nation, que se transmite por 240 estaciones de radio de ese país.Es la tarde del viernes 24 de abril. Un día antes el gobierno de México reconoció públicamente la existencia en su territorio de la epidemia de influenza por el virus A (H1N1) y anunció medidas extremas para contenerla.Conductores ultraconservadores de cadenas de radio y televisión estadunidenses tuvieron en ello un nuevo motivo para atacar a los inmigrantes de México. Sugirieron incluso que detrás de la epidemia habría un maquiavélico plan terrorista.“¿Existe una mejor manera de propagar un virus dentro de este país (Estados Unidos) que darlo a los mexicanos?”, preguntó el conductor Neal Boortz el miércoles 27 durante su programa que se transmite en las estaciones de la Jones Radio Network.“Es decir –continuó Boortz–, actualmente una de cada 10 personas nacidas en México viven aquí y el resto está tratando de venir para acá. Así, dales el virus y deja que se propague en México, donde no tienen un CDC (Centro de Control y Prevención de Enfermedades).”A pesar de que el gobierno del presidente Barack Obama rechazó el cierre de su frontera sur, la paranoia sobre una epidemia “importada” de México se acrecentó con la muerte de un niño mexicano de dos años en Houston, Texas, y con el anuncio de que un agente de seguridad de la comitiva que acompañó a Obama a México enfermó al volver a casa y contagió a su familia.Dos ejemplos de esa paranoia:Los organizadores del campeonato internacional de Robótica (VEX-Robotic) –que inició el jueves 30 en Dallas, Texas– desinvitaron a los estudiantes de varias universidades mexicanas que ya habían confirmado su asistencia. “Sentimos que esta es la única acción prudente para proteger a todos los participantes”, justifica una carta enviada por los promotores del evento.Ese mismo día, la dirección de la Slippery Rock University, de la ciudad de Pittsburg, anunció que los 22 estudiantes de esta institución que realizaron un viaje reciente a México no podrán asistir a la ceremonia de graduación de su generación debido a la sospecha que alguno de ellos esté infectado con el virus. Se les organizará “una ceremonia aparte”.Fuentes diplomáticas comentaron a Jesús Esquivel, corresponsal de Proceso en Washington, que consulados de México en Estados Unidos “han recibido reportes de incidentes menores de trato discriminatorio hacia los mexicanos, pero sin ser sistemáticos”.Comentaron el tipo de casos: conductores de autobuses y aeromozas que “ponen mala cara” a pasajeros mexicanos; directivos y maestros de escuelas que piden a madres de familia de origen latino no llevar a sus hijos al colegio; restaurantes que se quedan sin clientes debido a que los comensales se enteraron que los cocineros son mexicanos, a pesar de que éstos llevan ya varios años sin viajar a su país.NinguneadosLa semana pasada, media docena de naciones cancelaron o restringieron sus vuelos a México. Fueron los casos de Argentina, Cuba, Perú, Francia y Japón. Otras más, como España, Italia, Alemania, Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos, recomendaron a sus ciudadanos no visitar el país.Otrora bien vistos y recibidos, los mexicanos provocan ahora recelo cuando pisan territorio de una “nación amiga”. De entrada son objeto de interrogatorios y registros en aeropuertos de Argentina, Ecuador, España, Colombia, Panamá, Brasil y Cuba.En esta última nación, por ejemplo, las aeronaves procedentes de México son desviadas a una terminal distinta a la habitual: la terminal 2 del aeropuerto internacional José Martí, hasta la semana pasada reservada para vuelos de Miami y Gran Caimán.Personal médico interroga a los pasajeros acerca de su estado de salud y sobre la ciudad mexicana en la que residen o han estado en las últimas semanas. Les entregan además una tarjeta impresa en el que se les informa que quedan “bajo vigilancia epidemiológica” durante su estancia en la isla, y en la que deben informar dónde estarán hospedados.“Nos trataron como si fuéramos bichos raros”, se quejó Norma Angélica Gómez, miembro del Sindicato Mexicano de Electricistas, quien viajó a Cuba para participar en la tradicional marcha del 1 de mayo, según publicó La Jornada el martes 28.Armando Ponce, coordinador de Cultura de Proceso, quien estuvo en La Habana la semana pasada, comentó que el martes 28 los mexicanos que se encontraban en la isla fueron notificados en sus hoteles que dos días después serían cancelados los vuelos hacia y desde México, por lo cual se les “rogaba comunicarse con su línea aérea para apuntarse en la lista de salidas” del día siguiente.El día 30, los pasajeros del vuelo de Aeroméxico que aterrizó en el aeropuerto internacional de Pudong, en Beijing, no pudieron bajar del avión hasta que seis inspectores de salubridad –ataviados con trajes de seguridad que los aislaban de cualquier contacto– los interrogaron y revisaron. El gobierno de China –que en 2003 sufrió una epidemia de Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS)– donó a México equipo e insumo médico por 4 millones de dólares, según informó el viernes 1 a El Universal el embajador chino Hengmin Yin. Sin embargo, apenas cuatro días antes –27 de abril– el gigante asiático suspendió la importación de carne de puerco de México. Una medida similar adoptaron los gobiernos de Nicaragua, Rusia y Corea del Sur.Al llegar a España, los amigos del torero aguascalentense Joselito Adame le preguntaron entre bromas “¿No vais a traer la fiebre esa de los puercos?”; en Gran Bretaña al futbolista mexicano Carlos Vela le pidieron no presentarse a un entrenamiento de su equipo Arsenal “porque tuvo visitas de amigos mexicanos”, según declaró a la agencia de noticias AP el entrenador Arsene Wenger. En las calles de Viña del Mar, Chile, a los jugadores del equipo de futbol Chivas de Guadalajara les decían “ahí vienen los mexicanos, nos van a infectar”, comentó al diario Reforma el entrenador del equipo, Francisco Ramírez.Se dijo que ese fue el origen de la situación en la que se vio envuelto el defensa tapatío Héctor Reynoso, quien durante el juego contra el equipo chileno Everton agredió a un rival escupiéndolo y vaciando sobre su rostro una fosa nasal. De hecho, ante la epidemia de influenza A (H1N1) que azota a México, la Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol) pidió que los partidos por los octavos de final de la Copa Libertadores que Chivas y San Luis iban a disputar como locales, se realizaran fuera de México. Esa confederación informó que se efectuarían en Bogotá, Colombia, país que no tiene ya equipo alguno en esta fase eliminatoria.Sin embargo, el secretario de Salud de Bogota, Héctor Zambrano, dijo que le daba mucha pena, pero que el gobierno de la ciudad no prestaría ningún estadio para realizar esos encuentros. “No es falta de solidaridad con el futbol. Nos encanta el deporte, el espectáculo, pero debemos tomar prevenciones con los equipos que vienen de México, donde hay un alto riesgo por personas infectadas”, declaró Zambrano el viernes 1 a la agencia DPA.Ese mismo día, la Conmebol acordó posponer una semana los encuentros de Chivas y San Luis, para ver si evoluciona favorablemente la situación de sanidad en México o encuentra sedes alternas.Y en Japón, la empresa de lucha libre New Japan ProWrestling canceló la participación de los gladiadores mexicanos Místico, Misterioso y Okumura en dos eventos que se realizarán el 5 y 6 de mayo. “Me hablaron y me dijeron que por la influenza ya no podíamos viajar (…) y nos quedamos con las ganas de ir”, declaró Okumura el 30 de abril.A mediados de abril, el gobierno de Jordania hizo una invitación, con gastos pagados, a un grupo de periodistas de Estados Unidos, México, Brasil y Perú, para que dieran cobertura al viaje del Papa Benedicto XVI a Tierra Santa, programado para mediados de mayo.De última hora, el jueves 30, a los siete periodistas que integraban la “delegación mexicana”, el gobierno de Jordania les informó –a través de sus representaciones diplomáticas en México y Washington– que quedaban excluidos del viaje debido a los “recientes reportes” de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. El gobierno jordano lamentaba esta “difícil decisión” y reiteraba su “amistad con México”.